Como un barco a la deriva así va la libertad educativa de la que gozábamos en este país. Hoy veo con preocupación como los logros conseguidos tras la muerte del dictador se esfuman como la niebla con este gobierno incompetente que, en vez de buscar soluciones a los problemas que de verdad preocupan y maltratan a los ciudadanos, se dedica en lanzar una cortina de humo para tenernos entretenidos, utilizando eso sí, una de las piedras angulares de nuestro Estado, la educación.
Pero este plan, perfectamente estudiado, pretende mantenernos entretenidos para que nos olvidemos de lo verdaderamente importante (el paro por ejemplo, casi dos millones más desde que llegaron al gobierno o los muchos recortes sociales), haciéndole de camino el agua clara a la iglesia y plegándose a sus imposiciones para imponernos un modelo de enseñanza que de manera sibilina se pasa la Constitución por el forro, al instaurar encubiertamente en un Estado laico como el nuestro la doctrina católica apostólica y romana como cuando vivíamos en tiempos de Franco.
De casta le viene al galgo (les hablo del ministro Wert) y ni que decir tiene que creyéndole manso nos engañó a todos, pues dejando a un lado la imagen de hombre moderado se ha quitado la mascara enseñándonos su radical forma de entender la enseñanza seguramente porque han aflorado con añoranza en él, aquellos recuerdos de tiempos lejanos, aunque no olvidados, donde éramos obligados por la fuerza, a base de palmetazos, tirones de patillas o guantazos a aprendernos el catecismo mientras un cura salvador de almas nos decía: “ quien bien te quiere te hará llorar”
¡Y yo que pensaba que el integrismo religioso se practicaba tan solo en los países musulmanes!
A veces pienso que lo que estos talibanes de la política pretenden es ver por narices a nuestros hijos con hábito o sotana, el escapulario al cuello y el catecismo en la mano. No en vano se han empecinado en que todo el alumnado estudie la asignatura de religión y sin, otra asignatura de religiosidad encubierta que al dictado de la curia el ministro Wert se ha propuesto imponernos.
¿No es esta imposición un atentado contra el artículo dieciséis de la Constitución? ¿Acaso no somos libres para practicar la religión que queramos sin que tengan que imponérnosla?
De nada sirven los argumentos que alumnos, asociaciones de padres y demás entes han puesto sobre la mesa para que este intransigente gobierno y el peor ministro de educación de toda la democracia, dé marcha atrás a un modelo de enseñanza del que la mayor parte de la ciudadanía está en contra, a excepción claro está de la iglesia y de sus adláteres, palmeros incluidos, entre los que cabe destacar tertulianos y periodistas en nómina de la misma que ocupan radios, periódicos y sobre todo platós de televisión defendiendo la política del ministro, haciendo campaña en su favor, validando las tesis dictadas por el todopoderoso Opus Dei, los influyentes neucatecumenales o por los legionarios de Cristo del pederasta Maciel, verdaderos ideólogos y artífices de esta propuesta por ser los que marcan a este gobierno plagado de miembros de ultraderecha cual ha de ser la educación que nuestros hijos han de recibir, arrugandose a sus consignas sin importarle atentar contra la carta magna y cargarse de un plumazo nuestra libertad de elegir, religión incluida.
Sin hogueras de por medio, ni procesos, ni maquinas de tormento, son esta caterva de intransigentes, la nueva inquisición del siglo XXI.
Pero ¿hasta están estos negados dispuestos a llegar?.
Mucho me temo que no tengan límites y que se hayan propuesto privatizar la enseñanza, cargándose en consecuencia la enseñanza pública. Para ello nada mejor que ir poniendo piedras en el camino de la misma esquilmando las ayudas, hacinando a los alumnos en las aulas, dotando a los colegios de menos personal docente, marginando a éste con condiciones laborales cada día más denigrantes, proveyendo a los colegios de un presupuesto menor con el fin de crear una enseñanza de peor calidad para que de ésta manera la privada, es decir la de la iglesia en su mayor parte, tenga el camino libre.
Dispuestos a todo y no conformes con su afrenta han disminuido el importe del dinero destinado para becas y ayudas al alumno, subiendo de manera indecente e impúdica los importes de las tasas educativas, créditos y matriculaciones para que al pobre le sea más difícil el acceso a la universidad. Sin un ápice de vergüenza han creado una enseñanza claramente discriminatoria hacia las clases humildes. Saben bien lo que hacen, pues con ésta política jóvenes sin recursos no podrán costearse los estudios y tendrán que dejar de estudiar.
Detrás de todo esto, pensando mal, yo diría que se proponen marginar a la clase obrera impidiendo que sus hijos puedan formarse y es que a estos talibanes le repatea que nuevamente el hijo de un vaquero pueda llegar al poder. Para evitar esto necesitan controlar la enseñanza y ya de paso traer la privatización.
O paramos a este gobierno y les decimos que no estamos dispuestos a que hagan su santa voluntad o generaciones venideras lamentarán que no lo hayamos hecho.
Pero este plan, perfectamente estudiado, pretende mantenernos entretenidos para que nos olvidemos de lo verdaderamente importante (el paro por ejemplo, casi dos millones más desde que llegaron al gobierno o los muchos recortes sociales), haciéndole de camino el agua clara a la iglesia y plegándose a sus imposiciones para imponernos un modelo de enseñanza que de manera sibilina se pasa la Constitución por el forro, al instaurar encubiertamente en un Estado laico como el nuestro la doctrina católica apostólica y romana como cuando vivíamos en tiempos de Franco.
De casta le viene al galgo (les hablo del ministro Wert) y ni que decir tiene que creyéndole manso nos engañó a todos, pues dejando a un lado la imagen de hombre moderado se ha quitado la mascara enseñándonos su radical forma de entender la enseñanza seguramente porque han aflorado con añoranza en él, aquellos recuerdos de tiempos lejanos, aunque no olvidados, donde éramos obligados por la fuerza, a base de palmetazos, tirones de patillas o guantazos a aprendernos el catecismo mientras un cura salvador de almas nos decía: “ quien bien te quiere te hará llorar”
¡Y yo que pensaba que el integrismo religioso se practicaba tan solo en los países musulmanes!
A veces pienso que lo que estos talibanes de la política pretenden es ver por narices a nuestros hijos con hábito o sotana, el escapulario al cuello y el catecismo en la mano. No en vano se han empecinado en que todo el alumnado estudie la asignatura de religión y sin, otra asignatura de religiosidad encubierta que al dictado de la curia el ministro Wert se ha propuesto imponernos.
¿No es esta imposición un atentado contra el artículo dieciséis de la Constitución? ¿Acaso no somos libres para practicar la religión que queramos sin que tengan que imponérnosla?
De nada sirven los argumentos que alumnos, asociaciones de padres y demás entes han puesto sobre la mesa para que este intransigente gobierno y el peor ministro de educación de toda la democracia, dé marcha atrás a un modelo de enseñanza del que la mayor parte de la ciudadanía está en contra, a excepción claro está de la iglesia y de sus adláteres, palmeros incluidos, entre los que cabe destacar tertulianos y periodistas en nómina de la misma que ocupan radios, periódicos y sobre todo platós de televisión defendiendo la política del ministro, haciendo campaña en su favor, validando las tesis dictadas por el todopoderoso Opus Dei, los influyentes neucatecumenales o por los legionarios de Cristo del pederasta Maciel, verdaderos ideólogos y artífices de esta propuesta por ser los que marcan a este gobierno plagado de miembros de ultraderecha cual ha de ser la educación que nuestros hijos han de recibir, arrugandose a sus consignas sin importarle atentar contra la carta magna y cargarse de un plumazo nuestra libertad de elegir, religión incluida.
Sin hogueras de por medio, ni procesos, ni maquinas de tormento, son esta caterva de intransigentes, la nueva inquisición del siglo XXI.
Pero ¿hasta están estos negados dispuestos a llegar?.
Mucho me temo que no tengan límites y que se hayan propuesto privatizar la enseñanza, cargándose en consecuencia la enseñanza pública. Para ello nada mejor que ir poniendo piedras en el camino de la misma esquilmando las ayudas, hacinando a los alumnos en las aulas, dotando a los colegios de menos personal docente, marginando a éste con condiciones laborales cada día más denigrantes, proveyendo a los colegios de un presupuesto menor con el fin de crear una enseñanza de peor calidad para que de ésta manera la privada, es decir la de la iglesia en su mayor parte, tenga el camino libre.
Dispuestos a todo y no conformes con su afrenta han disminuido el importe del dinero destinado para becas y ayudas al alumno, subiendo de manera indecente e impúdica los importes de las tasas educativas, créditos y matriculaciones para que al pobre le sea más difícil el acceso a la universidad. Sin un ápice de vergüenza han creado una enseñanza claramente discriminatoria hacia las clases humildes. Saben bien lo que hacen, pues con ésta política jóvenes sin recursos no podrán costearse los estudios y tendrán que dejar de estudiar.
Detrás de todo esto, pensando mal, yo diría que se proponen marginar a la clase obrera impidiendo que sus hijos puedan formarse y es que a estos talibanes le repatea que nuevamente el hijo de un vaquero pueda llegar al poder. Para evitar esto necesitan controlar la enseñanza y ya de paso traer la privatización.
O paramos a este gobierno y les decimos que no estamos dispuestos a que hagan su santa voluntad o generaciones venideras lamentarán que no lo hayamos hecho.
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