ALMERÍA.- Las grandes comercializadoras almerienses de frutas y
hortalizas están sufriendo en las últimas campañas un proceso de
adaptación en los mercados. No es un fenómeno nuevo, siempre ha sido
así, desde que con la entrada en el Mercado Común, Europa abriera sus
puertas de par en par a la cosecha bajo plástico urcitana.
La irrupción
de los cultivos de Marruecos ha sido uno de los elementos que más ha
perturbado la supremacia almeriense en la venta de hortizas a Europa en
los últimos años.
Pero ahora, a tenor de la experiencia de la
última campaña, el enemigo que más preocupa a algunas de las
cooperativas y alhóndigas almerienses es el cambio climático, que está
provocando que los países clientes puedan abastecerse cada vez más
temprano con su propia producción.
Un ejemplo puede ser Polonia, que ha
sido capaz de cultivar tomate en febrero. Ello ha incidido en que el
reinado de Almería, como suministrador exclusivo de tomate, pimiento o
pepino, se haya reducido prácticamente a los meses de diciembre y enero,
teniendo en cuenta el el Norte de Africa cada vez hace valer más su
cupo.
Como ejemplo, la caída del precio del tomate almeriense en lo que
va de campaña se estima en un 30%, según los cálculos de la organización
de agricultores Asaja.
Las empresas almerienses, por
ahora, están frenando esta pérdida de exclusividad en los mercado
alargando la campaña y procurando hacer acopio de producción y actuar
como reexpedidores ante las necesidades de sus clientes.
Este
nuevo paisaje comercial, en el que se debe integrar a la fuerza el agro
almeriense, fue uno de los capítulos principales debatidos esta semana
en Almería, coincidiendo con la presencia del Informe de Campaña de
Cajamar en la Casa de las Mariposas.
El presidente de la
cooperativa de crédito almeriense, Eduardo Baamonde, constató este nuevo
escenario de negocio para los empresarios que acudieron al acto y
apostó por la diferenciación. “Es imprescindible aportar valor añadido a
los procesos productivos”.
Sin embargo, a pesar de los
nubarrones que aparecen sobre la principal actividad económica de la
provincia, Almería ha vuelto esta campaña última a batir récord de
producción y exportaciones: ocho de cada diez hortalizas que se
recolectan en el invernadero almeriense acaban consumiéndose en una mesa
de la vieja Europa.
El valor conjunto de la agricultura intensiva almeriense aumenta un 5,3% y supera ya los 2.200 millones de euros.
Las
hectáreas invernadas han crecido también un 1,4% y se sitúan ya por
encima de las 32.000, con acentuado avance de la lechuga, el melón y la
sandía, según revela La Voz de Almería.
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