Cada
vez que escucho la frase “más allá del bien y del mal”me echo a temblar, y hasta me dan nauseas, porque es la excusa
perfecta de los malos para tratar de justificar sus tropelías. Esa
frase nunca la dice la buena gente, sino la mala.
Ellos dicen que
“todo es un juego” y que “no tiene importancia”,
pero si es un juego, que se vayan a jugar a otra parte y dejen de
hacer daño a la gente. Incluso hay budistas que dicen que el
sufrimiento es una ilusión, y puede que sea verdad, pero es una
ilusión muy real, que amarga la vida a todo el mundo.
El bien es aquello que, en sí mismo, tiene el complemento
de la perfección, en su propio género, o lo que es objeto de la
voluntad, la cual ni se mueve ni puede moverse sino por el bien,
mientras que el mal es lo que se aparta de lo lícito y honesto,
el daño u ofensa que alguien recibe en su persona o hacienda, y
también se puede traducir por desgracia, calamidad, enfermedad o
dolencia.
Hay teólogos que dicen que Dios está por encima del bien y del mal,
pero a mi juicio Dios no es el mal sino el máximo bien al que
puede aspirar cualquier persona para liberarse del sufrimiento y
regresar a la Fuente Original de la Creación Universal de la que
procede.
JUNG Y NIETZSCHE
“Más allá del bien y del mal” es uno de los
textos fundamentales de la filosofía del siglo XIX, del filósofo
alemán Friedrich Nietzsche. Atacaba en él lo que consideraba
el vacío moral de los pensadores de su siglo, la falta de sentido
crítico alguno de los autodenominados moralistas, y su pasiva
aceptación de la moral heredada judeo-cristiana.
Por su parte, lo que más le interesó al famoso médico psiquiatra,
psicólogo y ensayista suizo Carl Gustav Jung, cuando
viajó a la India en 1.938, fue el posicionamiento de dicha cultura
frente al concepto del mal.
A su juicio, mientras que para la cultura
occidental el objetivo es el bien, intentando desechar el mal, para
la India, la meta se hallaría en un estado más allá del bien y
del mal, al cual se podría acceder a través de la
Meditación o el Yoga.
El fin último sería estar al margen, y alcanzar la liberación
de los opuestos.
Sin embargo, a mi todo esto me suena a música celestial: yo estoy
absolutamente en desacuerdo con el maestro Jung en este punto,
puesto que hay grandes yoguis y lamas tibetanos que practican la
caridad cristiana, que es idéntica a la budista, por
encima de todo, es decir, que se han posicionado claramente a favor
del bien para alcanzar la liberación. Porque nadie se puede
liberar haciendo daño a los demás.
No se puede estar por encima del bien y del mal en un mundo tan
degradado como el que vivimos, sino que hay que apostar
fuertemente por el bien para tratar de regenerarlo, máxime
cuando existen tantas necesidades urgentes que arreglar, como
los cuatro jinetes del apocalipsis, a quienes se les dio poder sobre
la cuarta parte de la tierra: la guerra, la hambruna,
la enfermedad y la muerte, sin olvidar la mayor de todas
las enfermedades humanas, que es la ignorancia.
APOCALIPSIS
El Libro de las Revelaciones o Apocalipsis de san Juan, es el único
libro del Nuevo Testamento de carácter exclusivamente profético. En
él de habla de Babilonia, que representa la ciudad perversa y
caótica, y de la Nueva Jerusalén, que representa la ciudad
santa. También se habla de los cuatro jinetes del Apocalipsis:
El caballo rojo representa la guerra, el caballo negro representa la
hambruna y la pobreza, el caballo verde o amarillo representa la
enfermedad, y el caballo blanco representa la muerte, por el hecho de
que vence siempre. El hambre del caballo negro es el de aumentar el
precio del grano, y una continua abundancia de lujos para los ricos,
mientras que alimentos básicos como el pan son escasos.
“Vendrá guerra o rumores de guerra”, como dijo
Jesús, y éste es el comienzo de los dolores, pero aún no es el
fin. Jamás hasta ahora se había visto en el mundo la guerra como
institución permanente de toda la humanidad (¿qué
habremos hecho para merecer esto?) y, viendo dos guerras
mundiales, parece como si el mundo se preparase para una tercera,
pero creo que no lo permitirán los ángeles que nos protegen.
(*) Periodista
No hay comentarios:
Publicar un comentario