PARÍS.- Un equipo internacional de
científicos descubrieron que algunas de las variedades de uva que se
utilizan en la actualidad para producir vino en Francia llevan
cultivándose varios siglos, incluso, una de ellas, tiene su origen en
una planta de hace 900 años.
El hallazgo, publicado
en Nature Plants, se enmarca en una investigación sobre la vid francesa,
liderada por Nathan Wales, antropólogo de la Universidad de York (Reino
Unido), especializado en ADN antiguo y domesticación de plantas.
Los investigadores analizaron los genomas de 28 semillas
de nueve yacimientos arqueológicos franceses de la Edad de Hierro
(510-474 a.C), la época romana y la Edad Media (del siglo V al siglo
XV).
Con métodos de ADN antiguo similares a los de la
paleontología, el equipo de científicos del Reino Unido, Dinamarca,
Francia, Alemania y del Instituto de Ciencias de la Vid y del Vino de
Logroño (España) rastreó el linaje de las vides y establece conexiones
genéticas entre semillas de varios sitios arqueológicos, y algunos
vínculos con variedades de uva actuales.
La vid
europea (Vitis vinifera) fue domesticada hace 6000 años y fue
introducida en Francia por los griegos en el siglo VI a.C., pero no fue
hasta la ocupación romana (siglo I a.C.) que la producción de vino se
extendió a la mayor parte del sur de Francia.
El
análisis de las semillas permitió descubrir que todas procedían de
variedades domesticadas y no de cepas silvestres, y que estaban
estrechamente relacionadas con las variedades actuales.
"En las semillas de uva encontramos 18 firmas genéticas distintas,
incluidas un conjunto de semillas genéticamente idénticas en dos
yacimientos romanos a más de 600 km de distancia uno del otro, y que
datan de hace 2000 años", detalla Nathan Wales.
El
hallazgo demuestra que a lo largo de la historia, "los enólogos han
competido en el manejo de sus viñedos con técnicas modernas como la
reproducción asexual de la toma de esquejes de plantas", subraya.
El estudio también determinó que una uva arqueológica excavada en un
yacimiento medieval de Orleans (centro de Francia) era genéticamente
idéntica a la de Savagni Blanc, lo que significa que esta variedad
creció durante al menos 900 años a partir del esqueje de una sola planta
ancestral.
Esta variedad -que no hay que confundir
con el Sauvignon Blanc-, fue muy popular durante varios siglos. Aunque
hoy en día ya no es tan consumida como en el pasado fuera de su región
local (Jura), todavía se emplea para producir el costoso vin jaune, y se
cultiva en zonas de Europa Central bajo el nombre de Traminer.
En cuanto a la época romana, "gracias a los escritos de Plinio el Viejo
sabemos que los romanos tenían un conocimiento avanzado de la
elaboración del vino y daban nombres específicos a las diferentes
variedades de uva, pero hasta ahora había sido imposible vincular sus
nombres latinos con las variedades modernas", explica el investigador de
la Universidad de Copenhague y coautor del trabajo, Jazmín Ramos
Madrigal.
En el estudio, los autores no pudieron
encontrar una coincidencia genética idéntica con las semillas modernas
pero sí hallaron una relación muy estrecha con algunas de las familias
de uvas más utilizadas para producir vino de alta calidad.
Una de ellas es la Syrah-Mondeuse Blanche, (la syrah es una de las uvas
más plantadas del mundo) y la Mondeuse Blanche, que produce un vino de
denominación protegida en Saboya, así como la familia Pinot-Savagnin (el
Pinot Noir, el rey de las uvas de vinificación).
"Para la industria vitivinícola actual, estos resultados podrían arrojar
luz sobre el valor de algunas variedades de uva que en el pasado fueron
muy valoradas por los antiguos amantes del vino y, por lo tanto, tal
vez valga la pena revisar nuevamente", concluye Wales.
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