lunes, 9 de marzo de 2020

Patricia Ramírez, la madre del niño Gabriel Cruz, escribe una carta abierta en el día de los desaparecidos

«Hola a todos, soy Patricia Ramirez y permítanme en el día de hoy alzar y sumar mi voz a los desaparecidos de este país y sus familias. Como saben ustedes mi pequeño Gabriel emprendió el vuelo un día 27 de febrero del año 2018. Después, desgraciadamente, surgieron doce días de una intensa y cruel búsqueda en que en todo momento mantuvimos la esperanza de que su desaparición se resolviese volviendo a casa. 

El día 9 de Marzo de 2018, día de los desaparecidos, aún estábamos buscándolo por todos los rincones de España y con miles de apoyos solidarios y de buena gente que lo dejaron todo para ayudarnos. 

Recuerdo que conocí en la concentración de su búsqueda en Almería a familias que vinieron a apoyarnos y que como nosotros habían sufrido la perdida cruel de sus hijos y estaban luchando por que se hiciese justicia. Recuerdo que casi no podía mirarlos y cuando podía hacerlo era en la esperanza de que mi pequeño vendría a casa con nosotros. No podía imaginar cómo estaban de pie y con la fuerza para seguir caminando y peleando. 

Empezó allí un camino nuevo, desconocido, inexplorado y que, en mi caso sin el sostén psicológico adecuado creo que no hubiese podido empezar a explorarlo. De repente tomabas conciencia que ese camino no solo era transitado por ti, sino por millares de personas en este país que tuvieron la desgracia de ver desaparecer a sus seres queridos. 

Algunos caminantes pudieron encontrarlos, otros siguen en el horror y la incertidumbre de que habrá sido de ellos. 

Afortunadamente, como corresponde a la gente de este país, surgen personas solidarias que trabajan en el apoyo y alumbramiento de las víctimas y que se dejan la piel para dar visibilidad y esperanza a los que como nosotros necesitamos grandes antorchas que nos alumbren el camino y a sortear los nuevos obstáculos. 

El pasado año, desde la Fundación QSD Global, recibí la invitación para asistir a recoger un reconocimiento a la iniciativa «marea de buena gente» en nombre de todos aquellos que sensibilizaron con nosotros y las personas desaparecidas, dentro de unas jornadas que se celebran todos los años para dar visibilidad a los Desaparecidos y sus necesidades. No pudiendo negarme, el día 9 de marzo, acudí a las jornadas. 

Recuerdo que tenía miedo por si no podría sostenerme y en lugar de ayudar me pudiese romper al sentir el dolor ajeno. Fue dolorosísimo, creo que para todos los asistentes, ver cuántas familias y personas estaban rotas, perdidas, frustradas….Cada una con su pérdida o búsqueda, su lucha o «pedraíta»; como diríamos en mi casa. Pero estaban allí, en la esperanza de poder avanzar y cambiar las cosas. 

Pensé: ¿Cómo pueden? ¿Quién les ayuda a sostenerse? 

¿Cómo podríamos ayudar? ¿Cómo aflojar su dolor y pena? 

De manera espontánea me dirigí a Paco Lobatón, socio y precursor de la fundación QSD Global y, si me lo permiten, una persona que ha dedicado gran parte de su vida a las personas desaparecidas, y le propuse durante unas semanas promover la venta del cuento de Gabriel y sus "compas" de clase «El Corazón del Volcán» y que los beneficios se destinasen al apoyo psicológico e investigación de las víctimas y familias de desaparecidos.  

Gracias a las personas que adquirieron el cuento solidario, un total de 241 libros han dado lugar a que 1.200 euros puedan ser transferidos por la editorial Aldevara (www.aldevara.es) a Fundación QSD Global para que siga en el camino y en la investigación tan necesaria para ayudar a las víctimas en la búsqueda y perdida de sus seres queridos. 

El pasado día 5 de marzo se presentaron las conclusiones ante las familias asistentes a las jornadas de este año, el estudio dirigido por Pablo Santamaría, director del TEA, y por la Doctora Aida Vicente "Evaluación de la sintomatología del trauma en la persona desaparecida". 

Como conclusiones a destacar existe una deficiencia en el estudio psicológico y sociofamiliar que caracteriza a las víctimas de desapariciones y sus familiares. Resulta de urgencia, para poder ayudar con eficacia y de manera adecuada, investigar y realizar nuevos protocolos ajustados a las necesidades particulares de este tipo de casos, que son demasiados.  

Para mi persona, como madre y mujer, resulta reparador observar como el camino de la investigación se está empezando a abrir y surgen iniciativas de este tipo que tanto se necesitan. Me hubiese gustado asistir este año para estar presente junto a las otras familias y poder aportar mi granito de arena, pero por causas personales ha sido difícil. 

Sin embargo, no quería dejar de prestar mi voz para seguir ayudando y pensé que este año, desde el 9 de marzo, día de los desaparecidos, los libros que se compren del cuento solidario "El corazón del volcán", a través de la página web: www.aldevara.es y en Almería, en la librería Picasso hasta fin de mes, los beneficios obtenidos serán destinados nuevamente a iniciativas que ayuden a las personas desaparecidas y sus familiares.
 
Hace unos días leí el informe de desapariciones anual: devastadores datos. Especialmente me sorprendió saber que en Almería, la tierra de mi pequeño, es donde más casos de menores desaparecidos hay, que aún quedan por resolver. Espero que con la ayuda de todos, las familias y los agentes competentes se creen nuevos lazos que posibiliten cuanto menos, que el transitar en la búsqueda pueda ser un poco mas llevadero y menos doloroso.  

Sirve de esperanza para seguir caminando, ver como gracias al trabajo de una profesora, Ángela, y sus niños, en una situación tan difícil -su desaparición- junto a mi pequeño Gabriel, crearon un cuento tan bonito como necesario para ayudar a quienes mas lo necesitan. Un cuento de noveles autores que sacaron de una situación horrorosa la magia de soñar creando un cuento que seguro les gustara por su calidad humana y pureza. 

Espero de corazón, que Eitnar, el vikingo, pueda visitar sus casas y enternecerles el corazón. De alguna manera pienso que el enano estaría orgulloso de saber que su vikingo está ayudando a las personas desaparecidas para que puedan sonreír. 

Sé que no es mucho, y que las cantidades que sumamos a esta causa son pequeñas, pero espero de todo corazón que sume y haga que otras personas nos ayuden en este nuevo camino que desgraciadamente nos tocó vivir.  


Un saludo». 

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