MADRID.- El primer paquete de medidas económicas para paliar la crisis del coronavirus
aprobado por el Gobierno el pasado 17 de marzo estableció una insólita
excepción al
principio general de que las Administraciones Públicas indemnizaran a
sus contratistas por los daños y perjuicios que les causara la
suspensión temporal de sus contratos en tanto se prolongaran las medidas
de contención decretadas en el marco de la lucha contra el Covid-19. La
norma dejaba fuera de este marco general los "contratos adjudicados por
aquellas entidades públicas que coticen en mercados oficiales y no
obtengan ingresos de los Presupuestos Generales del Estado", en lo que
se interpretó como un guiño a Aena, recuerda La Información.
Sobre todo porque no
pasaron más que un par de días antes de que los contratistas del gestor
aeroportuario controlado por el Estado se encontraran encima de la mesa
un modelo de 'acuerdo de suspensión temporal' de sus contratos, al que
ha tenido acceso La Información,
en cuyo punto cuarto se recogía que "dado lo extraordinario de las
circunstancias concurrentes, y al estar ante un caso de fuerza mayor,
esta suspensión no generará derecho de indemnización alguno".
En otras palabras, Aena aprovechaba el canal extraordinario dispuesto por el Gobierno para desentenderse de asumir compensación
alguna a sus contratistas por la suspensión total o parcial de su
actividad derivada de las medidas de contención impuestas por las
autoridades para frenar la expansión del virus, y a la contra de lo
establecido por el Ejecutivo para el resto de contratos del sector
público. La compañía presidida por Maurici Lucena dio incluso un paso más el 26 de marzo remitiendo a la CNMV un comunicado
en el que detallaba un plan de reorganización interna de las
instalaciones de sus aeropuertos y de reducción de salidas de caja en el
que daba por hecho la obtención de un ahorro mensual de 43 millones de euros
a partir de la eliminación de gastos, la paralización de nuevas
contrataciones y larenegociación de los contratos de servicios de la
compañía en materia de limpieza, mantenimiento o seguridad.
El modelo de acuerdo
remitido por Aena a los contratistas deja, sin embargo, poco espacio a
la negociación. La compañía no sólo pretende salvar el asunto sin asumir
coste alguno sino que también se arroga toda la responsabilidad para determinar en qué momento finalizarán las circunstancias excepcionales
que justifican la suspensión de las condiciones contractuales de base,
que el modelo de contrato remitido por el gestor estatal a sus
proveedores de servicios no sitúa en el momento en que el Gobierno
levante el 'estado de alarma', por ejemplo, sino que vincula a su propia
decisión al respecto.
Revuelta de los contratistas
Los
proveedores de servicios de Aena consideraron desde el primer momento
estas condiciones como leoninas y han intentado, hasta la fecha sin
éxito, según admiten fuentes empresariales, sentarse a negociar con la
compañía. El pulso es de aúpa. Entre las decenas de empresas afectadas
por el órdago de Aena a sus contratistas se encuentran un puñado de las
mayores empresas de servicios del país, que son filiales de las grandes
constructoras del Ibex (Ferrovial, ACS, Acciona, FCC...).
El presidente de la patronal del sector de la limpieza (Aspel), Juan Díez de los Ríos,
que agrupa a estos gigantes empresariales, remitió una carta al
presidente de Aena, Maurici Lucena, dándole cuenta de la situación y
recordándole también que detrás de esos contratos hay varios miles de empleos
ahora mismo en el aire por la incertidumbre creada sobre el futuro de
los contratos aeroportuarios no solo de la limpieza, sino también de
mantenimiento, de seguridad o de atención a las personas con movilidad
reducida, que la compañía pretende recortar entre un 85% y un 100% según
las fuentes empresariales consultadas.
Los contratistas de Aena se oponen frontalmente a la 'oferta' planteada por la compañía
y han planteado dos posibles salidas: o ajustarse al marco general de
la contratación pública, en el que aseguran que se enmarcaron en su día
los pliegos de sus contratos, y abonar una indemnización por los daños y
perjuicios causados por la suspensión del contrato; o deslizarse hacia
el ámbito mercantil y entonces negociar de tú a tú las condiciones de la
suspensión contractual. Lo que según una de las fuentes consultadas
sería "compartir al menos los daños causados por esta situación".
El escenario, además, ha variado tras el segundo paquete de medidas económicas aprobado por el Gobierno este pasado martes y publicado este miércoles. Según fuentes jurídicas, el nuevo texto restringe el trato excepcional concedido a Aena
en el primer paquete gubernamental y lo limita a aquellos contratos
cuyos pliegos no estén formalizados según la Ley de Contratos del Sector
Público.
La
reconfiguración del marco legal por parte del Gobierno, que se produce
después de la reacción empresarial a la primera propuesta de Aena, mete
al gestor aeroportuario estatal en un aprieto, acorralado entre los
compromisos de reducción del gasto comunicados a los accionistas -ese
plan de ahorro de 43 millones a golpe de renegociación de los contratos
de servicios de la empresa pública- y un nuevo contexto jurídico menos
favorable. Las empresas continúan exigiendo una negociación.
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