ALMERÍA.- A pesar de lo que pregonaba la Enciclopedia Álvarez que ilustró a tantas generaciones de niños, parece que el verdadero Rodrigo Díaz de Vivar -el Cid- no montó un caballo llamado Babieca ni empuñó espada motejada Tizona.
De todo eso -del Cid real, de carne y hueso- trata el reciente libro del historiador extremeño David Porrinas
(El Cid, historia y mito de un señor de la Guerra, Desperta Ferro
Ediciones, 2019), que coincide también durante esta Navidad en los
anaqueles de las librerías con el novelesco Sidi, surgido del puño y
letra del escritor Arturo Pérez Reverte.
El autor de la
investigación histórica, un reconocido erudito sobre la guerra en la
Edad Media también desvela en su obra un capítulo especialmente
interesante para la provincia de Almería: “No hay prueba de que, en su
época, al caballero Rodrigo Díaz le llamaran Cid, la primera vez que
vemos esa denominación es en el Poema de Almería, de mediados del siglo
XII, donde se menciona a Rodrigo como Cid, casi un siglo después de que
muriera el célebre Campeador”, se recoge en La Voz de Almería.
Ese pionero cantar de gesta, escrito entre 1147 y 1150, con motivo de la conquista de Almería por el emperador Alfonso VII,
fue por tanto el cañamazo donde se empezó a tejer la leyenda del mayor
héroe español matamoros de todos los tiempos -con permiso de Don Pelayo-
cuando aún ni siquiera se había acuñado el concepto de España.
El
valor histórico del Poema de Almería es notorio desde hace centurias
por su carácter pionero -escrito medio siglo antes que el propio Poema
del Mio Cid- aunque ahora el investigador Porrinas, tras haber buceado
cientos de horas en crónicas latinas e islámicas, viene a refrendar
también su carácter precursor en el descubrimiento del Cid como el
principal héroe medieval de la guerra entre cristianos y musulmanes.
El
Poema de Almería, atribuido, con serias dudas, al obispo de Astorga,
Arnaldo, es escasamente conocido por los propios almerienses y
constituye el epílogo poético de 287 versos, en hexámetros latinos, del panegírico dedicado a Alfonso VII de León y Castilla.
En
sus versos se narran los preparativos para el asalto y conquista de
Almería en el año 1147 por las tropas cristianas compuestas por los
propios castellanos y leoneses, por tierra, y por una flota de
genoveses, pisanos y aragoneses.
Se describen las magnificencias de los soldados, de los capitanes y del propio emperador, al que compara con Carlomagno. La voz del juglar arenga a los expedicionarios proclamando las excelencias de lo que se van a encontrar: “Nada hay más dulce que Almería, golosina de los jóvenes y florida dote de los ancianos”.
El Poema, del que se localizaron hasta siete copias manuscritas, sin
embargo, se interrumpe abruptamente sin contar el final de la campaña ni
el botín de guerra, que se conoce a través de autores árabes como Abd-AlWahid y por el capitán genovés Caffaro.
Uno de los copistas, Juan de Mendoza escribió a pie de página que “ las ocho hojas cuya falta ví con gran dolor y no menos sentimiento del malvado que las cortó”. Florentino Castro Guisasola fue el principal estudioso de este texto medieval.
Un mercenario brutal o un caballero
El
Cid es uno de los personajes más en boga estos últimos meses por las
recientes réplicas editoriales -históricas y noveladas- sobre su figura.
En el Poema de Almería, aparece la primera glosa a su leyenda, antes
que en el propio cantar biográfico del Mio Cid de 1200.
En este poema
almeriense dice su autor: “No hubo mejor lanza debajo del cielo
sereno/ que el mismo Rodrigo, Mio Cid/ de quien se cuenta de que de los
enemigos nuca fue vencido/ el que domó a los moros y también a nuestros
condes/confieso por verdadero lo que no borrará ningún tiempo/que Mío
Cid está primero y Alvar el segundo/por la muerte del amigo Rodrigo
llora Valencia”.
El Campeador, por tanto, se nutrió como pocos
de aquellos lejanos versos que iba acuñando el castellano antiguo,
moviéndose siempre entre el hombre y el cliché, entre un señor de la
guerra especialmente temible y un mercenario a sueldo del mejor postor,
entre un combatiente brutal que quemó al cadí de Valencia y un noble
caballero con el rostro de Charlton Heston y una esposa como Sophia Loren.
No hay comentarios:
Publicar un comentario