ALMERÍA.- La esperanza de los miles de residentes en asentamientos chabolistas de
la provincia de Almería en estos momentos de pandemia, en los que ya han
sido repartidos un total de 27.412 kilos de alimentos y atendidas 2.670
personas, muchas de ellas trabajadoras en el mar de plástico agrícola.
«Se hacen salidas de lunes a viernes por la mañana y dos tardes a la
semana. Se hacen tanto en la zona de Levante como en la de Poniente y lo
que se hace es proveer de lo básico, tanto agua, como alimentación,
productos de higiene. En esas salidas también lo que se hace es un
seguimiento de cada zona para ver las necesidades, para paliar un poco
más esa situación en la que están», explica Alicia Guirado, mediadora en
el Departamento de Inmigración.
Tanto es así que, según datos de Cruz
Roja Almería, en el año 2019 se atendieron en la provincia a 4.397
personas, de las que el 25 % eran mujeres y el 20 % menores de edad.
La mayoría de ellos, habitan cortijos rehabilitados o casas
levantadas con palés, plásticos y restos agrícolas para encontrarse lo
más cerca posible de los invernaderos en los que trabajan, pero también
por la inexistencia de vivienda normalizada o la dificultad para acceder
a ella por bajos recursos o por prejuicios, o por miedo debido a su
situación irregular.
Sin embargo, también viven aquí personas que llevan varios años en
España y cuentan con permiso de trabajo. Lo que no evita que la mayoría
tengan dificultad para obtener un contrato de trabajo, lo que conlleva
su incorporación irregular a labores con largas jornadas en las épocas
de gran producción y menos horas o nada en las épocas de siembra o
blanqueo.
Alejandro Mérida, técnico del Departamento de Infancia y Cruz
Roja Juventud en Almería, destaca los cambios a la hora de atender a
los pequeños en asentamientos.
«En una situación habitual hacemos
sesiones de apoyo educativo de actividades lúdicas en un aula con los
materiales que tenemos a mano en el aula. Aquí cuando venimos a hacer
una actividad lúdico-educativa o un taller tenemos que trasladar el aula
al completo», precisa.
«El ocio es vital para cualquier persona, para los niños,
tanto dentro de una situación normalizada como en una situación de estar
viviendo en infravivienda o asentamiento, para ellos, como para todos
niños, es algo espectacular (...) aunque vivan en un asentamiento,
también es un momento mágico, igual que un juguete nuevo o cualquier
material que le podamos traer», dice.
Entre los participantes en el reparto se encuentra también el
voluntario Patricio Pérez, que lleva más de dos años trabajando con
inmigrantes.
«Me conocen, los conozco a ellos, es como saludar a un conocido, a un
amigo. Preguntas por el trabajo, por cómo está la familia. Te reciben
ellos igual, Muchas veces nos ofrecen si queremos té, que si queremos un
rato de charla», apunta.
Considera que lo mejor es poder irse con la «satisfacción de
haber hecho algo bueno por alguien».
«Cuando consigues ayudarles en un
tema personal, problemas que tengan de papeles, personales, y consigues
solucionarles esos problemas, te llevas la satisfacción a casa de saber
que has hecho un poco mejor el día de estas personas que sufren en estas
condiciones».
Técnicos y voluntarios visitan a diario los poblados de
chabolas de la provincia ubicados, sobre todo, en los municipios
agrícolas.
Entregan a los moradores de estos asentamientos productos de
primera necesidad destinados a la higiene y limpieza de hogares pero
también juegos educativos y de ocio para los niños. No en vano, en estos
asentamientos, según las cuentas de Cruz Roja, viviría alrededor de
medio millar de menores.
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