Prácticamente desaparecido de la escena política regional, el ex consejero de Innovación, Martín Soler, se ha refugiado en Almería donde tan solo es un cargo electo, diputado raso, y en el partido ostenta la honorifica presidencia provincial. Hace dos semana “renunció” al cargo de presidente del Parque Tecnológico y Científico de Almería, denominado PITA, otras fuentes aseguran que fue obligado a abandonar el cargo de parte de Griñán.
Atrás quedaron los días de vino y rosas, cuando al que todos conocían como “el consejero de Almería” era objeto permanente de atención y agasajos postineros entre sus paisanos. Años atrás, su carácter abierto, su eterna sonrisa en la boca para las fotos, y su conocida capacidad para maniobrar con las cartas marcadas desde el poder, colocaron al cuevano Soler Márquez en la secretaría general del partido tras descabalgar, mediante un golpe de mano inesperado, a Nono Amate quien aún vestía los ropajes del viejo guerrismo, allá por el año 96.
Soler, que llegó a la política como delegado de medio Ambiente de la Junta en Almería, supo granjearse en poco tiempo la simpatía de colectivos ecologistas que incluso llegaron a otorgarle un premio, premio que según contaba el otro día en “Ideal” el periodista Miguel Ángel Blanco, a algunos de los que se lo otorgaron les gustaría retirarselo hoy en día.
Con la habilidad que le caracteriza logró el control del partido con una vieja fórmula propia del caciquismo politico del siglo pasado: o te compro o te destruyo.
Así, con ese manual de ruta, Soler Márquez se hizo fuerte al frente de la agrupación almeriense y por el camino fueron quedando marginados personas válidas para el proyecto socialista que se aburrieron tras comprobar cómo Soler jugaba con cartas marcadas y con un arbitro casero, su amigo Luis Pizarro desde Sevilla. Al nombre de Amate hubo que sumarle con el paso del tiempo los de Fernando Martínez, Santiago Martínez Cabrejas, Cristina Narbona que le dedicó una carta pública y todos aquellos diputados que acabaron refugiados en los brazos de un joven leones que prometía entonces, llamado Jose Luis Rodríguez Zapatero. Consuelo Rumí, Paco Contreras y algunos mas se pasaron meses por las reuniones de Grupo en Madrid contando lo que estaba haciendo con el partido en Almería Martín Soler, el protegido de Luis Pizarro.
Paralelamente, el PSOE, seguía sin ganar elecciones en Almería, siendo el electorado claramente favorable a la derecha, elección tras elección. Convertido a mediados de la primera década del siglo en autoridad incontestable en las filas del socialismo almeriense, Soler oyó rápido los cantos de sirenas que le llegaban desde el Poniente. Gentes que se estaba peleando por el poder dentro de el PP le habían sugerido hacerle una pirula a Amat y Arenas para quitarles la Diputación. Dicho y hecho. Sin papeles ni fotos, a escondidas, Martín Soler y Juan Enciso materializan su primer pacto donde tres tránsfugas gobernaron durante tres años una institución de 27 miembros. Oficialmente, ¡sin pacto!
Ese acuerdo oculto y anti natura, criticado a posteriori por todos, Griñán mismo lo hizo, fue defendido con la mayor naturalidad por la dirección regional socialista, ocupada en aquellas calendas por Pizarro y Manuel Chaves.
Martín en realidad no buscaba solo los 230 millones a repartir desde la Diputación por la provincia, agua de mayo para los pueblos socialistas a los que el PP tenia a palo seco desde hacía años en inversiones. Soler había conseguido una sociedad de intereses políticos y económicos cuyos nuevos socios le iban a hacer, además, el trabajo más sucio contra el PP y sus adversarios, no en vano creía que habían sido cuña de la misma madera. Lo más paradójico de todo era comprobar como con los votos de la derecha en El Ejido se ayudaba a gobernar a los socialistas en la provincia, frente al resto de la derecha.
Pero la política de alianzas con quienes hoy están acusados de haber cometido graves delitos, tampoco dio los frutos electorales que el PSOE esperaba y deseaba. A Pizarro le dio igual, siguió apoyando a Soler a machamartillo, ciegamente. Llegó a ser tanto el poder detentado por Soler en aquella provincia que difícilmente se hacía algo importante en Almería donde no estuviera la mano controladora del secretario general socialista. Dos ejemplos tan solo, la desaladora privada de Rambla Morales, cuya gestión está actualmente bajo sospecha o el Centro Tecnológico de la Piedra de Andalucía en Macael, dos proyectos que reclaman urgentes auditorias en tanto que se han invertido fondos públicos que andan algo descontrolados, según recientes denuncias públicas y privadas.
Quienes en estos días amargos para Soler publican glosas muy meritorias en favor del caído político almeriense, no recuerdan el lado oscuro de la gestión política del ex consejero, incluso olvidan cual ha sido el peor de los pecados que podía haber cometido: el de la deslealtad personal y política con el presidente Griñán, del que, encima, va presumiendo que le ayudó a llegar al puesto. Como también olvidan los que le escriben hoy que Soler, desde Almería, había entrado a formar parte de una operación poco clara y al margen de la praxis del partido, encaminada a controlar el PSOE-A a medio plazo, tras las municipales de 2011 que preveían catastróficas para el partido, pero sobre todo para el liderazgo de un Griñán que pretendían invalidar antes de 2012 en caso de necesidad.
¿Como Pepe Griñán iba a compartir proyectos de Innovación con quien llevaba meses tocándole las bolas con conspiraciones de bodeguilla y con la ventanilla de subvenciones a todo trapo para sus amigos y compromisos personales?
Para muchos socialistas,- cada día son más los que opinan- , difícilmente se puede exaltar la figura política de quien, demostrando el mayor de los desprecios a quien por Ley nombra, quita consejeros y forma gobierno, salió dando un portazo y diciendo que había rechazado no una consejería, sino dos, las de Medio Ambiente y Empleo.
“Martín es el pasado en Almería” se oye decir de un tiempo a esta parte en San Vicente y a esa tarea se ha entregado la actual dirección regional. Lavarle la cara al fraile no deja de ser una de obra de caridad, pagada seguramente por adelantado, pero con negar la evidencia, flaco favor se le hace a la inteligencia humana y, sobre todo, al hombre de la rosa, de la rosa marchita, claro.
(*) Periodista y director regional de Onda Cero en Andalucía
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