Que Pedro Sánchez no siente por Felipe la menor simpatía, se puso de
manifiesto en los recientes debates en el Congreso del que salió elegido
Presidente. Fue incapaz de defenderle ante los ataques de algunos de
sus impresentables socios.
Después de esto, no entendí como Letizia pudo departir, de forma
relajada y amistosa, con él durante la recepción con motivo del Día de
la Pascua Militar. Como si nada hubiera pasado, habiendo pasado tanto.
Cierto es que el propio Sánchez, en su infumable “Manual del
resistencia”, escribe sobre la buena relación entre él y la consorte:
“Nos reunimos en el despacho del Rey en La Zarzuela y la Reina se acercó
para saludarme. Ella como yo también estudió en el Instituto “Ramiro de
Maeztu”. Quería conocerme personalmente, un gusto que yo le agradecí”.
Dicen personas cercanas tanto a Letizia como a Sánchez que entre los
dos existe una mutua simpatía. No hay duda que el 6 de enero se puso de
manifiesto.
Después de todo lo que ha pasado estos últimos días, me gustaría
saber si lo que escribió en su autobiografía sigue teniendo vigencia o,
lo que es peor, si era verdad.
Me van a permitir mis lectores, tan críticos ellos sobre todo lo que
escribo, que reproduzca algunas de las cosas que entonces escribió el
impresentable Sánchez sobre sus relaciones con el Jefe del Estado que,
visto lo visto estos días, eran mas falsas que el juramento de Judas.
Escribía Pedro: “Don Felipe y yo tuvimos la oportunidad de conocernos
de verdad en lo más personal y en seguida nos reconocimos mutuamente”.
Pienso que Sánchez descubrió que Felipe era un pobre hombre, una
buena persona sin esfuerzo. Tan buena persona que “cuando dimití como
Secretario General me llamó para darme ánimos, demostrando esa
complicidad especial que habíamos tejido”. Sánchez confundió un gesto de
cortesía con una complicidad.
Pienso que, tal y como se está comportando, ha confundido últimamente
los papeles. Porque “esa corriente de confianza mutua” de la que
escribía ha debido transformarse en mutua desconfianza. Ni Felipe se fía
ya de Pedro y éste mucho menos del Rey. Y se equivoca el Presidente
cuando piensa y lo escribe que “el hecho de pertenecer a la misma
generación nos acerca”.
“La relación de complicidad entre Felipe y yo
sigue superando a día de hoy la institucional para entrar en el terreno
de la amistad… se estableció una relación muy franca de amistad”.
Pedro Sánchez se olvida que la amistad es una relación entre
semejantes y, tratándose del Rey, esa igualdad no es posible. De
existir, debe ser tomada tan solo como un honor que obliga y no como un
salvoconducto que legitima.
El Presidente ha demostrado, una vez mas, la falta de respeto al Jefe
del Estado informándole ¡por teléfono! de la composición de su Gobierno
cuando lo obligado, protocolariamente, hubiera sido acudir al palacio
de La Zarzuela para informar personal y directamente al Rey.
Don Felipe debía haberle respondido: Ya lo conozco por los
periódicos. Gracias. Para, a continuación, colgarle el teléfono. No se
merecía otra respuesta. Es indignante la forma de ningunearle que tiene.
Es como si Sánchez le estuviera diciendo “el Rey soy yo”.
Y no, señor Sánchez, no, también se equivoca en esto.
Entiendo que el rey Juan Carlos esté profundamente disgustado.
(*) Periodista
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