WASHINGTON.-
Prácticas agrícolas simples, como una labranza reducida, originadas por
la gran sequía que afectó a parte de EE.UU. en los años 30 del siglo
pasado contribuyen a un mayor rendimiento del suelo, según un estudio de
la Universidad de Stanford publicado este viernes en la revista
Environmental Research Letters.
La
investigación ha demostrado que los agricultores del Medio Oeste
estadounidense que sufrieron las consecuencias de la sequía que asoló
los estados de Oklahoma, Kansas y el norte de Texas, y que disminuyeron
la labranza incrementaron las cosechas en sus campos de soja y de maíz,
al tiempo que redujeron los costes de producción y nutrieron el terreno.
"Un
cultivo reducido es una ganancia para la agricultura en el Cinturón del
Maíz", que abarca varios estados del Medio Oeste estadounidense, dijo
el autor principal del estudio Jillian Deines del Centro de Seguridad
Alimentaria y Medioambiente de la Universidad de Stanford.
Estados Unidos es el mayor productor mundial de maíz y soja y la mayor parte de esos cultivos se dan en el Medio Oeste.
En
la última cosecha, los agricultores estadounidenses recolectaron unas
367 millones de toneladas de maíz y 108 millones de toneladas de soja
destinados al consumo humano, la producción de aceites y raciones para
el ganado, etanol y exportaciones.
En
la práctica estándar de la agricultura industrial de EE.UU., los
agricultores aran el suelo antes de la siembra de maíz o soja, lo que
contribuye a controlar las hierbas, mezcla los nutrientes, fragmenta la
tierra compactada e incrementa la producción de granos a corto plazo.
A
lo largo del tiempo, este método degrada el suelo y en 2015 un informe
de la Organización de las Naciones Unidas para Alimentación y
Agricultura (FAO, en inglés) señaló que en las cuatro décadas anteriores
el mundo había perdido un tercio de las tierras cultivables debido a su
deterioro.
Los
científicos sostienen que la labranza reducida promueve un manejo más
sano de los suelos, reduce la erosión y mejora la retención y el drenaje
del agua: La práctica consiste en dejar los residuos de la cosecha del
año anterior en el suelo cuando se siembra la siguiente, con poca o
ninguna labranza mecánica.
Los
investigadores recurrieron a imágenes captadas desde satélites de áreas
del Medio Oeste identificadas por el uso de labranza reducida o
labranza convencional y las cotejaron con los datos anuales de
producción entre 2005 y 2016, además de tomar también en cuenta para la
evaluación información sobre variables como el clima y los ciclos de
vida de los cultivos.
Con
esa combinación de datos calcularon que el rendimiento de los cultivos
de maíz mejoraron en promedio un 3,3 % y los de la soja un 0,74 % en
nueve estados analizados.
Esto
equivale a, aproximadamente, 11 millones de toneladas adicionales de
maíz (la producción de Sudáfrica, Indonesia, Rusia o Nigeria en 2018) y
800.000 toneladas adicionales de soja (un volumen cercano al total
producido por Indonesia o Sudáfrica).
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