Ante la imposibilidad de daros las gracias personalmente a todos y cada uno por hacerme llegar vuestra felicitación tras la sentencia que me absuelve de los delitos de injurias y calumnias que me imputaba Antonio José Chaves (hermano-hermanísimo de Manuel Chaves), permitidme que lo haga desde aquí. Ruego que me perdonéis si lo consideráis una descorteía, pero respoder a todos los sms, a los mails, a los comentarios en Facebook era complicado, y no quería dar las gracias a uno y dejar a otro.
La verdad es que han sido cuatro años muy duros y son ejemplo de que cuando la Justicia es lenta -la sentencia ha tardado un año desde el juicio- puede acabar creando situaciones aún más injustas que las que pretendía dirimir. No es el caso, pero hubiera podido serlo de existir condena.
En estos cuatro años Manuel Chaves ha dejado de ser el presidente de la Junta de Andalucía, y supongo que desde su vision poco autonomista por no decir directamente centralista, ha llegado a vicepresidente tercero del Gobierno Zapatero.
En estos cuatro años la empresa Climocubierta ha quebrado, y ha dejado a múltiples empresarios del Levante con problemas.
En estos cuatro años ha muerto mi madre, y ha nacido mi hija Azahra, una sultanita rubia que atrapa con las lunas de sus ojos cada gesto de su hermano Ismael.
En estos cuatro años ha cerrado el periódico que dirigía y en el que publiqué la información, el gratuito Diario de Almería, con el que demostramos (cinco años nos avalaban hasta que las ratas entraron en el barco en vez de salir de él) que se podía hacer periodismo serio en este tipo de publicaciones, y ello gracias a los muchos y buenos profesionales que trabajaron en él durante todo ese tiempo... Jenny, Pepe, Juan, Julia, Lola, Antonio, Roger, Faustino, Almudena, Laureano, Gema, Carmen, Laura, Lupe, Nerea, Paloma, Antonia... y seguro que me dejo gente, pero que están otros medios y eso demuestra lo válidos que han sido.
Y en estos cuatro años hemos puesto en marcha el proyecto Noticias de Almería, un periódico digital que crece como la espuma y que lo hace con el mismo espíritu que tuvo Diario de Almería: ser críticos y contar lo que otros no cuentan. A veces, es difícil y trabajoso, y en otras basta con leer una nota de prensa hasta el final antes de publicarla, o tirar de hemeroteca, o mirar en el registro mercantil... o tener buena memoria.
Esta no ha sido la primera querella que me han puesto en mi vida profesional, pero sí la primera que ha llegado hasta tan lejos, y también la primera en la que tenía frente a mi ni más ni menos que a uno de los hermanos del clan más poderoso de Andalucía, uno de los Chaves. Y sí, claro que me he preguntado en ocasiones quién me mandaría mi meterme en aquella historia (y en otras), pero la respuesta ha sido siempre la misma: es que para eso soy periodista ¿no?
Este asunto me ha permitido reflexionar sobre varias cuestiones, y me gustaría exponerlas aquí ya que todo parece haber acabado.
Una de ellas es la absoluta indefensión de los periodistas cuando hacemos informaciones comprometidas, ya que ninguna agencia de seguros tiene pólizas para nosotros a título individual, como ocurre con los corresponsales o los colaboradores en precario. Incluso en caso que el medio tenga un seguro de responsabilidad civil, cubre a la empresa ¿y al redactor? Pues no, al periodista no lo suele cubrir, que como siempre es la parte más débil de esta cadena.
Siguiendo con el problema profesional/laboral, puede pasar -como fue nuestro caso- que la empresa deje de existir... y con ella las posibles responsabilidades civiles... pero el periodista permanece... y sobre él cae todo el peso.
También puede ocurrir que, como fue mi caso, la querella suponga que tienes que depositar una fianza de 200.000 euros. O sea, que yo pongo 200.000 euros o me embargan ¿y si me embargan y luego salgo absuelto como es el caso? Es más ¿por qué tengo que pagar a un abogado y un procurador para que me defiendan de una querella y si luego salgo absuelto nadie me compensa los gastos que he tenido por culpa de la misma? Así es muy fácil que alguien como Antonio José Chaves se querellara... a él qué más le da, él, no ha perdido nada, y yo...
Pero veámoslo desde el punto de vista de la empresa, a la que le pedían una fianza de 120.000 euros. Igual si deposita esa fianza en el juzgado tiene que cerrar ¿y qué pasa con toda esa gente que va a la calle? ¿quién compensa esa destrucción de empleo y de vidas personales y profesionales?
Sí, ya sé que la ley es esa, pero está mal, y contra todo eso debían estar haciendo algo las asociaciones de la prensa, en las que no creo, pero en concreto a la de Almería le agradezco sus muestras de solidaridad cuando comenzó este calvario, pero insisto en que en estos cuatro años se ha evidenciado una serie de problemas para los periodistas que sigue sin ser objeto de análisis por parte de la misma.
En estos años he referido en privado lo que ahora me atrevo a escribir, y es la actitud prepotente de quienes se querellaron contra mi, y cómo la juez Peña les puso en su sitio reiteradamente. Recuerdo cuando el letrado querellante se empeñaba en que Chaves asistiera a la vistilla (la declaración del imputado ante el juez, el secretario, la defensa y las acusaciones) y la juez le tuvo que decir varias veces que se tenía que quedar fuera... por mucho que insistiera en que "venía de Sevilla". Luego, cuando nos tocó firmar mi declaración, el letrado empezó diciéndole a la juez que si el señor Chaves podía pasar a firmar, y ella le respondió que no, que él era el representante legal, y acabó susurrándole que el señor Chaves quería hablar con ella, y ella contestó que no tenía nada que hablar con él.
Cuando me comunicaron la apertura de juicio oral me sorprendió. Lo primero porque habíamos publicado la rectificación que nos mandaron, dentro del plazo y las formas que exige la ley, y lo segundo es porque no lo entendíamos. Es decir, el cumplimiento del derecho de rectificación es papel mojado, ya que ni evita las querellas o demandas, y en mi caso ni tan siquiera se recoge en la sentencia como un aspecto a nuestro favor ya que ni se menciona.
Como deja meridianamente claro la juez Vico, en la información publicada no se imputa la comisión de ningún delito, por tanto no puede haber delito de calumnias, y tampoco se realiza menosprecio o se utilizan insultos o descalificaciones, por lo que tampoco existe injuria.
Es más, como también deja en evidencia la sentenciadora, cuando tuve la oportunidad de leer la querella al serme trasladada, lo más llamativo era que a pesar de argumentar que en mi información se hablaba de cohecho y tráfico de influencia, en ningún punto se recogía exactamente de dónde se extraía esa conclusión. La noticia únicamente establece una secuencia de hechos, que perfectamente pueden ser legales, pero que no dejan de ser un escándalo político de primer nivel. Fue El Mundo Andalucía quien destapó la historia, y nosotros, en Diario de Almería lo que hicimos fue investigar la ramificación en Almería, si había habido adjudicaciones a Climocubierta, cuales y en qué condiciones, y así encontramos también que debían a la Seguridad Social.
Por eso, cuando tuvimos noticia de que la querella contra El Mundo Andalucía había sido archivada definitivamente, y parecía que podríamos respirar, pero resulta que la nuestra sigue adelante... hasta esta semana en que finalmente se ha sentenciado.
Entre quienes me han felicitado -y sé que lo hacen desde el corazón- está alguien que recientemente ha visto como se archivaba una querella contra él y por la que ha tenido que "pagar" lo que se suele llamar "pena de telediario", es decir, que mientras sí y mientras no, ha estado en la picota. Y también alguien próximo a la Operación Poniente, que aprovechaba para recordarme lo que supone la angustiosa espera de las decisiones de la Justicia.
Por cierto, una maldad para terminar, nadie del PSOE está entre quienes me han comunicado su alegría por esta absolución, ni tan siquiera aquellos con quienes mantengo una relación cordial. En fin.
En estos cuatro años la empresa Climocubierta ha quebrado, y ha dejado a múltiples empresarios del Levante con problemas.
En estos cuatro años ha muerto mi madre, y ha nacido mi hija Azahra, una sultanita rubia que atrapa con las lunas de sus ojos cada gesto de su hermano Ismael.
En estos cuatro años ha cerrado el periódico que dirigía y en el que publiqué la información, el gratuito Diario de Almería, con el que demostramos (cinco años nos avalaban hasta que las ratas entraron en el barco en vez de salir de él) que se podía hacer periodismo serio en este tipo de publicaciones, y ello gracias a los muchos y buenos profesionales que trabajaron en él durante todo ese tiempo... Jenny, Pepe, Juan, Julia, Lola, Antonio, Roger, Faustino, Almudena, Laureano, Gema, Carmen, Laura, Lupe, Nerea, Paloma, Antonia... y seguro que me dejo gente, pero que están otros medios y eso demuestra lo válidos que han sido.
Y en estos cuatro años hemos puesto en marcha el proyecto Noticias de Almería, un periódico digital que crece como la espuma y que lo hace con el mismo espíritu que tuvo Diario de Almería: ser críticos y contar lo que otros no cuentan. A veces, es difícil y trabajoso, y en otras basta con leer una nota de prensa hasta el final antes de publicarla, o tirar de hemeroteca, o mirar en el registro mercantil... o tener buena memoria.
Esta no ha sido la primera querella que me han puesto en mi vida profesional, pero sí la primera que ha llegado hasta tan lejos, y también la primera en la que tenía frente a mi ni más ni menos que a uno de los hermanos del clan más poderoso de Andalucía, uno de los Chaves. Y sí, claro que me he preguntado en ocasiones quién me mandaría mi meterme en aquella historia (y en otras), pero la respuesta ha sido siempre la misma: es que para eso soy periodista ¿no?
Este asunto me ha permitido reflexionar sobre varias cuestiones, y me gustaría exponerlas aquí ya que todo parece haber acabado.
Una de ellas es la absoluta indefensión de los periodistas cuando hacemos informaciones comprometidas, ya que ninguna agencia de seguros tiene pólizas para nosotros a título individual, como ocurre con los corresponsales o los colaboradores en precario. Incluso en caso que el medio tenga un seguro de responsabilidad civil, cubre a la empresa ¿y al redactor? Pues no, al periodista no lo suele cubrir, que como siempre es la parte más débil de esta cadena.
Siguiendo con el problema profesional/laboral, puede pasar -como fue nuestro caso- que la empresa deje de existir... y con ella las posibles responsabilidades civiles... pero el periodista permanece... y sobre él cae todo el peso.
También puede ocurrir que, como fue mi caso, la querella suponga que tienes que depositar una fianza de 200.000 euros. O sea, que yo pongo 200.000 euros o me embargan ¿y si me embargan y luego salgo absuelto como es el caso? Es más ¿por qué tengo que pagar a un abogado y un procurador para que me defiendan de una querella y si luego salgo absuelto nadie me compensa los gastos que he tenido por culpa de la misma? Así es muy fácil que alguien como Antonio José Chaves se querellara... a él qué más le da, él, no ha perdido nada, y yo...
Pero veámoslo desde el punto de vista de la empresa, a la que le pedían una fianza de 120.000 euros. Igual si deposita esa fianza en el juzgado tiene que cerrar ¿y qué pasa con toda esa gente que va a la calle? ¿quién compensa esa destrucción de empleo y de vidas personales y profesionales?
Sí, ya sé que la ley es esa, pero está mal, y contra todo eso debían estar haciendo algo las asociaciones de la prensa, en las que no creo, pero en concreto a la de Almería le agradezco sus muestras de solidaridad cuando comenzó este calvario, pero insisto en que en estos cuatro años se ha evidenciado una serie de problemas para los periodistas que sigue sin ser objeto de análisis por parte de la misma.
En estos años he referido en privado lo que ahora me atrevo a escribir, y es la actitud prepotente de quienes se querellaron contra mi, y cómo la juez Peña les puso en su sitio reiteradamente. Recuerdo cuando el letrado querellante se empeñaba en que Chaves asistiera a la vistilla (la declaración del imputado ante el juez, el secretario, la defensa y las acusaciones) y la juez le tuvo que decir varias veces que se tenía que quedar fuera... por mucho que insistiera en que "venía de Sevilla". Luego, cuando nos tocó firmar mi declaración, el letrado empezó diciéndole a la juez que si el señor Chaves podía pasar a firmar, y ella le respondió que no, que él era el representante legal, y acabó susurrándole que el señor Chaves quería hablar con ella, y ella contestó que no tenía nada que hablar con él.
Cuando me comunicaron la apertura de juicio oral me sorprendió. Lo primero porque habíamos publicado la rectificación que nos mandaron, dentro del plazo y las formas que exige la ley, y lo segundo es porque no lo entendíamos. Es decir, el cumplimiento del derecho de rectificación es papel mojado, ya que ni evita las querellas o demandas, y en mi caso ni tan siquiera se recoge en la sentencia como un aspecto a nuestro favor ya que ni se menciona.
Como deja meridianamente claro la juez Vico, en la información publicada no se imputa la comisión de ningún delito, por tanto no puede haber delito de calumnias, y tampoco se realiza menosprecio o se utilizan insultos o descalificaciones, por lo que tampoco existe injuria.
Es más, como también deja en evidencia la sentenciadora, cuando tuve la oportunidad de leer la querella al serme trasladada, lo más llamativo era que a pesar de argumentar que en mi información se hablaba de cohecho y tráfico de influencia, en ningún punto se recogía exactamente de dónde se extraía esa conclusión. La noticia únicamente establece una secuencia de hechos, que perfectamente pueden ser legales, pero que no dejan de ser un escándalo político de primer nivel. Fue El Mundo Andalucía quien destapó la historia, y nosotros, en Diario de Almería lo que hicimos fue investigar la ramificación en Almería, si había habido adjudicaciones a Climocubierta, cuales y en qué condiciones, y así encontramos también que debían a la Seguridad Social.
Por eso, cuando tuvimos noticia de que la querella contra El Mundo Andalucía había sido archivada definitivamente, y parecía que podríamos respirar, pero resulta que la nuestra sigue adelante... hasta esta semana en que finalmente se ha sentenciado.
Entre quienes me han felicitado -y sé que lo hacen desde el corazón- está alguien que recientemente ha visto como se archivaba una querella contra él y por la que ha tenido que "pagar" lo que se suele llamar "pena de telediario", es decir, que mientras sí y mientras no, ha estado en la picota. Y también alguien próximo a la Operación Poniente, que aprovechaba para recordarme lo que supone la angustiosa espera de las decisiones de la Justicia.
Por cierto, una maldad para terminar, nadie del PSOE está entre quienes me han comunicado su alegría por esta absolución, ni tan siquiera aquellos con quienes mantengo una relación cordial. En fin.
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