SEVILLA.- El progresivo aumento
de las temperaturas sigue cambiando las áreas de distribución de
especies de aves, los animales con más facilidad para rastrear nuevos
asentamientos. Los expertos de la Fundación Migres detectan que se producen incluso hibridaciones de especies africanas con europeas durante la reproducción.
"Las plantas y animales se adaptan al cambio climático subiendo en altura o desplazándose hacia el norte", indica el ornitólogo Alejandro Onrubia.
Como experto de la Fundación Migres lleva décadas estudiando desde el
Estrecho el paso de aves entre Europa y África. Ha detectado que
especies de filiación africana, ubicadas en el Sáhara o más al sur, en
el Sahel, dan el salto a pesar del mar y colonizan la península.
Igualmente, otras aves 'andaluzas' aparecen en el norte europeo, como
por ejemplo el abejaruco, que ha sido visto en Suiza. "Desde los años 80
la temperatura del planeta se dispara, y presencias anecdóticas de aves
se han hecho habituales", indica, citando el elanio azul, vencejo moro y
cafre, o golondrina daurica.
Otras provienen de entornos más áridos,
pre desérticos, como el camachuelo trompetero (localizado en Almería y
en expansión por Murcia y Granada), y el corredor sahariano, especie del
sur de marruecos, de estepas rocosas, y que ha criado en las hoyas de
Guadix y Baza.
En el lado español del Estrecho se avista el bulbul, naranjero moro, o
buitre de Rupert. También el flamenco enano aparece en la laguna de Fuente de Piedra.
En total, unas 20 especies, con la contribución por estudiar de los
ferrys que cada poco cruzan entre los continentes.
Onrubia señala cómo
los restos de comida de los pasajeros provocan que las aves se posen y
viajen en los barcos, lo cual facilita la colonización.
El ornitólogo espera la llegada de más, pues ha detectado que ya
están presentes en Tánger algunas especies del sur en mayor número,
listas para ir tomando ecosistemas europeos. Lo mismo ocurre con la
desconocida migración de invertebrados: mariposas y libélulas.
No
se tiene constancia de que estén desplazando de sus hábitats a especies
autóctonas, pero sí los intentos de hibridación.
Por ejemplo, el
ratonero moro, ante el menor número de ejemplares de su especie, se
reproduce con el ratonero local; y el buitre de Rupert con el leonado.
También se desconoce aún si las crías son fértiles.
Sobre la transmisión de enfermedades, Jordi Figuerola, investigador de la Estación Biológica de Doñana, afirma que "la transmisión de patógenos es un problema más grave por los turistas que vienen del Caribe que por los que puedan transportar las aves migratorias".
El
científico es uno de los grandes expertos mundiales en patógenos y
parásitos vinculados a aves y su incidencia en el resto de fauna y en
humanos. "Se trata de un problema hoy, no sé si más grave que en el
pasado, pero sí del que somos más conscientes por disponer de mayor
información", añadió alguien que ha vivido picos de alarma social como
el causado por la gripe aviar.
"La migración de
las aves existe desde siempre, y lo que se dispersa fácilmente ya se ha
dispersado", comenta, "no existe ningún patógeno hoy que deba generar
alarma por su futura aparición en Europa a través de aves migratorias".
Eso sí, Figuerola advierte que falta desarrollar mayor y mejor ciencia
tras los casos de alarma, para justamente evitar otros.
El cambio global afecta a la velocidad de dispersión de los
patógenos, indicó, aunque subrayando que el comercio es un vector más
poderoso. "Cuando llevas plantas de un lugar a otro, los patógenos
también viajan; el mosquito tigre entró por el comercio de neumáticos usados, que portaban líquido con larvas".
Onrubia
añade que "las aves hospedan ciertas enfermedades que afectan a
humanos, pero lo novedoso es que en Europa se dan condiciones para el
desarrollo de enfermedades del entorno tropical, que ahora es más
grande".
La SEO (Sociedad Española de Ornitología) divulgó la semana pasada que las cigüeñas
ya no migran hacia el sur del Sáhara. El 80% de ellas se queda en
España, o como mucho en el Magreb, tanto por el clima más agradable en
invierno como, en especial, por la comida que toman de los numerosos
vertederos y su fauna asociada, según publica El Mundo.
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