Estamos asistiendo al final del mandato presidencial de Zapatero, y puede que también de un régimen o incluso de una época como la llamada “transición democrática”, porque a la crisis de la economía se le ha sumado el desvarío y absoluta incompetencia del presidente Zapatero que ha conducido al país a un callejón sin salida.
Y arrastrado con él a un gobierno de tercera clase y a unas instituciones del Estado que están, casi todas ellas, tocadas en su liderazgo o en su prestigio, llámense Congreso, Senado, Tribunal Constitucional, Fiscalía, CEOE, Sindicatos y por supuesto el Gobierno. Sin olvidar en todo ello la responsabilidad directa del PSOE y de sus compañeros del PSC –que a buenas horas se acuerdan de España y repudian a ERC-, que son cómplices de todo esto y el lugar donde se está librando una soterrada batalla de poder para preparar la posible sustitución de Zapatero al frente del gobierno y del PSOE.
Nos referimos a los ministros Rubalcaba y Blanco que están muy activos y compitiendo por ser el sucesor de Zapatero, pretendiendo los dos alcanzar la vicepresidencia primera en la tardía y esperada crisis de gobierno y empeñados ambos en derrotar a Tomás Gómez en Madrid frente a Trinidad Jiménez, pero no para ver si la ministra derrota a Esperanza Aguirre en 2012, sino para hacerse con el control político de la Federación Socialista Madrileña que sería crucial en un congreso extraordinario que decidiera la sustitución de Zapatero.
De ahí los duros ataques de Blanco y Rubalcaba a Gómez, y las soflamas –y encuestas- del Grupo Prisa (la SER, CNN, El País) a favor de Jiménez y contra Gómez. Porque está claro que dicho grupo de comunicación está jugando un papel –con González y Solana al fondo- en el proceso de “impechtment”, o de relevo de Zapatero al frente del gobierno y del PSOE. Pero, eso sí, intentando causar el menor daño posible al presidente en su despedida, porque ello acabaría por hundir al PSOE ante las próximas citas electorales.
Las últimas apariciones de Zapatero en el Parlamento y ante los medios de comunicación, tras varias semanas de ausencia, han trasmitido la imagen de un presidente muy deteriorado en lo político y lo personal que repite frases que se interpretan a despedida como: cuando dijo lo que hará ante la crisis “me cueste lo que me cueste”; o que “lo importante ahora es España y no mi futuro político y personal”; o la más reciente en el comité federal del PSOE, sobre el posible resultado de las elecciones primarias de Madrid, “a estas alturas…a mi no me afecta nada”.
Zapatero sabe que su futuro político no depende de la batalla ideológica –donde vive sumido en la gran contradicción de liderar una política económica contraria a su ideal social-, ni de la batalla política con el Partido Popular y otras fuerzas de la oposición. Su enemigo invisible e imbatible es la crisis económica y social que él negó y que se resistió a hacer frente hasta el último minuto –hasta que los mercados amenazaron en mayo la quiebra del Estado- y a este enemigo Zapatero no lo puede batir y menos aún en cuestión de meses, ni siquiera en años.
Y semejante argumento es el que decidirá el voto de los españoles sea Rajoy buen o mal líder y candidato, sea el PP y su equipo directivo bueno, malo o regular. Da igual, el PP es el otro gran partido nacional y los ciudadanos buscarán el cambio pensando en que allí puede estar su posible mejora o salvación, pero sabedores que Zapatero forma parte decisiva del problema.
Y esto lo saben los ciudadanos, y lo saben también en el PSOE y en los poderes fácticos que lo rodean de ahí la sigilosa partida que se está jugando en torno a la sustitución de Zapatero, y en cuya trama juega un papel fundamental el liderazgo socialista de Madrid, por eso la tensión en torno a la caza y captura de Gómez, un personaje que no controla el aparato central del PSOE y que podría desempeñar su propio papel en la sustitución de Zapatero si consiguiera ganar las elecciones primarias de Madrid.
Sin embargo, mientras se desvela el hundimiento de Zapatero y las intrigas de sus ambiciosos sucesores e intrigantes mediáticos, el país, España, navega a la deriva por entre los rápidos que nos conducen a la catarata final. Y todo ello en medio de un deterioro paralelo y similar en los principales poderes –Ejecutivo, Legislativo y Judicial- e instituciones del Estado, donde sus mas altos y primeros dirigentes (De la Vega, Salgado, Chaves, Bono, Rojo, Casas, Pumpido, Totxo, Méndez, Díaz Ferrand, etc), a juego con el propio Zapatero, están sumidos en el descrédito y desgaste del desgobierno general imperante, al que tampoco son ajenos los primeros partidos de la oposición.
El PP a la espera de que el poder le caiga en las manos, y CiU y PNV ocupados en conseguir ventajas soberanistas aprovechando la debilidad presidencial. Pero todos ellos sin contemplar el mapa global e institucional de la situación española que, por si algo le faltara, se acerca a una inútil y provocadora huelga general.
Y quede claro que esta constelación de disparates no solo es fruto de los malos gobernantes, y de las crisis financieras que vienen del exterior y cuya existencia en España se negó, sino que las reglas malas y poco democráticas del juego político español también están en el origen de esta desastrosa situación que anuncia un final del régimen de la transición. Y esta es y será la cuestión de fondo que convendrá estudiar y analizar en pos de una histórica solución.
No hay comentarios:
Publicar un comentario