sábado, 28 de diciembre de 2019

Así conocí al Niño Bendito / Guillermo Herrera *

Me han pedido que cuente una experiencia personal que siempre he ocultado, y yo no he podido negarme porque este relato puede servir de provecho espiritual para muchas personas, aunque me lo he pensado mucho antes de escribirlo, por temor a ser ridiculizado, o por temor a emocionarme demasiado. 

Pero el deber de un profeta es dar testimonio de su verdad, aunque todo el mundo se ría de ellos, y aunque sufra todo tipo de humillaciones y vejaciones.

Casi todas las tradiciones espirituales de la humanidad creen en la transmigración de las almas desde la antigüedad más remota. La creencia en la reencarnación ha estado presente en la mayoría de las religiones orientales, como el hinduismo, el budismo y el taoísmo, y también en algunas religiones africanas y tribales de América y Oceanía.

RECUERDOS DOLOROSOS

Buda recordó todas sus vidas pasadas cuando se iluminó y estaba preparado, pero para la mayoría de las personas estos recuerdos serían muy traumáticos porque hubo muchas muertes en guerras, asesinatos, accidentes o enfermedades muy dolorosas, y estos recuerdos no nos ayudarían en esta vida a cumplir con la misión para la que vinimos al mundo.

Incluso los primeros cristianos creían en la reencarnación, hasta que vino el Concilio de Nicea y lo prohibió todo, dejándolo reducido a un credo oficial impuesto por la fuerza. El destierro de la doctrina reencarnacionista empezó a expandirse en el año 312, cuando el emperador Constantino el Grande se convirtió al cristianismo. Es obvio que a Constantino no le interesaba buscar la Verdad, sino únicamente la estabilidad política del imperio romano.

El negar la reencarnación implica meter más miedo a la gente si sólo tenemos una vida para enmendarnos. Pero la misericordia divina es infinita, y nos da múltiples oportunidades para evolucionar y volver al camino recto. Del mismo modo es un insulto a Dios negar la existencia de otros mundos. Actualmente, algunos movimientos cristianos también aceptan la reencarnación.

TERAPIA REGRESIVA

Hoy en día se han hecho estudios médicos científicos sobre el recuerdo de vidas pasadas que han arrojado resultados asombrosos. Pero existe un método psicológico muy directo para sacar recuerdos de otras vidas que es la Terapia Regresiva, y que puede ser consciente o inconsciente a través de la hipnosis, aunque yo prefiero la regresión consciente que trabajé hace años.

Algunas personas recuerdan de modo natural su identidad pasada, y lo más directo de todo es encontrarse con personas que conocimos en otras vidas y que nos recuerdan quiénes fuimos y algunas anécdotas que vivimos, y reírnos juntos. Yo tuve la fortuna de tener fuentes de información de todo tipo, es decir, trabajo interno y ayuda externa. Si alguien puede ver algo más que yo no haya visto, ruego que me informe para tener más pistas sobre mi caso.

MI CASO PERSONAL

Hace dos mil años yo era un viejo rabino judío residente en el gran Templo de Jerusalén reconstruido por Herodes el Grande, un doctor de la ley que ejercía de juez aplicando la dura ley judía de aquel entonces. Tenía la misma cara sombría que Jomeini, porque estaba totalmente amargado y apesadumbrado por la cantidad de sentencias de muerte que había tenido que dictar, y que pesaban como una losa sobre mi conciencia. El adulterio se castigaba entonces con la lapidación, como hace hoy en día la ley islámica en África.

Un día entró en el templo un niño desconocido que se dirigió a todos nosotros, los doctores de la ley. Yo ni siquiera lo miré a la cara porque era muy orgulloso y no aceptaba que un niño mocoso me diera lecciones, por lo que me hice el distraído, pero lo escuché muy atentamente con disimulo.

Era un niño guapísimo, lleno de inocencia y sabiduría, no exenta de un sentido del humor encantador; escuchar su voz era una delicia, un bálsamo para el alma, algo que nos emocionó a todos los rabinos.

Dijo que existe una Ley superior a la que nosotros conocemos que es la Ley del Perdón, del Amor y de la Misericordia. Que existe un Padre Celestial que nos ama sin condiciones, que nos perdona todos nuestros errores, y que todos somos sus hijos muy amados.

Cuando se fue aquel niño yo tuve que marchar a esconderme para llorar a lágrima viva, sin que nadie me viera, porque me daba mucha vergüenza de que vieran llorar a un juez. Lloré sin parar retorcido de arrepentimiento y consuelo hasta que no me quedaban más lágrimas. Me sentía perdonado y liberado de mi carga, y la emoción fue tan fuerte que mi cuerpo no lo resistió y morí al poco tiempo feliz y liberado, como si me hubiera quitado un peso de miles de años.

Luego de di cuenta de algo muy fuerte, que aquel niño Jesús entró en el templo para liberarme a mí personalmente. Desde entonces mi mayor deseo y honor es tener la oportunidad de servir en el futuro en el equipo del Almirante de la Flota Estelar cuando se produzca la Segunda Venida gloriosa del Maestro para liberar a la humanidad, a los animales y al planeta, una intervención divina directa que pido en voz alta todos los días.

TÍBET

Aquella liberación me volvió loco de alegría, y mi siguiente vida fue en el Tíbet como un Lama. Yo no fui un lama normal ortodoxo sino un lama liberado, revolucionario e iconoclasta, completamente loco de alegría, que se reía de los rituales, pero que sabía hacerlos perfectamente si lo ponían a prueba.

Le gente me seguía como un rebaño por la autenticidad de mis palabras, pero yo no quería tener seguidores y siempre me escabullía. Cuando estuve de ‘treking’ en esta vida también me seguía la gente de los pueblos de Nepal, porque se acordaban de mi inconscientemente.

Sé que se escribió un libro sobre mi vida en tibetano, que tenía el apoyo de ‘chungchung’ que significa pequeñito, y que mucha gente me lloró cuando morí allí porque me convertí en una leyenda, y que volveré a serlo cuando renazca en el desierto de Arizona. Otro libro que habla de mí, está en la biblioteca del monasterio de Santa Catalina, al pie del Monte Sinaí, en Egipto.

Mi monasterio tibetano era una humilde cueva en Nepal sobre el río Kali Gandaki, afluente del Ganges, que se llamaba “Ñinma Tugtrel” que significa “Sol triste” porque mira al poniente, y me pasaba el día meditando en la postura del loto sobre una explanada.

Abrazaba a los tigres como si fueran gatitos mansos por mi amor por los felinos, y aquello parecía milagroso para la gente. Jamás se me ocurrió meditar sobre la piel de un tigre. Pero no todo fue color de rosa, porque mataron a un lama compañero, y su muerte me produjo una profunda tristeza.

Vivía en el Terai, la zona verde de Nepal, porque no me gustaba el frío extremo del Tíbet, y me encantaba el carácter amable y tolerante de los hindúes, frente a la rigidez de los chinos, a los que no soportaba muy bien por su autoritatismo. Algunos lamas famosos de hoy en día como Kalu Rimpoché me conocieron personalmente en aquella época. También tengo una conexión espiritual muy fuerte y poderosa con el Yogui Bábayi, que es el origen del linaje de Yogananda.

RECAPITULANDO

A lo largo de mis vidas he sido muchas veces sacerdote, médico y militar, pero desde entonces no he vuelto a ser ni abogado ni juez, por mi desagradable recuerdo de Judea. También fue muy desagradable mi recuerdo de militar en los días finales de la Atlántida, porque aquello se convirtió en un régimen político totalitario, lleno de miedo, cuando gobernaron las fuerzas oscuras.

Soy un alma joven de origen pleyadiano en esta Tierra, y me gusta estar rodeado de gatos como a los pleyadianos en sus naves, porque también fui piloto de una nave estelar.

Sólo llevo reencarnando unos treinta mil años en esta Tierra, cuando otras almas llevan millones de años, pero ya me estoy cansando de este juego tenebroso de la ‘matrix’, y añoro volver a mi origen divino. Por eso siempre me ven triste, porque estoy cansado de este mundo. Busco a Dios con toda mi alma.

Ahora soy español, como antes fui italiano y francés, porque tengo una conexión espiritual muy fuerte con el alma de España, y me emociona mucho todo lo que huele a cultura española y latina en general. Por eso juré como militar dar la vida por mi madre patria.

Mi mayor deseo es la unión libre de todos los pueblos latinos con España, porque es nuestro destino natural, ya que formamos parte de la misma familia de naciones, y compartimos el mismo idioma y la misma cultura, con todo el respeto y veneración para las venerables culturas indígenas indoamericanas a las que admiro profundamente, porque me han enseñado mucha sabiduría.


 (*) Periodista almeriense


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