Este artículo es un sencillo homenaje a los trabajadores
de la sanidad pública. Son empleados que están metiendo muchas horas,
salvando vidas, soportando la fatiga y la tensión, aguantando nuestros
errores y, además, cuando vuelven a casa, también tienen familiares con
los que tienen contacto o han dejado de verles por temor al contagio.
También los currantes de la sanidad pública tienen padres mayores y
allegados con dolencias de riesgo a los que no pueden ver. Es uno de los
sacrificios de estos trabajadores que, además, llevan años sufriendo
recortes y privatizaciones.
Este artículo es un
homenaje a los médicos y médicas, enfermeros y enfermeras, celadores,
auxiliares, técnicos, personal de laboratorio, de limpieza, de
desinfección, de cocina, administrativos… Todos están trabajando por
nosotros para sacarnos de esta situación. En algunos casos, en contacto
permanente con casos confirmados de Covid-19. También los hay que se
quejan de que, incluso, sin la debida protección.
Ellos también sufren
los nervios, el miedo, la tensión, pero son profesionales, por encima de
todo, que nos están sacando las castañas del fuego. En muchos casos,
después de haber sufrido "externalizaciones", aumento de horas, bajadas
de sueldo, desplantes y desprecio.
Este artículo es un homenaje a los profesionales de la
sanidad que están al pie del cañón, mientras les llegan casos de
pacientes llegados de otras ciudades, como Madrid, porque consideraron
que podían pasar unos días de vacaciones fuera.
Son empleados sanitarios
que también están recibiendo a jóvenes con dolencias leves o a enfermos
graves, mientras una parte de la sociedad decidía que podía seguir de
cañas en los bares, apelotonándose en la cola del súper o dejando sin
papel higiénico a ese trabajador de la sanidad pública que, cuando sale
del hospital, también tiene necesidad de ir al centro comercial, porque
caga como tú.
Este artículo es un homenaje al
trabajador de la sanidad pública que lleva años aguantando las teorías
de los gurús que defienden las privatizaciones de los servicios de
salud. La crisis del coronavirus nos ha demostrado quién se desentendía
del tratamiento, quién cobraba cifras astronómicas por pruebas, quien
entró en el negocio de la sanidad para ganar dinero y qué importante es
saber que nuestra salud no es un mercado, sino que nos va la vida en
ello.
Una sanidad pública fuerte, bien dotada, equipada, con buena
gestión, en manos de profesionales y no de mercaderes es un seguro vital
ante situaciones como la que estamos viviendo. Espero que tomemos nota.
Creo
que una de las lecciones de esta crisis del coronavirus es darnos
cuenta de lo vulnerables que somos. Pasamos los días discutiendo sobre
asuntos que, ante una emergencia así, quedan reducidos a un papel muy
secundario. De repente, algo de lo que no habíamos oído hablar, el
Covid-19, comienza a extenderse y flipamos. Estamos pagando y pagaremos
sus consecuencias sanitarias y económicas.
Ahora mismo, es incalculable
el coste en vidas y en puestos de trabajo. Como suele ocurrir, pagan los
más vulnerables. En contraste, y ya es otro clásico, seguro que habrá
aprovechados que sacarán tajada. Estemos alerta y confiemos en que, por
lo menos, sacaremos algo en claro para nuestra escala de valores. Los
trabajadores de la sanidad pública merecen estar en lo alto. Gracias y
disculpas.
(*) Periodista
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