No
sabe 'Cajamar' la que se le avecina. En pocas semanas, entrará
triunfante en la sede central de la plaza de Barcelona su nuevo
consejero delegado, más conocido por 'Chunguito' entre los
amigos-compañeros, y Gisbert como el alcoyano de pantalón corto y rol de
botones en la antigua Caja de Ahorros del Sureste de España, de la que acabó
siendo el director general de la ahora tristemente célebre Caja de
Ahorros del Mediterráneo (y antes de Alicante y Murcia) tras licenciarse
en Ciencias Económicas, simpatizar, y mucho, oportunamente con el PSOE de su cuñado Mira-Perceval,
y aprovechar la experiencia desgranada para él por el legendario
director general de toda la vida y yerno del fundador de la entidad
Antonio Ramos Carratalá, el falangista cartagenero Francisco Oliver
Narbona, quien menos mal que se trasladó a Alicante (guardando a
continuación en una cómoda su vieja camisa azul añil) después de ciertos
episodios acaecidos y protagonizados en su ciudad natal inmediatamente
finalizada la Guerra Civil.
Pues
bien, éste su pupilo financiero, ha hecho luego carrera profesional y
política de la mano del PSOE y a la sombra de la derecha económica
alicantina más golfa, hasta detentar cargos de director general de
Economía en la Generalitat Valenciana en la época de Joan Lerma, en el
Banco Hipotecario de España con Felipe González, en el inoperante ICO de Zapatero con el
catedrático valenciano-aragonés Aurelio Martínez, y en el Ministerio de
Economía con el también alicantino Pedro Solbes, hasta terminar
recalando en la Caja Rural de Valencia y al frente de la resultante de
las sucesivas fusiones de cajas y cooperativas de crédito en la
Comunidad Valenciana, comercialmente denominada como Rural Caja. Y ahora
le toca el asalto político a la fortaleza cooperativa de Almería, en territorio
socialista pero ocupada por gente demasiado cándida y despolitizada, como
su presidente Antonio Pérez Lao, actual consejero-delegado Juan de la Cruz Cárdenas y su director general Manuel Yebra. 'Tres pardillos', seguro que piensa de ellos Juan Antonio Gisbert.
Quien abandonó la Caja de Ahorros del Mediterráneo en 2000, con seis millones
de euros de indemnización por despido, porque el entónces presidente de la
Generalitat Valenciana, el también cartagenero Eduardo Zaplana, quería
manejar la entidad a su antojo y el director general se resistía a la
intrusión de los contrarios políticos de turno en el coto privado para
altos directivos en que se había convertido ya la Caja desde su llegada a
los mandos y estando en la cúpula un empresario e ingeniero, Román Bono,
insaculado desde la línea sucesoria establecida para sus retoños por
antiguos presidentes conniventes con Oliver Narbona y su suegro. Pero que dejó la Caja del Mediterráneo con 30 millones de euros en líquido antes de ser invitado igualmente a marcharse.
Así,
Gisbert, el antiguo botones de la sucúrsal de Alcoy abandonaba bien 'apargatado'
su sillón y daba paso a un paisano de peripecia muy parecida, Roberto
López Abad, pero más moldeable para la nueva casta política emergente,
que situó en la presidencia a un empresario hecho a si mismo con un
patrimonio por matrimonio, e idóneo por su anterior experiencia
financiera, Vicente Sala, recientemente desaparecido. Y ahí comenzó el proceso que acaba de hacer
crisis en la caja murciano-alicantina de una forma supuestamente programada hace tiempo desde fuera de la sede de Oscar Esplá por conocedores de sus intersticios y con casi seguras complicidades de altura en el Ministerio de Economía, Comisión Nacional del Mercado de Valores y Banco de España, tal como se sospecha hace tiempo tras las reiteradas denuncias del abogado Diego de Ramón desde antes del año 2000 y hasta la fecha.
Mientras
tanto, Gisbert no se resignaba a jubilarse a edad tan temprana (46
años) pese a contraer poco después una grave enfermedad, felizmente
superada, y prueba a volver a la política en el área económica en la
medida que la recuperación de su salud se lo permite. Lo consigue de la
mano de sus viejos amigos socialistas y en la primera etapa de Zapatero
lo hizo con cierto reconocimiento hasta asignarlo a pilotar un proceso
de redimensión del sector financiero rural. Ahora lo culmina
desembarcando en el buque insignia de esta flota, fondeado en Almería,
puerto de mar donde no piensa habitar al estar a 300 kilómetros de su
mansión en La Calita, junto al Mediterráneo de los alrededores de la ciudad de Alicante.
A
los de 'Cajamar' trata de convencerlos ahora de que gran parte de la
sede central se traslade a Madrid pero no les está revelando sus
verdaderas últimas intenciones de situar en Alicante a medio plazo la 'almendra'
de la entidad por ser la ciudad que él domina, reside y donde puede
aprovechar a algunos cuarentones de la actual CAM, que llevan varias
semanas visitándole para que sepa de viva voz que puede contar con ellos para el
asalto final de la entidad almeriense-malagueña desde las faldas del
castrense Monte Benacantil. Todo lo demás es 'pan, pijo y habas',
que dicen en Murcia donde, paradójicamente, encontrará Gisbert
una primera gran resistencia a sus pretensiones cesaristas al manejar a partir de julio más de la mitad de los activos de todas las cajas rurales españolas, dándole la vuelta a la inicial absorción de valencianos por almerienses.
El conocido abogado murciano Diego de Ramón ya se apresta a involucrar a Gisbert, en base
a su biografía, en los acontecimientos de la CAM, solicitando su
comparecencia en el procedimiento que se sigue en la Audiencia Nacional
de la mano del juez Velasco como instructor, y anteriormente por
Grande-Marlaska, nuevo presidente de la Sala de lo Penal, dado que los
directivos hoy cuestionados y que sucedieron a Gisbert pertenecían a su
círculo más íntimo, por ser la mayoría reclutados por él (caso paradigmático del muy
presunto Daniel Gil Mallebrera, trasmutado de maestro de escuela en Monóvar, nada
menos que en responsable de inversiones de la Caja), lo que induce a
pensar que, por su proyección, Gisbert nunca se fue del todo y que no puede ser ajeno a algunos de
los 'modus operandi' experimentados y sujetos actualmente a investigación criminal por la Fiscalía Anticorrupción.
Como dice un viejo periodista almeriense, editor y sesudo amigo mío, con un buen chalé en Viator donde ubicó en su día su preciada rotativa de papel prensa, 'todo está en Internet, donde lo que entra no sale', y Gisbert tiene bastantes entradas en Google, algunas muy ilustrativas sobre el personaje que va a irrumpir en la mejor cooperativa agrícola de España, hecha día a día por hombres de un corte muy diferente y estilo de gestión, que nada tienen que ver con los que ahora se intenten imponer desde protagonismos genéticos de finales malogrados por balances muy cuestionados. Por eso no tendrá que olvidar este alcoyano ambicioso, de poder y dinero, que 'Cajamar' tiene unos activos que son 3,5 veces superiores a los de Rural Caja, y que hasta hace muy poco tiempo ambas eran enconadas competidoras.
En el año 2000, la caja murciano-alicantina, entonces dirigida por Juan Antonio Gisbert, financió un estudio titulado La vivienda y el sector de la construcción en España, que se publicó en forma de libro con 441 páginas. Dicho estudio fue realizado por el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (Ivie), con la firma de los catedráticos José García Montalvo y Matilde Mas Ivars.
Los autores señalaban la sobredimensión del sector inmobiliario -ya en el año 2000- y advertían de que otros países en los que se habían producido fenómenos similares, posteriormente habían experimentado depreciaciones importantes de sus activos inmobiliarios. Mencionaban especialmente el caso de Japón, según ha contado muy bien ahora el periodista valenciano José Juan Cabezuelo, muy vinculado entónces al Ivie.
La Caja del Mediterráneo, modelada por Gisbert, hizo a continuación todo lo contrario de lo que se le indicaba en el estudio que financió pese a saber que acabaría sus días a manos de la trampa del ladrillo. Algo que, afortunadamente, nunca hizo 'Cajamar' pese a las mismas provincias mediterráneas en las que se expanden desde hace una década y que hoy le hace a la almeriense poder presentar 30.188.686 de euros en activos frente a los 11.378.057 en calderilla que trae el pillo levantino que es Gisbert, dispuesto a alzarse con el santo y la limosna desde el desprecio intelectual, que no muestra pero siente profundamente, hacia el mundo andaluz de las finanzas.
A lo mejor, su soberbia le hace saltar por los aires en poco tiempo y antes de lo que imagina, por su profundo desconocimiento de lo almeriense y la génesis intrínseca de 'Cajamar'. "No te equivoques, 'Chunguito', con los pitarrosos", le diría yo como consejo de un almeriense de adopción que soy desde 1972 aunque emigrado a la 'terreta' por razones del guión.
Continuará.
En el año 2000, la caja murciano-alicantina, entonces dirigida por Juan Antonio Gisbert, financió un estudio titulado La vivienda y el sector de la construcción en España, que se publicó en forma de libro con 441 páginas. Dicho estudio fue realizado por el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (Ivie), con la firma de los catedráticos José García Montalvo y Matilde Mas Ivars.
Los autores señalaban la sobredimensión del sector inmobiliario -ya en el año 2000- y advertían de que otros países en los que se habían producido fenómenos similares, posteriormente habían experimentado depreciaciones importantes de sus activos inmobiliarios. Mencionaban especialmente el caso de Japón, según ha contado muy bien ahora el periodista valenciano José Juan Cabezuelo, muy vinculado entónces al Ivie.
La Caja del Mediterráneo, modelada por Gisbert, hizo a continuación todo lo contrario de lo que se le indicaba en el estudio que financió pese a saber que acabaría sus días a manos de la trampa del ladrillo. Algo que, afortunadamente, nunca hizo 'Cajamar' pese a las mismas provincias mediterráneas en las que se expanden desde hace una década y que hoy le hace a la almeriense poder presentar 30.188.686 de euros en activos frente a los 11.378.057 en calderilla que trae el pillo levantino que es Gisbert, dispuesto a alzarse con el santo y la limosna desde el desprecio intelectual, que no muestra pero siente profundamente, hacia el mundo andaluz de las finanzas.
A lo mejor, su soberbia le hace saltar por los aires en poco tiempo y antes de lo que imagina, por su profundo desconocimiento de lo almeriense y la génesis intrínseca de 'Cajamar'. "No te equivoques, 'Chunguito', con los pitarrosos", le diría yo como consejo de un almeriense de adopción que soy desde 1972 aunque emigrado a la 'terreta' por razones del guión.
Continuará.
Este señor está siendo investigado a fondo desde hace muchos meses y no creo que dure mucho en sus nuevas funciones; que no crea que ha logrado pasar desapercibido por muchas cautelas adoptadas en los últimos diez años porque su historia terminará salpicando a gente mas importante que él y poco dispuesta a quedar en evidencia.
ResponderEliminar¡Qué extraña generosidad se tuvo con este hombre, verdad! El desarrollo de los hechos y sus protagonistas lo deja todo muy claro y mas claro estará todavía dentro de unos meses. Ardo en deseos de leer la próxima entrega, señor Argárico, porque va usted en la buena dirección
ResponderEliminarDon Francisco Poveda, efectivamente tiene usted razón cuando afirma que los directivos de la CAM (algunos), están siendo "bizcochados" por Gisbert, para que se incorporen a la Caja Rural. Pero no era "Chunguito", era "El Chunguito", hombre de amistades peligrosas como Rafael Juan Galea Expósito, Ángel Luna, quien en su época de Alcalde de Alicante, aumentó la recalificación del PAU 4 en 1 millón de metros cuadrados y por lo cual, dicen que cobró, no Gálea que cobró mucho, sino Luna. Hoy da clases de ética política desde su atalaya (es chiquitín) de las Cortes Valencianas. Tuvo otros amigos como Lorenzo Plaza, Moscú y demás familia. Ahora tiene despacho en Madrid, pues el paseo de la Alameda de Valencia se le queda pequeño. Se llevó 6Millones de euros de prima de desenganche más el fondo de pensiones "opaco" de todos los directivos del Comité de Dirección. "Me llevo el fondo al BBVA pues no me fio de los que dejé en la CAM", desgraciadamente el tiempo le ha dado la razón. SEguiremos informando de la limpieza étnica del Banco de Sabadell.
ResponderEliminarQue razón con lo que escribió hace 6 meses. La verdad es que me ha sorprendido que Cajamar se diera cuenta de que estaba jugando con fuego. El tiempo ha demostrado que "El Chunguito" ha dedicado toda su vida a intrigar y como todos los incompetentes, se rodea de personajes que no le puedan hacer sombra y aniquila a los buenos gestores. Ahora se ira a dar clases a la Universidad. ¡qué miedo! y a esperar que los suyos le coloquen en otro sitio.
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