Cada
día que pasa aumenta el temor a que el principal motor de la economía
española, el turismo, sufra en esta crisis un impacto negativo superior
al que se había estimado en unos primeros momentos.
El sector ya ha
pasado la primera reválida, la Semana Santa, que es una especie de test
anticipado que deja entrever las tendencias y la intensidad de la
bondad de lo que puede acontecer a lo largo del momento álgido de la
temporada turística, los meses de julio a septiembre, los tres
incluidos, aunque España cuenta con geografía rica y diversificada que
permite que algunas regiones (sobre todo las dos Españas insulares)
tengan un microclima privilegiado, que puede hacerse extensivo a algunas
zonas del sur de la Península.
Está claro que los 83 millones de turistas que visitaron España el
año pasado llegaron atraídos por muchas razones, pero las
climatológicas forman parte esencial de nuestro menú de oferta. La
pandemia no va a quitarnos el sol y el buen clima de golpe y porrazo
como uno de estos grandes alicientes, pero no es desde luego el único de
cuantos somos capaces de ofrecer.
Hay otros atractivos que se han visto además reforzados en los
últimos años, como la tranquilidad que se respira en las calles y la
cultura del ocio que inunda todas nuestras actividades veraniegas. Son
muchas, en definitiva, las virtudes que España ha ido modelando para
situar a nuestra industria turística como la segunda más importante del
mundo.
La llegada de la pandemia tiene que ser vista, por lo tanto, como un
fenómeno indudablemente transitorio, que causará destrozos económicos y
sociales en el tejido empresarial del país y en el meollo de la
actividad turística. Quizás los optimistas que crean que esta crisis es
un fenómeno en forma de “V” se han excedido en sus valoraciones, al
minimizar el riesgo que corre el sector. No tienen razón quienes creen
que este trance va a ser un tema menor para el sector turístico.
No parece razonable pensar que la situación de crisis no dejará
huellas profundas en un periodo quizás breve de tiempo, pero no más allá
de uno o dos años. Dirán algunos que es bastante grave, pero la
reactivación del sector cuenta con credenciales que no se van a disipar
de la noche a la mañana.
El impacto negativo en el sector turístico
será muy grave a corto plazo porque lo que está en juego es la
seguridad y la salud de los ciudadanos que nos visiten, la seguridad de
los cuidados sanitarios, la eficacia y entrega los responsables de
atender a los posibles afectados y de las Fuerzas de Seguridad, dos
sectores que han dado muestras de una gran carga de responsabilidad y de
sacrificio en la atención intensiva de los millones de ciudadanos que
de una u otra forma hemos estado bajo el alto riesgo de contagio,
primero, y de una atención eficiente después.
Han fallado indudablemente
algunos mecanismos, sobre todo en lo que respecta a la elección de
materiales y su puesta a disposición de la población, en donde la clase
política ha mostrado una penosa incapacidad para actuar con rigor y con
eficiencia.
La población se ha sentido muy desamparada y esta sensación
ha trascendido a escala internacional, de forma que quienes miran a
España como destino para unas futuras vacaciones reflexionarán con
talante exigente, pero para cuando sus decisiones de viaje estén
disponibles posiblemente este país ya habrá superado el grueso del
problema y habrá encontrado las formas de atender a la población
afectada, ofreciendo garantías bastante mejores que las vistas a lo
largo de las últimas semanas.
Sirva de consuelo, aunque precario, que nuestros competidores en el
quehacer turístico atraviesan en estos momentos una fase de no menos
pérdida de imagen. Los cinco países que pueden disputar la clientela a
España en materia de atractivo turístico están por desgracia para todos
en una situación no muy diferente a la española.
La herida que está
sufriendo el sector es, en todo caso, profunda y requerirá más esfuerzo y
acierto de los hasta ahora desplegados, pero al final la realidad
acabará imponiéndose. El coste de esta crisis, en todo caso, será alto y
sus enseñanzas nos aportarán sabias reflexiones para el futuro.
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