Argentina
produce alimentos para cuatrocientos millones de personas en el
mundo, pero sin embargo en este país unos 3,4 millones de sus
ciudadanos comen sólo una vez al día. Argentina es el tercer
peor país del mundo en cuanto a competitividad, superando tan solo a
Mongolia y Venezuela.
Así se desprende de un informe de la escuela suiza de negocios IMD
publicado la semana pasada que, entre otras cosas, destaca el débil
crecimiento de la economía, la inflación, el sistema jubilatorio y
las deficiencias en la infraestructura educativa de Argentina. Y
todos estos factores, empujan a la pobreza a las capas más
vulnerables del país: niños y ancianos.
NIÑOS
Otro informe divulgado anteriormente por el Observatorio de la Deuda
Social de la Pontificia Universidad Católica Argentina reveló que
el 41,2% de los menores entre 0 y 17 años es doblemente pobre.
Es decir, que aproximadamente 4,7 millones de niños viven en
hogares donde sus padres no tienen ingresos suficientes para vivir,
y que a la vez, son privados de al menos un derecho; en categorías
que van desde la alimentación y la salud, hasta la vivienda y la
educación.
La situación de los comedores escolares que alimentan a más
de un tercio de la infancia en Argentina también está desbordada
por la crisis. "Esta ayuda alimentaria no sabemos
exactamente cuál es el impacto cualitativo que tiene. Porque muchos
maestros cuentan que estos niños no necesariamente consumen la
alimentación en los comedores, si no que muchos de ellos se
llevan la comida en envases a su casa. Lo cual implica que
muchas de las viandas que están pensadas para un niño hoy están
siendo compartidas por familias", alertó Tuñón.
ANCIANOS
Si los menores son una de las caras más dolorosas de la pobreza, la
otra son los ancianos. "El adulto mayor, cuando no puede
comprar los remedios o no puede comer, no tiene retorno, porque no
puede conseguir otro medio de vida. Si hoy por hoy los jóvenes no
consiguen un medio de vida, con más razón un hombre mayor",
comentó por su parte el presidente de la Confederación General de
Jubilados, Retirados y Pensionados del país sudamericano, Carlos
Valle.
Es el caso de Miguel Villeli, un jubilado de 75 años, quien
junto a su esposa pensionada tiene que hacer malabares para comprar
alimentos y pagar los servicios en una casa donde ni siquiera cuentan
con alcantarillado. Además tramita una pensión por discapacidad
porque ya no puede pagar los medicamentos que necesita para paliar
una enfermedad respiratoria crónica.
TRUEQUE
La actividad de intercambio que fue
furor tras el estallido social de hace dieciocho
años reaparece en distintos puntos del país, y para algunas
familias es la única forma de subsistencia.- El trueque
está de vuelta. Como en la crisis económica, política y social
del 2001, cuando se saqueaban supermercados, 38 ciudadanos morían en
medio de protestas y el entonces presidente Fernando de La Rúa
escapaba en un helicóptero, la actividad resurge en la gestión
de Mauricio Macri, aunque en una escala mucho menor.
Así, años más tarde, varias familias que no pueden comprar
artículos en los comercios tradicionales, utilizan este
mecanismo primitivo de intercambio para intentar llenar las panzas de
sus hijos, mientras las cuentas del Ministerio de Hacienda son
supervisadas por el inefable Fondo Monetario Internacional (FMI) y la
inflación no da tregua.
El sistema es bastante sencillo. Las familias, numerosas, colocan sus
mantas sobre el pasto de una cancha de fútbol ubicada en las calles
115 y 522, a pocos metros de las vías del ferrocarril, mientras los
más chicos corretean junto a los perros del lugar. Allí exhiben sus
productos, principalmente ropa usada, pero también hay tortas
caseras y hasta artículos para celulares. Todo se puede cambiar
por alimentos o un tope de hasta 250 pesos (unos cinco dólares),
aunque se consiguen pantalones por 50 (más de un dólar).
‘INDUSTRICIDIO’
Según la Unión Industrial Argentina (UIA) la actividad
industrial lleva once meses consecutivos de caída. Una de cada dos
máquinas están paradas, indica el Instituto Nacional de
Estadística y Censos (INDEC). Además, se perdieron 137.000
puestos de trabajo industrial en los últimos tres años y medio,
según el Observatorio de Políticas Públicas de la Universidad
Nacional de Avellaneda. ¿Hay un 'industricidio' en Argentina?
Las causas del diagnóstico son variadas. "La subida
de costos por aumento del dólar, tarifazos, tasas de interés
exorbitantes y caída de la demanda interna en un contexto de crisis
mundial se combinaron para dar lugar a una tremenda destrucción del
tejido industrial nacional", dijo Cristian Girard,
economista y parte del equipo del exministro de Economía y actual
diputado Axel Kicillof.
Según el último informe de la UIA, el retraso de la recuperación
del consumo en el mercado interno y los aumentos en los costos
"empeoran el panorama complejo que debe enfrentar el sector
industrial". Y por otro lado, la demanda externa no
colabora. Entre las causas están la "guerra comercial"
entre Estados Unidos y China y los problemas económicos del vecino
Brasil.
(*) Periodista
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