Rafael Velasco ha dimitido. Lo ha dejado todo, escaño y Vicesecretaría del PSOE-A, o sea la política, todo lo que parecía su vida desde que era un adolescente en Palma del Río, su pueblo natal en Córdoba. Con la dimisión ha demostrado varias cosas que, dados los tiempos que corren y el paisanaje imputado judicialmente en corrupción, conviene subrayar y valorar.
Inesperada por inusual, la dimisión del número dos del partido que gobierna Andalucía, al margen de las causas que la han provocado, procede calificarla como un gesto saludable democráticamente hablando, pero que en este caso por su singularidad encierra visibles dosis de honradez personal y política del hasta hoy número dos socialista en Andalucía.
Cuando escuché las primeras declaraciones de Velasco, tras la publicación por El Mundo de Andalucía del escándalo que le iba a cambiar su vida, -en el más amplio sentido de la palabra vida-, deduje que estaba políticamente tocado, lo comentamos en la tertulia de El Ruedo Andauz de la pasada semana. La referencia, medio irónica, pretendidamente mordaz, sobre la defensa de la familia que hace la católica derecha, encerraba algo más cuando utilizó como principal argumento de defensa aquel “no querrán que me divorcie”.
Velasco, implícitamente, dejó dicho aquel día que le importaba y mucho su mujer, su familia, o sea su otra vida al margen de la política. Una vida que empezaba a escapársele, ahora que va a ser padre por segunda vez y comprobar los efectos colaterales de su actividad política. Y ese, parece que única y exclusivamente ese, ha sido el gran argumento de peso a la hora del abandono de la política en primerísima línea. Ha pesado más el sufrimiento a su alrededor que su aguante como punta de lanza en el partido. Así es la vida y, a veces, así son las personas también en la vida política.
El gesto de Velasco ha provocado, al mismo tiempo, una gran avería en la sala de máquinas del griñanismo. Su primer maquinista, el ejecutor del día a día en el partido, el hombre que le pastoreaba especialmente la beligerante agrupación de Cádiz – (en la de Almería está Susana Díaz )- entró el martes en un mutismo absoluto tras plantearle al secretario general y presidente que abandonaba todo, que no podía más, desgranando más que justificados argumentos de carácter personal y familiar, los únicos que para el PSOE han pesado en esta inesperada y sorprendente dimisión de Velasco.
Qué duda cabe que tras esta dimisión ha existido una operación política, parece que rutinaria, de la oposición del PP que, cuando la lanzó, no soñaba ni de lejos el desajuste político que el asunto iba acabar produciendo en la guardia de corps del presidente de la Junta. Pero también como fondo, no conviene olvidarlo, la denuncia, una más, entorno al manejo de las subvenciones oficiales que en este caso llegaron a la empresa de formación de la compañera de Velasco.
La primera pregunta que a esta hora deben estar haciéndose mucha gente en Andalucía es si, con la dimisión de Velasco, vamos a empezar a enterarnos del destino de millones de euros de dinero público que se maneja en algo tan desconocido como es la formación ocupacional y de la otra.
De momento tan solo un síntoma que avanzo. El consejero de Empleo, Manuel Recio, ha decidido finalmente acudir mañana en directo a Onda Cero y parece que, entre otras cosas, quiere hablar del asunto. Lo escucharemos hoy jueves a las 19,30 horas.
A estas alturas, Pepe Griñán debe de estar deshojando la margarita de la situación, buscando la salida inmediata a la inesperada crísis, máxime cuando se está en pleno diseño de la campaña para las municipales. El presidente, además de la gestión del gobierno, se ha quedado solo en la portería del partido, sin un defensa que le pare las ofensivas goleadoras, sobre todo de los suyos.
Una de las ultimas paradas que le atribuyen al presidente ha pasado casi desapercibida para el gran público, como casi todas las que tienen como escenario político de origen Almería. En efecto, en esta ocasión ha frenado en seco la, dicen, “casi segura nominación como Secretario de Estado del ex consejero de Agricultura e Innovación Martín Soler”. Según fuentes socialistas, "la idea partió del propio partido en Andalucía" y en Madrid llegó a gozar del apoyo y visto bueno de Manuel Chaves y de Gaspar Zarrías.
Pero la operación, siempre según las mismas fuentes, tenía una doble carambola: nombrar a Martín Soler en algo vistoso, segundo rango de gobierno, pero visualizándose además como cuota almeriense ya que iba a sustituir a su vieja adversaria en el partido, Consuelo Rumí, al frente de la Secretaría de Estado para la Función Publica.
El fichaje como asesor por Zarrías de Clemente García, hombre de Soler, ex delegado de Medio Ambiente cesado por Griñán, fue susurrado por voces del oficialismo almeriense en la redes sociales como tan solo “un aperitivo de lo que llegará” aseguraban. Alguna llegó a escribir estos días algo así: ya verán la carita que se le pone a más de uno cuando empiecen los nombramientos de nuevos Secretarios de Estado.
Que María Teresa Fernández de la Vega, amiga y protectora politica de Rumí dejara el gobierno, sirvió para enervar a la tropa martinista en Almería con ese cese y nombramiento, finalmente frustrado por el propio Griñán. De haberse producido, qué duda cabe que hubiese sido un ninguneo en toda regla a la autoridad política del actual presidente de la Junta, ante quien, se recuerda, se permitió rechazar Soler dos consejerías, no una, dos.
Pero el secreto a voces de sus nuevas aspiraciones llegó a San Telmo, de la misma forma que arribó hace mes y pico la propuesta de otro nombramiento que se habia buscado Soler en Madrid, el de presidente de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir y que tampoco se consumó.
“Esa es la única manera que tiene Pepe Griñán de acabar políticamente con Soler, cortarle el cordón umbilical que le une con Madrid, porque si le nombran Secretario de Estado, Martín no solo se recupera, sino que sale fortalecido” , asegura un socialista que le conoce bien desde hace años en Almería.
El bloqueo, se asegura por otra fuente sevillana del PSOE, ha sido efectivo y está en vigor.
Por tanto, los cabildeos de Soler, entre conspirativos o buscando un nuevo destino bajo el sol de la política, parecen que pueden haber dejado de ser un problema para Griñán, no tanto como su herencia política y de gestión, de la que el titular de Innovación, Antonio Avila, procura administrarle al presidente solo pequeñas dosis periódicamente.
De la noche a la mañana el presidente se ha visto como Marcelino Iglesias, al frente del gobierno y del partido. Ahora su gran preocupación debe de estar en acertar en la elección de la persona que sustituya a Velasco al frente de la Vicesecretaría del PSOE-A.
Quizás sea en estos momento cuando Griñán repase aciertos y errores y en base a memorizar lo sucedido desde que se llevaron a Chaves a Madrid, diseñar el perfil y buscar la persona idónea para situación tan delicada, a siete meses solo de las municipales.
Entre tantos candidatos tiene pocos para elegir entre hombres y mujeres del partido. De todos los perfiles alabados por Griñán como secretario general de una agrupación, destaca el de Migue Angel Heredia en Málaga. Ese tipo de hombre es el que quizás busque el presidente para salir de esta crisis, otra cosa es que acierte en la elección.
En las filas del PP no se ha visto euforia por la cabeza ganada a los pocos días de haber disparado a Rafael Velasco. Es más, es posible que hasta les haya sorprendido tan inesperada dimisión. Pero lo sucedido, lo apunté más arriba, puede abrir una espiral de denuncias políticas en la que vamos a ver desfilar a muchos parientes y familiares de la clase política y dirigente andaluza beneficiados, todos ellos, de los fondos públicos en sus más diversas y variadas facetas y canalizaciones.
No creo, por tanto, que el PP fuese consciente del alcance final que iba a tener su denuncia sobre las subvenciones de la Junta a la empresa de la mujer de Velasco. Visto lo visto, no olvidemos que se entra en campaña y que el PP gobierna ayuntamientos muy relevantes de Andalucía.
Que una cuestión ética y estética – está por demostrar ilegalidad alguna en la concesión de esas subvenciones- haya propiciado que el número dos socialista dimita en una semana, sin que exista un procedimiento judicial de por medio, ni una investigación parlamentaria, solo cuatro declaraciones a los medios como mucho desde la oposición, ha colocado alto el listón de la decencia en política en Andalucía. Dentro y fuera del PSOE.
(*) Periodista
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