miércoles, 6 de mayo de 2020

Superando la política / Francisco Parra *

La fatal irrupción de este virus en nuestras vidas ha supuesto y supondrá un antes y un después en las mismas. Nuestros hábitos, nuestras creencias, …., todo se va a ver trastocado temporalmente y probablemente de por vida. Sin embargo, también nos puede traer algo bueno. Siempre debemos obtener algo positivo de las situaciones mas adversas y en este caso, porque no, también. Y pienso que un somero análisis nos puede llevar a obtener ciertas enseñanzas para el futuro.

Con motivo de la aparición y desarrollo de la pandemia, y como era de esperar, los seguidores de las diversas tendencias políticas, así como los propios partidos, se han afanado en culparse unos a otros de las cosas más variopintas. Ha sido un fenómeno común a casi todos los países, en los que está reconocida la pluralidad política claro. 
Todos y en todas partes, intentan “arrimar el ascua a su sardina” y han intentado aprovechar políticamente cualquier error o no, de sus adversarios políticos en el poder, o incluso en la oposición. A veces, aprovechando hechos contrastados y otras veces “tirando de fake”. El caso es hacer bueno el dicho: “difama que algo queda”.

A todos aquellos “integristas” de alguna ideología, de izquierdas o de derechas, siento mucho desilusionarles, pero esto no es cuestión de ideologías. En el combate contra la pandemia rigen otros aspectos como el conocimiento, la previsión, la capacidad de gestión, la preparación técnica y profesionalidad …

Como muestra para un somero análisis he elegido una variable que aglutina un conjunto de características de todas estas variables presentes o no en un país. Esa variable es el Número de Muertes por Millón de Habitantes. Es una variable que permite comparar diversas las diversas situaciones de la pandemia ponderando el conjunto de la situación.

Bueno, pues resulta que esta ratio muestra que los resultados pueden ser buenos o malos independientemente del signo político del gobierno. No pretende ser esto un estudio riguroso, de hecho se redondea el número de habitantes y los datos de fallecidos son los que aporta Google, pero sirva como una primera aproximación a la cuestión y si alguien quiere realizar un estudio estadístico minucioso, le animo a ello. 
Si empezamos con el caso español, por lo que nos toca, resulta que vamos por 25.100 fallecidos para una población de 46.940.000. La ratio mencionada nos daría un resultado de 535 fallecidos por cada millón de habitantes, con un gobierno marcadamente de izquierdas. 
En Italia el número de fallecidos asciende a 28.710 para una población de 60.359.000. En este caso la ratio ofrece un resultado de 476 fallecidos por millón de habitantes, con un gobierno de derechas. No parece haber una gran diferencia. Si observamos el caso de Suecia, tenemos que en una población de 10.230.000, ha habido hasta ahora 2.668 fallecidos, lo cual quiere decir que la mencionada ratio ofrece un resultado de 261 fallecidos por millón de habitantes con el gobierno del socialdemócrata Stefan Lofven. 
Si nos fijamos en Alemania, para una población de 83.020.000 de personas, tan solo han habido 6.752 fallecidos, o sea, 81 muertes por millón de habitantes, con el gobierno conservador de Merkel. Para terminar, escogí el caso de Corea del Sur, probablemente el más exitoso en su lucha contra el virus, porque para una población de 51.640.000 de habitantes, tan solo tienen que lamentar 250 fallecidos, es decir, escasamente 5 por millón. Su presidente es Moon Jae-In, líder del Partido Demócrata, de corte socialdemócrata, que acostumbra a disputar el poder al conservador Partido Saneuri

Como he dicho, estos datos solo sirven para una primera aproximación al asunto y para incitar a un próximo estudio. Para realizar éste, es necesario que finalice la situación, para así comparar datos homogéneos de cualquier país. Para esta primera aproximación se han comparado países en similar momento de la pandemia, aunque no exactamente el mismo. Se ha hecho así para intentar que los datos sean comparables. 
Por ejemplo, no vale incluir a los EEUU, puesto que está en una fase incipiente y por tanto, se espera que el número de fallecidos aumente considerablemente, aunque ya llevan más de 200 fallecidos por millón de habitantes y acaban de empezar, lo cual, no dice mucho de la gestión del conservador Donald Trump. 
Pese a que no se pueden obtener datos concluyentes, si podemos observar una gran disparidad en los resultados de la gestión de la crisis sanitaria, resultados que no parecen estar asociados al signo político del gobierno, por lo que habrá que buscar otros factores condicionantes.

De esta primera aproximación y en espera de que alguien lleva a cabo una investigación rigurosa de la cuestión, se pueden obtener una primera conclusión. El signo político no parece ser determinante para el éxito o fracaso de la gestión ante la pandemia y por tanto debemos buscar otros factores para de esta forma, actuar eficazmente ante otra situación de emergencia. Tanto en gobiernos de izquierdas como de derechas hay casos de muy buenos resultados y también de muy malos.

Extrapolando lo observado en el caso del COVID19 a otros problemas que sufrimos en nuestras sociedades desarrolladas, quiero añadir que la sempiterna lucha política entre izquierdas y derechas, no ayuda a solucionar los problemas reales de los países, sino más bien, impide que se afronten convenientemente. 
La lucha por el favor del votante, lleva a los partidos a huir de las situaciones o medidas impopulares y solo gobiernos que cuentan con un amplio consenso con la oposición, son capaces de afrontar los verdaderos problemas que sufrimos los ciudadanos. Pero para esto, hace falta que ambos lados del espectro político hagan gala de una gran responsabilidad política, cosa que brilla por su ausencia. 
Por tanto, en lo sucesivo, propongo que los políticos trabajen por ese consenso y dejen de “despellejarse” mutuamente. De esta forma, de forma consensuada se posicione en las altas esferas del estado a personas de máxima cualificación, independientemente de su ideología. Es decir, que vayamos hacia gobiernos en los que impere la tecnocracia y la meritocracia. De esta forma, se llegaría configurar gobiernos que resultaran altamente eficaces en la gestión, por el bien del conjunto de los ciudadanos.
(*) Economista almeriense

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