Albert Rivera hizo muchas cosas bien y llegó muy lejos (victoria en
Cataluña y 57 escaños en el Congreso), pero nunca supo hacia dónde iba y
menos lo que pretendía para España. En realidad Rivera sólo sabía lo
que quería para él y ello no era otra cosa que liderar la derecha
española para llegar un día a ser Presidente del Gobierno.
Pero Rivera se equivocó, creyó que los 57 escaños de las elecciones
del 28-A de 2019 eran suyos e inamovibles, abandonó el centro de la
política y no intentó en ese instante, ni cuando fracasó la investidura
de Sánchez en julio, una coalición de Gobierno con el PSOE que lo habría
hecho vicepresidente.
Y meses después, cuando empezó a verle las orejas al lobo del
desastre electoral en la campaña del 10-N, fue incapaz de reaccionar
colocando a Inés Arrimadas en la cabeza de cartel. Y su último debate
televisado fue tan patético (con el adoquín en la mano) como su noche
electoral.
La noche del 10-N donde dimitió de todo e hizo bien. Pero antes de
irse debió de dejar preparado su relevo de manera organizada y urgente.
Pero Rivera salió huyendo, se largó y ahora aparece con un librito
lastimero como si por culpa de sus graves errores no hubiera pasado en
Cs, en el centro de la política y en España.
Él no es responsable de todo, porque Pedro Sánchez es quien ha tomado
sus decisiones. Y tras los comicios del 28-A de 2019 nunca le ofreció a
Rivera un pacto de coalición. Pero Albert también tiene una buena parte
de culpa del giro del PSOE hacia Podemos y ERC.
¿Y ahora qué? Pues Arrimadas va a tardar cuatro meses (desde el 10-N)
en lograr el liderazgo lo que constituye una asombrosa pérdida de
tiempo, y se la ve sola sin un equipo potente a su alrededor y sin nadie
que sepa nada de comunicación y de estrategia política.
Y prueba de ello está en que Inés Arrimadas se ha lanzado al vacío y
en público con su oferta al PP de ‘mejor Unidos’, para las próximas
elecciones de Cataluña, País Vasco y Galicia. Un remedo tardío del
‘España suma’ de Pablo Casado, que no le ha salido bien a Arrimadas
porque Alberto Nuñez Feijóo lo descarta y Alfonso Alonso tiene dudas en
el País Vasco.
Antes de hacer pública semejante propuesta Arrimadas debió
consultarla en privado con el PP. Pero siguen con el infantil juego de
la ‘ocurrencias’ y la búsqueda de titulares que tanto le gustaban a
Rivera. Y carecen de una política racional de comunicación y de medio o
de un diario centrado de referencia que ampare su espacio político. En
realidad viven de la caridad de los medios de la derecha que en realidad
empujan para que Cs se integre en el PP.
Y lo que es peor, ante este desbarajuste, corren el riesgo de una
estampida de dirigentes y cargos de Cs hacia el PP, como a buen seguro
que ya se han ido muchos votantes. Y todavía se irán muchos más si no
dejan de hacer tonterías y logran rehacer el liderazgo y el discurso
político de este partido que tuvo mucho en sus manos y que, si no
reacciona pronto y bien, estará llamado a desaparecer, como ya
desaparecieron el CDS y UPyD.
(*) Pseudónimo de un veterano y prestigioso periodista cordobés
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