Miente quien diga que José García Navarro se ha ido por la puerta de atrás, o que su renuncia al cargo de regidor sea consecuencia de la solicitud por parte del PP de información comprometida relacionada con contratos municipales con ciertas empresas, dejando en el aire la duda sobre su honradez.
Quien le conoce sabe que no ha salido huyendo tras abandonar el barco como pretende dar a entender el portavoz del Partido Popular, que debería mirar hacia su jefe Gabriel Amat y preguntarle por los contratos municipales suscritos con ciertas empresas en Roquetas de Mar, así como los criterios que en dicho ayuntamiento han seguido para elegir esta o aquella empresa.
También la dimisión es un acto de honradez, generosidad cuando no de dignidad. Digno sería que dimitiera, por ejemplo Rajoy, no solo por lo que el periódico El País ha publicado, también por no cumplir su programa electoral y mentir a los españoles, o Javier Arenas no solo por lo que publica El País, también por no haber nunca ganado ningunas elecciones en Andalucía a pesar de haberse presentado a cuatro. O Gabriel Amat por superar en ocho millones de euros el presupuesto del auditorio roquetero haciendo que esa demasía la tengan que pagar con impuestos los ciudadanos.
El PP califica la decisión del regidor de Albox de “acto de cobardía”. ¿No es más acto de cobardía mantener a Bárcenas como senador para que no abra la boca y no salga a la luz lo que hoy sabemos?
Achacan los populares que la situación de las arcas municipales es insostenible ¿y de que ayuntamiento no lo es? Se les olvida decir, además, que la deuda no es de ahora y que viene de bien atrás, por cierto de cuando el Partido Popular gobernaba allí.
A veces falta memoria y, aprovechando la tesitura algunos políticos, utilizando además la maldad, no echan la vista atrás y recuerdan que no es la primera renuncia de un alcalde en Albox; ya lo hizo José Miras Carrasco, alcalde de la UCD. ¿Acaso hay alguien que le conozca y que pueda decir que fue un acto de cobardía o que le faltó dignidad?
También la dimisión es un acto de honradez, generosidad cuando no de dignidad. Digno sería que dimitiera, por ejemplo Rajoy, no solo por lo que el periódico El País ha publicado, también por no cumplir su programa electoral y mentir a los españoles, o Javier Arenas no solo por lo que publica El País, también por no haber nunca ganado ningunas elecciones en Andalucía a pesar de haberse presentado a cuatro. O Gabriel Amat por superar en ocho millones de euros el presupuesto del auditorio roquetero haciendo que esa demasía la tengan que pagar con impuestos los ciudadanos.
El PP califica la decisión del regidor de Albox de “acto de cobardía”. ¿No es más acto de cobardía mantener a Bárcenas como senador para que no abra la boca y no salga a la luz lo que hoy sabemos?
Achacan los populares que la situación de las arcas municipales es insostenible ¿y de que ayuntamiento no lo es? Se les olvida decir, además, que la deuda no es de ahora y que viene de bien atrás, por cierto de cuando el Partido Popular gobernaba allí.
A veces falta memoria y, aprovechando la tesitura algunos políticos, utilizando además la maldad, no echan la vista atrás y recuerdan que no es la primera renuncia de un alcalde en Albox; ya lo hizo José Miras Carrasco, alcalde de la UCD. ¿Acaso hay alguien que le conozca y que pueda decir que fue un acto de cobardía o que le faltó dignidad?
Nada de esto sucedería si los políticos entendieran que la política debe considerarse una actividad pasajera y no un oficio. Y que irse de ella para ejercer su oficio debe ser algo normal.
Al final, el paso de los años pone a cada uno en su sitio; también al portavoz del PP.
Al final, el paso de los años pone a cada uno en su sitio; también al portavoz del PP.
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