MADRID.- Con España pendiente de una solución al grave bloqueo institucional, los
procesos por corrupción regresan a la agenda política en plena
negociación para sacar adelante la investidura de Pedro Sánchez.
La Audiencia Nacional sufre un engorroso colapso por las investigaciones
de tramas corruptas que se eternizan entre comisiones rogatorias,
recusaciones, reformas y apelaciones. Algunos casos llevan instruyéndose
más de 10 años y aún no hay fecha para la celebración del juicio oral.
Hay procesos abiertos a políticos relevantes que hace más de 15 años
dejaron de ejercer responsabilidades públicas. En las próximas semanas,
algunos de esos procesos volverán a agitar la batalla política, recuerda hoy El País.
Nueve expresidentes de las cuatro autonomías más pobladas de España
—Andalucía, Cataluña, Madrid y Comunidad Valenciana— están imputados,
procesados o pendientes de sentencia por delitos de corrupción cometidos
entre 1995 y 2015. Decenas de empresas privadas están involucradas en
el pago nunca declarado de comisiones ilegales a cambio de contratos
públicos millonarios.
Los expresidentes socialistas Manuel Chaves y José Antonio Griñán,
procesados y ya juzgados, conocerán el próximo martes 19 de noviembre la sentencia por el supuesto fraude de los ERE
en la Junta de Andalucía: la concesión entre 2000 y 2010 de al menos
741 millones de euros a casi un centenar de empresas para financiar las
prejubilaciones de más de 6.000 trabajadores que se quedaron en paro.
El fiscal pide seis años de cárcel a Griñán por malversación y la
inhabilitación de Chaves por prevaricación. El caso ERE se ha convertido
en el símbolo principal de la corrupción socialista que denuncia el PP
desde que estalló este escándalo.
El lucro de la familia Pujol
El expresidente catalán Jordi Pujol, algunos de sus hijos, y parte
del Gobierno de Artur Mas, siguen investigados por corrupción en la
Audiencia Nacional con múltiples pruebas del cobro de comisiones ilegales
que pagaron durante más de una década contratistas de la Generalitat de
Cataluña para enriquecimiento de la familia Pujol o del partido
Convergencia i Unió. La investigación judicial se prolongará hasta 2021
antes de que se abra juicio oral.
Francisco Camps ha sido procesado por corrupción y
se enfrenta a una petición fiscal de dos años de cárcel por tráfico de
influencias y fraude a la administración pública. Más de la mitad de su
Gobierno ha sido condenado o está imputado en otras causas por delitos
similares.
El expresidente Eduardo Zaplana
llegó a pasar ocho meses en prisión por un caso de corrupción conocido
ahora de su etapa al frente de la Comunidad Valenciana (1995-2002).
José Luis Olivas, expresidente valenciano entre 2002 y 2003 también
está imputado y procesado en varios procesos vinculados a sus
responsabilidades en Bancaja, Banco de Valencia y Bankia.
Financiación ilegal
Esperanza Aguirre fue imputada el pasado septiembre junto a Ignacio González
y Cristina Cifuentes, todos ellos expresidentes de la Comunidad de
Madrid, por la supuesta financiación ilegal del PP a través de empresas
contratistas de la administración autonómica.
Mariano Rajoy, presidente del Gobierno entre 2011 y 2018, dejó el
poder a la fuerza, derribado por una moción de censura cuyo origen fue
la sentencia del caso Gürtel, una extensa trama de corrupción
que colonizó varias administraciones públicas dirigidas por el PP. Esta
formación fue condenada en mayo de 2018 a pagar una multa de 245.000
euros como partícipe a título lucrativo de los delitos cometidos por la
trama corrupta.
Dentro de unos meses, la Audiencia Nacional concluirá la investigación abierta en 2013 sobre el caso Bárcenas,
una caja b del PP que funcionó durante 20 años alimentada con más de
ocho millones de euros por las donaciones opacas de empresas privadas,
la mayoría contratistas de la administración.
Desde 1989, origen del caso Filesa, hasta hoy, con el caso Villarejo
y sus múltiples piezas separadas, la corrupción ha salpicado de manera
grave a los dos partidos políticos, PSOE y PP, que se han alternado
durante este tiempo en el Gobierno de España. Han sido 30 años de
corrupción sin apenas interrupciones. Muchos de esos casos se resuelven
ahora en los tribunales tras largos años de investigación. El escándalo
regresa así a un escenario político cargado de incertidumbre e
inestabilidad.
La reputación de la política continúa bajo mínimos. Las promesas de
regeneración democrática contra los escándalos públicos se han colado
con estrépito en los programas de los partidos desde 2009. Ese año, el
estallido del caso Gürtel extendió
una gigantesca sombra de sospecha sobre el PP. Desde entonces, todas
las formaciones incluyen en sus programas medidas para combatir esa
lacra.
Las cloacas agitan las tramas
Las cloacas del Estado, integradas por policías que hacen trabajos
sucios sin cobertura judicial, se han incorporado en los últimos años al
historial de la corrupción política en España. En algunos casos, esas
cloacas han ayudado a destapar tramas corruptas, como el caso Pujol, en Cataluña. En otras ocasiones, han colaborado con redes de corrupción para evitar que fueran descubiertas.
El caso Villarejo estalló hace más de dos años y puso de manifiesto como un comisario de policía, ayudado por otros, trabajó para obstaculizar la investigación del caso Gürtel en connivencia con dirigentes del Partido Popular.
La investigación del caso Villarejo ha permitido conocer también como desde el Ministerio del Interior se pagaron fondos reservados durante el Gobierno del PP para una operación destinada a robar documentación al extesorero popular Luis Bárcenas, encarcelado por corrupción. El juez que investiga la caja b del PP, que Bárcenas gestionó entre 1990 y 2009, nunca supo que desde Interior se había ordenado el robo de documentación que el extesorero guardaba en su casa.
Esa misma policía, al servicio del Ejecutivo del PP, montó acusaciones de corrupción contra Podemos y su líder, Pablo Iglesias, con informaciones falsas en una operación de acoso a un partido político financiada con fondos públicos. El comisario José Manuel Villarejo, encarcelado desde hace dos años, se lucró con sus empresas privadas ofreciendo servicios que vulneraban la legalidad. Algunos de esos servicios, conocidos ahora, han destapado nuevos casos de corrupción.
El caso Villarejo estalló hace más de dos años y puso de manifiesto como un comisario de policía, ayudado por otros, trabajó para obstaculizar la investigación del caso Gürtel en connivencia con dirigentes del Partido Popular.
La investigación del caso Villarejo ha permitido conocer también como desde el Ministerio del Interior se pagaron fondos reservados durante el Gobierno del PP para una operación destinada a robar documentación al extesorero popular Luis Bárcenas, encarcelado por corrupción. El juez que investiga la caja b del PP, que Bárcenas gestionó entre 1990 y 2009, nunca supo que desde Interior se había ordenado el robo de documentación que el extesorero guardaba en su casa.
Esa misma policía, al servicio del Ejecutivo del PP, montó acusaciones de corrupción contra Podemos y su líder, Pablo Iglesias, con informaciones falsas en una operación de acoso a un partido político financiada con fondos públicos. El comisario José Manuel Villarejo, encarcelado desde hace dos años, se lucró con sus empresas privadas ofreciendo servicios que vulneraban la legalidad. Algunos de esos servicios, conocidos ahora, han destapado nuevos casos de corrupción.
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