Evitar que los nietos infecten a los abuelos. Esta es hoy
una de las tareas del Gobierno, una vez desbordada la línea Simón. Si
los niños sin escuela quedan durante horas al cuidado de los abuelos, se
corre el riesgo de aumentar la peligrosidad de la epidemia, en vez de
frenarla. Los niños parecen menos vulnerables al Covid-19 –dicen las
estadísticas–, pero pueden ser transmisores silenciosos y asintomáticos
del coronavirus.
Evitar una generación de abuelos kamikazes
dispuestos al sacrificio para que sus hijos e hijas no pierdan el
trabajo. Esa es una de las tareas del decreto que aprobará hoy el
Consejo de Ministros, organizado en cuatro paquetes temáticos:
reforzamiento del sistema público de salud, tutela de las familias,
ayuda a las empresas y primeros auxilios al sector turístico.
La crisis del coronavirus pone al descubierto la cadena
real de los cuidados en la sociedad. Mujeres y abuelos hacen posible
cada día que la vida de millones de personas no sea un infierno. Por lo
tanto, si el Estado decide cerrar colegios, debe de ayudar a los padres
que trabajan a hacerse cargo de sus hijos, para evitar el colapso de las
familias, un alud de bajas laborales y un mayor riesgo sanitario.
No existen las soluciones mágicas –lo único mágico estos
días es la sensación de irrealidad que nos envuelve–, pero no hay otra
opción que extender y facilitar el teletrabajo y poner en marcha
permisos laborales y horarios más flexibles.
Hospitales y personal médico
suficiente, cobertura del
coste salarial de las cuarentenas, tutela de las familias y ayuda a las
empresas para evitar una cadena de cierres que hunda la economía. El
programa está claro. Sólo queda por responder la pregunta que dejó caer
Josep Pla el día que le mostraron la maravillosa iluminación nocturna de
Nueva York desde el puente de Brooklyn: “¿Y esto quién lo paga?”.
En las últimas cuarenta y ocho horas, el Gobierno de España
ha obtenido el apoyo explícito de la Unión Europea y del Fondo
Monetario Internacional para afrontar la alarma sanitaria con más gasto
público. El Consejo Europeo ha prometido crear un fondo de 25.000
millones para todos los países afectados y el FMI ha aconsejado a España
que gaste en sanidad lo que haga falta para contener la epidemia y
evitar un empeoramiento general y duradero de la economía.
España quizá tendrá que agradecer un día a Italia las
medidas drásticas adoptadas en ese país los últimos días. La dramática
cuarentena italiana ha enviado un mensaje contundente a Bruselas: “Si
nos vamos a pique, cae toda la Unión Europea”. Quizá sería bueno no
reírse demasiado de Italia, pese a los evidentes problemas de gestión en
su sistema político.
La línea Simón [ Fernando Simón , el popular
portavoz del Centro de Coordinación de Emergencias Sanitarias] ha sido
muy eficiente para evitar el pánico, infundir confianza y combatir la
demagogia, pero ahora empieza una nueva fase. El Gobierno de España
tiene ahora la oportunidad de fortalecer la sanidad pública, intentar
aprobar los presupuestos del 2020 y reforzar la credibilidad del Estado
social. No es poco. Una epidemia siempre es un gran acontecimiento
político.
(*) Periodista y director adjunto de La Vanguardia
No hay comentarios:
Publicar un comentario