El Vaticano observó un silencio calificado de desdeñoso por la prensa. Su diario L'Osservatore Romano ni siquiera mencionó la presencia en Roma, el corazón del Papado, del líder libio, con su tienda beduina, sus "amazonas" (guardaespaldas) y sus 30 purasangres con sus jinetes bereberes.
Sin embargo, el secretario de la Congregación para la evangelización de los pueblos, Robert Sarah, lamentó las declaraciones de Gadafi sobre el islam y las calificó de "provocación" y "falta de respeto hacia el Papa e Italia, país mayoritariamente católico".
"Hablar de un continente convertido en bloque al islam no tiene ningún sentido porque son las personas las que deciden solas y en plenitud de conciencia ser cristianas, musulmanas o de otra religión", declaró al diario romano La Repubblica.
Gadafi hizo esas declaraciones el domingo ante 500 mujeres seleccionadas por una agencia, y luego al recibir a otras 200, todas ellas pagadas para escuchar al líder libio.
El diario del episcopado italiano, Avvenire, también criticó una "sesión de propaganda islámica", "deliberadamente folclórica", preguntándose cómo en una "Italia tolerante y pluralista", "de profundas raíces cristianas" pudo librarse Khadafi a "un espectáculo de proselitismo".
No obstante, salvo la oposición de izquierda que denunció un mercadeo económico entre Berlusconi y Gadafi, nadie criticó abiertamente la actitud comprensiva del jefe del Gobierno italiano con su turbulento invitado.
Hubo quienes subrayaron la utilidad del tratado de amistad bilateral entre Italia y Libia, cuyo segundo aniversario celebraron el lunes los dos líderes, para reforzar sus vínculos económicos.
Pero el malestar era palpable en los medios católicos. Maurizio Lupi, vicepresidente de la Camara de Diputados, y miembro del PDL de Berlusconi, se preguntó en una carta publicada por La Stampa, si "es oportuno ofrecer nuestro país como escenario de los 'shows' del rais".
"Es ciertamente fundamental para nosotros desarrollar relaciones diplomáticas privilegiadas con Libia, pero ¿por qué no se ven escenas semejantes en Alemania u otros países?", se pregunta.
Reacción similar se produjo por parte del popular presidente de la región de Venecia (noreste), Luca Zaia, alto responsable de la Liga Norte, partido aliado de Berlusconi.
"Que Gadafi vaya a hacer en su casa sus llamamientos a la conversión. No me gustó nada su proselitismo de la islamización", declaró al diario Mattino di Padova. "Como invitado, no tiene un gran sentido de la educación. Debería limitarse a las cuestiones del acuerdo económico y comercial suscrito por Italia y por Libia", dijo Zaia.
El diario de la Liga, la Padania, fue incluso más directo: "Europa debe ser cristiana", titulaba el martes en toda su primera página.
Para este diario, "el deseo, o quizá la amenaza de Gadafi, hacen reír" ya que ha acostumbrado a su auditorio "a su folclore y a sus excesos". Pero su invitación a la conversión al islam debe llevar a Europa a replicar afirmando sus valores cristianos, según la Padania.
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