MÁLAGA.- El motivo por el que estaba cubierto de tierra el cuerpo de Julen, el niño de 2 años que cayó a un pozo el pasado 13 de enero en Totalán, es uno de los aspectos que tendrá que determinar la investigación abierta para esclarecer las circunstancias del suceso.
Todas las diligencias e investigaciones para "establecer posibles responsabilidades" en la muerte del menor corresponden
ahora al Juzgado de Instrucción nº 9 de Málaga, como avanzó el
delegado del Gobierno en Andalucía, Alfonso Rodríguez Gómez de Celis.
Los primeros datos de la autopsia practicada al cuerpo han permitido saber que el niño sufrió politraumatismos al precipitarse de pie en el pozo, que sus brazos estaban hacia arriba y que el pequeño presentaba erosiones compatibles con roces en la caída.
Tras el levantamiento del cadáver en el lugar del hallazgo, el cuerpo fue trasladado primero al hospital Clínico Universitario de Málaga para someterlo a un estudio radiológico y, a continuación, al Instituto de Medicina Legal de la capital malagueña para practicarle la autopsia.
De acuerdo a la posición en que fue encontrado el cuerpo, se cree que sufrió una caída "rápida y libre" hasta los 71 metros, la cota en la que fue encontrado Julen, y hasta donde se había rellenado de tierra el pozo, que originalmente tenía una profundidad de unos 110 metros y un diámetro de veinticinco centímetros.
Queda por despejar la incógnita de por qué el niño tenía encima la tierra con la que se formó el tapón que impidió succionar ese material para rescatarlo, primera opción que intentaron los técnicos antes de acometer un túnel vertical paralelo al pozo para después acceder a través de una galería horizontal.
Se barajan diversas teorías sobre ese tapón, aunque todavía sin ninguna certeza, y una de las tesis más probables es que, durante la propia caída del niño, se fuera desprendiendo tierra procedente de las paredes del pozo, que son "muy imperfectas, muy arenosas", según la descripción de Gómez de Celis.
También habrá que esclarecer las circunstancias en que se produjo la caída del niño, puesto que el empresario que perforó el pozo, Antonio Sánchez, aseguró en su declaración a la Guardia Civil que después de terminar su trabajo selló el orificio, pero su actuación había sido modificada posteriormente.
Durante el operativo de rescate se conoció asimismo que la Junta de Andalucía no había tramitado ningún permiso para excavar este pozo en busca de agua, y que en ningún departamento del gobierno autonómico constaba que se hubiese solicitado dicho permiso.
En caso de haber tenido permiso, los responsables de la obra tendrían que haber tramitado un segundo expediente, solo si hubiesen encontrado agua, para poder extraerla legalmente, y este trámite habría correspondido a la Dirección General de Dominio Público Hidráulico y Calidad de las Aguas, donde tampoco consta ninguna petición.
Tras el hallazgo del cuerpo de Julen, el pozo ha sido tapado con una lámina de acero de 600 kilogramos y la intención de las autoridades es rellenarlo y sellarlo, al igual que el túnel vertical paralelo, cuando la autoridad judicial lo permita.
Los primeros datos de la autopsia practicada al cuerpo han permitido saber que el niño sufrió politraumatismos al precipitarse de pie en el pozo, que sus brazos estaban hacia arriba y que el pequeño presentaba erosiones compatibles con roces en la caída.
Tras el levantamiento del cadáver en el lugar del hallazgo, el cuerpo fue trasladado primero al hospital Clínico Universitario de Málaga para someterlo a un estudio radiológico y, a continuación, al Instituto de Medicina Legal de la capital malagueña para practicarle la autopsia.
De acuerdo a la posición en que fue encontrado el cuerpo, se cree que sufrió una caída "rápida y libre" hasta los 71 metros, la cota en la que fue encontrado Julen, y hasta donde se había rellenado de tierra el pozo, que originalmente tenía una profundidad de unos 110 metros y un diámetro de veinticinco centímetros.
Queda por despejar la incógnita de por qué el niño tenía encima la tierra con la que se formó el tapón que impidió succionar ese material para rescatarlo, primera opción que intentaron los técnicos antes de acometer un túnel vertical paralelo al pozo para después acceder a través de una galería horizontal.
Se barajan diversas teorías sobre ese tapón, aunque todavía sin ninguna certeza, y una de las tesis más probables es que, durante la propia caída del niño, se fuera desprendiendo tierra procedente de las paredes del pozo, que son "muy imperfectas, muy arenosas", según la descripción de Gómez de Celis.
También habrá que esclarecer las circunstancias en que se produjo la caída del niño, puesto que el empresario que perforó el pozo, Antonio Sánchez, aseguró en su declaración a la Guardia Civil que después de terminar su trabajo selló el orificio, pero su actuación había sido modificada posteriormente.
Durante el operativo de rescate se conoció asimismo que la Junta de Andalucía no había tramitado ningún permiso para excavar este pozo en busca de agua, y que en ningún departamento del gobierno autonómico constaba que se hubiese solicitado dicho permiso.
En caso de haber tenido permiso, los responsables de la obra tendrían que haber tramitado un segundo expediente, solo si hubiesen encontrado agua, para poder extraerla legalmente, y este trámite habría correspondido a la Dirección General de Dominio Público Hidráulico y Calidad de las Aguas, donde tampoco consta ninguna petición.
Tras el hallazgo del cuerpo de Julen, el pozo ha sido tapado con una lámina de acero de 600 kilogramos y la intención de las autoridades es rellenarlo y sellarlo, al igual que el túnel vertical paralelo, cuando la autoridad judicial lo permita.
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