Al parecer fue el presidente norteamericano Harry Truman, que a pesar
de ser un superviviente nato no era precisamente ningún prodigio de
virtudes éticas, el autor de una de las frases más terribles y no por
ello menos bellas sobre la comunicación política y gubernamental: "Si no puedes convencerlos, confúndelos".
Y bueno, tras un mes de gestión política y comunicacional de la crisis del Covid-19 ya no es aventurado afirmar que nuestro
gobierno, asustado por su falta de previsión en el origen de la
pandemia, por el implacable número de cadáveres diarios, por habernos
convertido en el país del mundo con mayor porcentaje de fallecidos y
sobre todo por el cabreo creciente de la ciudadanía española,
decidió a pasar a la segunda parte de la frase de Harry Truman, la de
confundir, sin pasar por la primera, ya saben, la de tratar de
convencer, que como todo el mundo sabe es mucho más engorrosa y
desagradecida.
Y he de decir que, en este capítulo, el de generar confusión usando
herramientas más propias de ilusionistas que de gobernantes, el gobierno
ha sido particularmente prolífico.
Aunque tengo serias dudas de que ese
alto número de bombas de humo vaya a la postre a ser demasiado eficaz.
¿Y cuáles han sido esos trucos? Se preguntarán ustedes. Pues vamos con ellos.
El 'Efecto Bandwagon'
El llamado Efecto Bandwagon es un conocido y estudiado sesgo cognitivo también llamado "efecto arrastre" por el que
los seres humanos aceptamos automáticamente que cuando un grupo grande
de personas piensan o se comportan de determinada forma, esa y no otra
es la forma correcta de pensar y actuar y nos sumamos a la manada de forma gregaria, acrítica y en cierto sentido, oportunista.
Si miramos hacia atrás solo tres semanas, veremos cómo ha influido ese Efecto bandwagon
en nuestro comportamiento ante el posicionamiento político de los
diferentes partidos en esta crisis, que se puede resumir en una frase
que habrán escuchado e incluso repetido ustedes mismos en distintas
declinaciones, me refiero a la ya famosa: "La oposición lo que debe hacer es callarse y apoyar al gobierno hasta que pase la crisis".
No existe lógica alguna en esa idea, no responde a nuestro
ordenamiento político-constitucional (la democracia no se suspende en
medio de una crisis sanitaria y la oposición tiene una misión de control
que cumplir), y ni tan siquiera nos beneficia, pero a pesar de todo
ello (reconozcanlo) tienen en su cabeza esa falsa idea esculpida en
bajorrelieve.
Tal
es el poder del efecto arrastre y el gobierno lo ha usado en su favor
maniatando a la oposición e impidiendo que cumpla su función
constitucional so pena de ser acusados de crímenes de lesa democracia.
El relato de la pandemia
¿Cuáles es la idea que más relacionan con este periodo de cuarentena?
Estoy
seguro de que una de ellas es que "Este virus lo paramos unidos", que
responde a la campaña institucional del gobierno de España. Una bonita
frase, sin duda.
Pero es mucho más que una frase, es la punta de lanza de un relato
que ha corrido por todos los medios y canales de forma machacona durante
el último mes convenciendonos de la importancia de nuestro papel para
solucionar la crisis, llenando nuestros corazones de solidaridad,
heroísmo y sentimiento de comunidad.
Según esa idea, repetida ad nauseam en una campaña
institucional sin límite de gasto, no hay otra forma de parar el virus
que no sea sumándonos no solo a las instrucciones sanitarias del
gobierno, sino incluso a su visión política y económica de la crisis.
Solo así podremos ser incluidos en el lado del bien, la luz y la
verdad, en el panteón de los héroes de los balcones evitando además caer
en traición. Porque (y esto es fundamental) quien critique al gobierno
nos critica a todos.
Tal es el poder de un relato bien trabajado y poderoso, cualquiera
que no se una al gobierno (no al estado) en su justa causa se convierte
en extraño, en sospechoso, en alienado. Y como todo alienado debe ser
duramente reconvenido por la vanguardia del pueblo.
El tesauro de la pandemia
Las palabras son importantes, de hecho, son los sillares con los que
está construida nuestra democracia, con ellas se pueden entronizar reyes
y también destruir imperios.
Esa es la razón por la que Moncloa ha creado su propio tesauro para
enmarcar y difuminar las palabras habituales en una situación de crisis
como la que padecemos.
De tal suerte que el parón de la economía se ha convertido en
"hibernación", los espacios de reclusión de los enfermos asintomáticos
en "arcas de Noé" y el número de fallecidos en "la curva", por poner solo tres ejemplos.
Tal es el poder de las palabras, que quien las elige y populariza, domina el escenario.
Y no quiero entretenerlos más por hoy, por supuesto que hay muchos
más trucos como ocupar los informativos con la imagen del presidente del
gobierno sin límite de tiempo, manejar los datos oficiales para que se
ajusten al relato, atacar a las CCAA para evadir las responsabilidades
propias, ofrecer un "pacto de estado" con una mano mientras con la otra
se atiza a la oposición… pero esos dan para otra columna.
(*) Analista político
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