Me
han pedido que cuente una experiencia personal que siempre he
ocultado, y yo no he podido negarme porque este relato puede servir
de provecho espiritual para muchas personas, aunque me lo he pensado
mucho antes de escribirlo, por temor a ser ridiculizado, o por temor
a emocionarme demasiado.
Pero el deber de un profeta es dar
testimonio de su verdad, aunque todo el mundo se ría de ellos, y
aunque sufra todo tipo de humillaciones y vejaciones.
Casi todas las tradiciones espirituales de la humanidad creen en la
transmigración de las almas desde la antigüedad más remota.
La creencia en la reencarnación ha estado presente en la mayoría de
las religiones orientales, como el hinduismo, el budismo y el
taoísmo, y también en algunas religiones africanas y tribales
de América y Oceanía.
RECUERDOS DOLOROSOS
Buda recordó todas sus vidas pasadas cuando se iluminó y
estaba preparado, pero para la mayoría de las personas estos
recuerdos serían muy traumáticos porque hubo muchas muertes en
guerras, asesinatos, accidentes o enfermedades muy dolorosas, y estos
recuerdos no nos ayudarían en esta vida a cumplir con la misión
para la que vinimos al mundo.
Incluso los primeros cristianos creían en la reencarnación,
hasta que vino el Concilio de Nicea y lo prohibió todo,
dejándolo reducido a un credo oficial impuesto por la fuerza.
El destierro de la doctrina reencarnacionista empezó a expandirse en
el año 312, cuando el emperador Constantino el Grande
se convirtió al cristianismo. Es obvio que a Constantino no
le interesaba buscar la Verdad, sino únicamente la estabilidad
política del imperio romano.
El negar la reencarnación implica meter más miedo a la gente
si sólo tenemos una vida para enmendarnos. Pero la misericordia
divina es infinita, y nos da múltiples oportunidades para
evolucionar y volver al camino recto. Del mismo modo es un insulto
a Dios negar la existencia de otros mundos. Actualmente, algunos
movimientos cristianos también aceptan la reencarnación.
TERAPIA REGRESIVA
Hoy en día se han hecho estudios médicos científicos sobre el
recuerdo de vidas pasadas que han arrojado resultados asombrosos.
Pero existe un método psicológico muy directo para sacar recuerdos
de otras vidas que es la Terapia Regresiva, y que puede ser
consciente o inconsciente a través de la hipnosis, aunque yo
prefiero la regresión consciente que trabajé hace años.
Algunas personas recuerdan de modo natural su identidad pasada, y lo
más directo de todo es encontrarse con personas que conocimos en
otras vidas y que nos recuerdan quiénes fuimos y algunas anécdotas
que vivimos, y reírnos juntos. Yo tuve la fortuna de tener fuentes
de información de todo tipo, es decir, trabajo interno y ayuda
externa. Si alguien puede ver algo más que yo no haya visto, ruego
que me informe para tener más pistas sobre mi caso.
MI CASO PERSONAL
Hace dos mil años yo era un viejo rabino judío residente en
el gran Templo de Jerusalén reconstruido por Herodes el Grande, un
doctor de la ley que ejercía de juez aplicando la dura ley
judía de aquel entonces. Tenía la misma cara sombría que Jomeini,
porque estaba totalmente amargado y apesadumbrado por la
cantidad de sentencias de muerte que había tenido que dictar, y que
pesaban como una losa sobre mi conciencia. El adulterio se castigaba
entonces con la lapidación, como hace hoy en día la ley islámica
en África.
Un día entró en el templo un niño desconocido que se dirigió a
todos nosotros, los doctores de la ley. Yo ni siquiera lo miré a la
cara porque era muy orgulloso y no aceptaba que un niño mocoso me
diera lecciones, por lo que me hice el distraído, pero lo escuché
muy atentamente con disimulo.
Era un niño guapísimo, lleno de inocencia y sabiduría, no exenta
de un sentido del humor encantador; escuchar su voz era una delicia,
un bálsamo para el alma, algo que nos emocionó a todos los rabinos.
Dijo que existe una Ley superior
a la que nosotros conocemos que es la
Ley del Perdón, del Amor y
de la Misericordia. Que existe un Padre
Celestial que nos ama sin condiciones, que nos perdona todos
nuestros errores, y que todos somos sus hijos muy amados.
Cuando se fue aquel niño yo tuve que marchar a esconderme para
llorar a lágrima viva, sin que nadie me viera, porque me daba mucha
vergüenza de que vieran llorar a un juez. Lloré sin parar retorcido
de arrepentimiento y consuelo hasta que no me quedaban más lágrimas.
Me sentía perdonado y liberado de mi carga, y la emoción fue
tan fuerte que mi cuerpo no lo resistió y morí al poco tiempo feliz
y liberado, como si me hubiera quitado un peso de miles de años.
Luego de di cuenta de algo muy fuerte, que aquel niño Jesús
entró en el templo para liberarme a mí personalmente.
Desde entonces mi mayor deseo y honor es tener la oportunidad de
servir en el futuro en el equipo del Almirante de la Flota Estelar
cuando se produzca la Segunda Venida gloriosa del Maestro
para liberar a la humanidad, a los animales y al planeta, una
intervención divina directa que pido en voz alta todos los
días.
TÍBET
Aquella liberación me volvió loco de alegría, y mi
siguiente vida fue en el Tíbet como un Lama. Yo no fui un lama
normal ortodoxo sino un lama liberado, revolucionario e iconoclasta,
completamente loco de alegría, que se reía de los rituales, pero
que sabía hacerlos perfectamente si lo ponían a prueba.
Le gente me seguía como un rebaño por la autenticidad de mis
palabras, pero yo no quería tener seguidores y siempre me
escabullía. Cuando estuve de ‘treking’ en esta vida
también me seguía la gente de los pueblos de Nepal, porque se
acordaban de mi inconscientemente.
Sé que se escribió un libro sobre mi vida en tibetano, que tenía
el apoyo de ‘chungchung’ que
significa pequeñito, y que mucha gente me lloró cuando morí allí
porque me convertí en una leyenda, y que volveré a serlo
cuando renazca en el desierto de Arizona. Otro libro que habla de mí,
está en la biblioteca del monasterio de Santa Catalina, al pie del
Monte Sinaí, en Egipto.
Mi monasterio tibetano era una humilde cueva en Nepal sobre el río
Kali Gandaki, afluente del Ganges, que se llamaba “Ñinma
Tugtrel” que significa “Sol triste” porque mira al
poniente, y me pasaba el día meditando en la postura del loto sobre
una explanada.
Abrazaba a los tigres como si fueran gatitos mansos por mi amor por
los felinos, y aquello parecía milagroso para la gente. Jamás se me
ocurrió meditar sobre la piel de un tigre. Pero no todo fue color de
rosa, porque mataron a un lama compañero, y su muerte me produjo una
profunda tristeza.
Vivía en el Terai, la zona verde de Nepal, porque no me
gustaba el frío extremo del Tíbet, y me encantaba el carácter
amable y tolerante de los hindúes, frente a la
rigidez de los chinos, a los que no soportaba muy bien por su
autoritatismo. Algunos lamas famosos de hoy en día como Kalu
Rimpoché me conocieron personalmente en aquella época. También
tengo una conexión espiritual muy fuerte y poderosa con el Yogui
Bábayi, que es el origen del linaje
de Yogananda.
RECAPITULANDO
A lo largo de mis vidas he sido muchas veces sacerdote, médico y
militar, pero desde entonces no he vuelto a ser ni abogado
ni juez, por mi desagradable recuerdo de Judea. También fue muy
desagradable mi recuerdo de militar en los días finales de la
Atlántida, porque aquello se convirtió en un régimen político
totalitario, lleno de miedo, cuando gobernaron las fuerzas oscuras.
Soy un alma joven de origen pleyadiano en esta Tierra, y me
gusta estar rodeado de gatos como a los pleyadianos en sus naves,
porque también fui piloto de una nave estelar.
Sólo llevo reencarnando unos treinta mil años en esta Tierra,
cuando otras almas llevan millones de años, pero ya me estoy
cansando de este juego tenebroso de la ‘matrix’, y añoro
volver a mi origen divino. Por eso siempre me ven triste,
porque estoy cansado de este mundo. Busco a Dios con toda mi alma.
Ahora soy español, como antes fui italiano y francés, porque tengo
una conexión espiritual muy fuerte con el alma de España, y me
emociona mucho todo lo que huele a cultura española y latina en
general. Por eso juré como militar dar la vida por mi madre patria.
Mi mayor deseo es la unión libre de todos los pueblos latinos con
España, porque es nuestro destino natural, ya que formamos parte de
la misma familia de naciones, y compartimos el mismo idioma y la
misma cultura, con todo el respeto y veneración para las venerables
culturas indígenas indoamericanas a las que admiro profundamente,
porque me han enseñado mucha sabiduría.
(*) Periodista almeriense
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