Con esta rotunda frase inicia su libro “El
Andorrano” el periodista almeriense Joaquín Abad, en el que
describe con todo lujo de detalles y conocimiento directo fruto de
sus investigaciones, cómo hizo su inmensa fortuna el hombre más
rico de Andorra, y como fue su vida y su dramática muerte.
Por azares del destino un joven andaluz, pastor y prófugo, consiguió
hacerse muy rico a base de abandonar y matar en las montañas
pirenaicas, a millonarios europeos, fundamentalmente judíos, que
escapaban de la persecución nazi durante la segunda guerra mundial.
Andorra, zona de tránsito y de estraperlo durante muchos años entre
Francia y España, fue el lugar elegido por muchos judíos residentes
en París y en otras ciudades europeas para huir de la Francia
ocupada por los nazis. Anteriormente y durante la guerra civil
española los pastores andorranos habían realizado su aprendizaje
como guías, cruzando a familias que huían, primero de la zona
republicana y posteriormente a los que escapaban cuando la victoria
de Franco era inminente.
La frialdad y falta de escrúpulos de estos personajes que
constituyeron el poder económico, financiero y político de ese
pequeño paraíso fiscal se describe con minuciosidad y datos
concluyentes en esta apasionante novela.
El sistema utilizado por muchos pastores andorranos, que se
convirtieron posteriormente en los propietarios de bancos,
concesionarios de vehículos, hoteles, centros comerciales y pistas
de esquí, era muy sencillo. Se ofrecían como guías para realizar
la peligrosa travesía y cuando veían que un fugitivo disponía de
dinero, joyas u otros bienes valiosos, los arrojaban al vacío, les
desnudaban, quitaban los zapatos y ataban sus manos con alambres que
llevaban para tal fin.
Los hombres, mujeres y niños fallecían
congelados y eran enterrados por las copiosas nevadas que cubren esa
zona del Pirineo. Al cabo de los años algunos de estos cadáveres
salieron a la luz y dieron lugar a investigaciones policiales y
periodísticas, que nunca contaron con el apoyo ni la colaboración
de las autoridades andorranas.
La frialdad y falta de escrúpulos de estos personajes que
constituyeron el poder económico, financiero y político de ese
pequeño paraíso fiscal se describe con minuciosidad y datos
concluyentes en esta apasionante novela, que se lee del tirón.
Antonio Lao, que así se llama el protagonista de la novela, que como
toda novela es ficción basada en hechos reales, de no disponer ni
una sola peseta, se convirtió en el dueño de los principales
concesionarios de vehículos alemanes, así como de hoteles y centros
comerciales.
Los herederos de una familia de joyeros parisinos en la década de
los ochenta, conscientes de que los crímenes de sus abuelos habían
prescrito, encargaron las gestiones para dar con los cadáveres de
sus antepasados a un joven periodista almeriense, que fruto de la
casualidad, había publicado información sobre la aparición de unas
momias en el pirineo andorrano. Al estar congelados los fallecidos se
pudieron realizar las pruebas de ADN con facilidad y se pudo
comprobar la identidad de los mismos.
Otro de los personajes protagonistas de la novela es el banquero
Jordi Mora, también pastor que comenzó como prestamista y amasó
una inmensa fortuna creando bancos y empresas también en la ciudad
de Mendoza, en Argentina, donde se suicidó una vez que los
descendientes de los judíos asesinados le descubrieron y
secuestraron.
Por la novela desfilan muchos de los personajes del pasado reciente
español y catalán. Las relaciones entre los hacendados de toda
España y Andorra vienen de lejos. Muchos de ellos han ocultado sus
bienes, beneficios empresariales o comisiones ilegales de sus
adjudicaciones en los bancos andorranos que han sido y siguen siendo
en gran medida totalmente opacos al fisco español y europeo.
Los
fines de semana a esquiar y descansar en Andorra, pasando un rato a
depositar bolsas con efectivo por las oficinas bancarias, ha sido una
práctica habitual de cientos de empresarios y millonarios españoles,
consentida por las autoridades franquistas y posteriormente por los
distintos gobiernos de la democracia.
El joyero Bartomeu, que compraba las joyas robadas a los
desafortunados huidos que no llegaban a su destino, reunía
anualmente en una pequeña fiesta a los pastores con los que había
hecho negocios en una suite del hotel Roc Blanc de su propiedad, en
la Plaza Coprinceps, en Escaldes-Engordany.
Jordi Mora, Oscar
Anglada, Antóni Campoi, Jaume Reig, José Ribas, Jaime Trigo, Aleix
Ramentol, Antonio Puigdevoll, Ribes y Antonio Lao eran los diez guías
que habían pasado de pastores de rebaños a prósperos hombres de
negocios gracias a las fortunas que acumularon en el periodo que
abarca desde 1936 a 1945.
Para comprender el presente siempre es imprescindible conocer el
pasado y para explicarse la opacidad y secretismo que ha rodeado todo
lo relativo al principado de Andorra, como paraíso fiscal y lugar
donde hacer compras sin pagar impuestos, es necesario conocer el
pasado de este pequeño territorio del Pirineo. A ello ayuda esta
excelente novela de Joaquín Abad.
(*) Periodista
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