SEVILLA.- La mascarilla será prenda de obligado cumplimiento en Andalucía. Ante el vertiginoso aumento registrado en los últimos días en el número de PCR positivas por Covid-19, el presidente andaluz, Juanma Moreno, se abonó ayer sábado al viejo aserto. «Más vale prevenir que curar»,
señaló. Y por ello propondrá mañana lunes al comité técnico-médico que
asesora a su Gobierno la obligatoriedad del elemento de protección
facial.
Una vez aprobada, la medida entrará en vigor «de inmediato» o en un plazo como mucho de 48 horas a partir de su segura aprobación. La vehemencia del anuncio de Moreno, que señaló haberlo consensuado con el consejero de Salud, Jesús Aguirre, no dejó ninguna duda al respecto.
La comunidad se unirá así a Cataluña, Baleares y Extremadura, las tres autonomías que hasta la fecha han tomado una determinación de este calibre. ¿A qué nos exponemos si nos descubren sin ella puesta y qué excepciones habrá? Eso habrá de dilucidarse en los próximos días.
Con esta decisión, la Junta de Andalucía trata de anticiparse de nuevo a una situación que, si no resulta crítica —Moreno quiso dejar claro ayer que «no estamos en una situación límite como otros territorios de España»—sí empieza a ser preocupante.
Ayer, Salud comunicó 62 nuevos positivos —la mitad en la provincia de Almería— por coronavirus en la región, a los que hay que añadir los incrementos de cada uno de los 16 brotes que se tienen contabilizados (uno menos que el día anterior, al superarse uno en Granada).
No es sólo que la cifra de contagios parece multiplicarse exponencialmente (la semana comenzó con incrementos diarios de sólo 17 y 15 para ir ascendiendo según pasaban los días). Es que habría que remontarse a mediados de mayo para encontrar una deriva así.
A partir de entonces la curva no había hecho sino bajar. Desde el lunes, además, y aunque el número de hospitalizados se mantiene estable en 42, han requerido ingreso hospitalario 28 personas, y dos de ellas han tenido que ser ingresadas en UCI. Cuatro pacientes han fallecido en estos días con Covid-19. La cara, los 221 curados de la semana que hoy acaba.
¿A qué se debe esta drástica inflexión? Más allá de conocer el origen de algunos de los 16 brotes vivos (como el del velatorio de la joven de Belicena en Granada) no hay explicaciones oficiales.
Pero también se refirió el líder del Ejecutivo a otra variable: el turismo. Se cuidó mucho de hablar como germen de posibles contagios de los visitantes que al fin están llegando a Andalucía —necesario maná para reactivar la economía—.
Pero sí incidió en actitudes que se está dando con frecuencia en determinadas localidades del litoral: la de ver a los turistas sin mascarilla, lo que genera el lógico temor entre los residentes e incluso podría estar generando cierta «turismofobia». Por eso, a partir de la semana que viene, no habrá distinciones. Los de fuera y los de dentro tendrán que portar la máscara.
De continuar el ritmo de contagios, habrá medidas de mayor calado. Ayer volvieron a cerrarse playas por exceso de aforo. Ocurrió en Cádiz, en las calas de Roche en Conil, y a punto estuvo de pasar en Chipiona. Pero las determinaciones pueden ser mucho más drásticas si hace falta. Moreno volvió a advertir ayer de que no le «temblará la mano» si en algún momento ha de ordenar algún tipo de confinamiento. «Hay que evitar que nos atropelle el virus», remachó y recogió Abc.
La comunidad se unirá así a Cataluña, Baleares y Extremadura, las tres autonomías que hasta la fecha han tomado una determinación de este calibre. ¿A qué nos exponemos si nos descubren sin ella puesta y qué excepciones habrá? Eso habrá de dilucidarse en los próximos días.
Con esta decisión, la Junta de Andalucía trata de anticiparse de nuevo a una situación que, si no resulta crítica —Moreno quiso dejar claro ayer que «no estamos en una situación límite como otros territorios de España»—sí empieza a ser preocupante.
Ayer, Salud comunicó 62 nuevos positivos —la mitad en la provincia de Almería— por coronavirus en la región, a los que hay que añadir los incrementos de cada uno de los 16 brotes que se tienen contabilizados (uno menos que el día anterior, al superarse uno en Granada).
No es sólo que la cifra de contagios parece multiplicarse exponencialmente (la semana comenzó con incrementos diarios de sólo 17 y 15 para ir ascendiendo según pasaban los días). Es que habría que remontarse a mediados de mayo para encontrar una deriva así.
A partir de entonces la curva no había hecho sino bajar. Desde el lunes, además, y aunque el número de hospitalizados se mantiene estable en 42, han requerido ingreso hospitalario 28 personas, y dos de ellas han tenido que ser ingresadas en UCI. Cuatro pacientes han fallecido en estos días con Covid-19. La cara, los 221 curados de la semana que hoy acaba.
¿A qué se debe esta drástica inflexión? Más allá de conocer el origen de algunos de los 16 brotes vivos (como el del velatorio de la joven de Belicena en Granada) no hay explicaciones oficiales.
Relajamiento social
Ayer Juanma Moreno, de visita oficial en Ceuta, argumentó un «progresivo relajamiento de la población después de cinco meses muy duros». Algo que explica situaciones como la vivida en la madrugada del sábado en Cádiz, donde la Policía tuvo que desalojar y cerrar una discoteca por exceso de aforo.Pero también se refirió el líder del Ejecutivo a otra variable: el turismo. Se cuidó mucho de hablar como germen de posibles contagios de los visitantes que al fin están llegando a Andalucía —necesario maná para reactivar la economía—.
Pero sí incidió en actitudes que se está dando con frecuencia en determinadas localidades del litoral: la de ver a los turistas sin mascarilla, lo que genera el lógico temor entre los residentes e incluso podría estar generando cierta «turismofobia». Por eso, a partir de la semana que viene, no habrá distinciones. Los de fuera y los de dentro tendrán que portar la máscara.
De continuar el ritmo de contagios, habrá medidas de mayor calado. Ayer volvieron a cerrarse playas por exceso de aforo. Ocurrió en Cádiz, en las calas de Roche en Conil, y a punto estuvo de pasar en Chipiona. Pero las determinaciones pueden ser mucho más drásticas si hace falta. Moreno volvió a advertir ayer de que no le «temblará la mano» si en algún momento ha de ordenar algún tipo de confinamiento. «Hay que evitar que nos atropelle el virus», remachó y recogió Abc.
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