ALMERÍA.- Los almerienses, según la última encuesta del Ecobarómetro, están seriamente preocupados por el cambio climático
y los efectos indeseables que se esperan en el clima y en la economía
provincial. Un 87 por ciento de los encuestados declaran esa
preocupación. Algo que, sin embargo, no está teniendo reflejo en las
políticas de infraestructuras, señala la Mesa en Defensa del Ferrocarril
en una nota.
A su entender, si nada cambia -y todo parece apuntar en esa dirección- la provincia seguirá siendo durante al menos seis o siete años más, la peor dotada del país en materia de unos servicios ferroviarios que, a todos los efectos, son los mismos, e incluso inferiores, a los que tenía Almería en los primeros años del siglo pasado.
Ese ‘centenario de miseria’ se cumple sin perspectivas a corto o medio plazo de disponer de la alta velocidad ferroviaria, con unas líneas convencionales obsoletas y con la velocidad media de viaje más lenta de España, con hasta cuatro trasbordos para ir a Sevilla (siete horas y cuarto en poco más de 400 kilómetros), y una única línea con Madrid que está amenazada con la desaparición en los próximos meses, añade.
Y todo ello, continua el escrito, "a pesar de que en el Día de la Constitución el ministro de Fomento, José Luis Ábalos, declaraba el compromiso firme del Gobierno es que para 2030 el transporte emita un 32% menos gases contaminantes. Como no podía ser de otra manera, Ábalos incluye en ese plan la mejora del transporte ferroviario, que pasa por ser uno de los más eficientes en la reducción de emisiones".
“Lo lamentable es que Almería está aún muy lejos de poder cumplir con ese loable objetivo, impulsado por las exigencias de cumplir los compromisos para poner freno al cambio climático. En los escenarios más optimistas, la provincia no tendrá la opción de apostar por el tren, ni para personas ni para mercancías, antes del año 2025 o 2026 y eso supone que una población concienciada y preocupada no podrá formar parte de la avanzadilla que trata de reducir la huella de carbono”, apunta la asociación.
Los plazos se alargan, los proyectos no acaban de fluir, las previsiones no se cumplen y ello aboca a Almería a un futuro ferroviario aún plagado de nubarrones que impiden ver con un mínimo de claridad ese futuro ‘descarbonizado’ del que habla el ministro, continúa la Mesa en su nota.
Pero, señaladas ya las líneas de lo que es y será necesario hacer en los próximos años, a esta organización le parece “incomprensible que a fecha de hoy no se adopten decisiones relacionadas con esa reducción de emisiones de gases contaminantes que España, y la mayor parte del resto del mundo, se han propuesto”.
Como ejemplo pone el trayecto Almería-Madrid, con cuatro relaciones diarias entre ambas capitales; 560 kilómetros de recorrido en los que la locomotora del Talgo consume en torno a los 1.400 litros de gasoil cuando, en realidad, podría reducir esa cantidad en un 60 por ciento.
“No hay más misterio que saber que de esos 560 kilómetros de trazado ferroviario más de la mitad, en concreto 314, están ya electrificados. Si queremos marcarnos el objetivo de reducir la huella de carbono, los 214 kilómetros restantes (entre Almería y Linares) se tendrían que seguir realizando con locomotoras diésel, mientras que los 314 que van de Linares hasta Madrid pueden hacerse con una locomotora eléctrica que enganchase en Linares en muy pocos minutos”.
"No hay coste de obras, ni proyectos a
aprobar, licitar y adjudicar; se trata de tomar la decisión y llevarla a
la práctica ya, hoy o mañana. Con ello en cada trayecto entre Madrid y Almería se estarían ahorrando en torno a los 840 litros de carburantes y sus correspondientes emisiones a la atmósfera", asegura la Mesa.
"Los almerienses seguimos clamando por la mejora de los servicios ferroviarios o por la culminación de los proyectos de alta velocidad para el Corredor Mediterráneo, pero en tanto esas infraestructuras no llegan, sólo nos cabe rogarle al Ministerio y a su titular que, por favor, nos deje formar parte de esa batalla que la humanidad está librando contra el cambio climático. Es nuestra obligación, pero también nuestro derecho", concluye.
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