La recuperaciòn de la economía cumple cinco años, desde 2013, pero ya
da signos de fatiga. Los vientos de popa que empujaban el PIB (petróleo
barato, tipos de interés bajos, exportaciones potentes…) han virado al
sentido contrario y ahora soplan sobre la proa y restan vigor al
crecimiento. Y lo hacen antes de que la curva de la recuperación haya
neutralizado los efectos de la Gran Recesión.
El Ministerio de Economía apuntó en su último informe de coyuntura la
debilidad de algunos indicadores anticipados (ventas en grandes
superficies y comercios, exportaciones, expectativas de los agentes
económicos…) simultáneos a un repunte de la inflación (IPC estabilizado,
por encima del 2% anual, pese a una demanda más débil).
Los datos del
mercado de trabajo de agosto (registros de parados y de afiliación a la
seguridad de social) han sido negativos, más de los esperado, que se
traducirán en pérdida de algunas décimas de crecimiento para este tercer
trimestre.
No se puede concluir que la recuperación ha muerto, pero sí que vamos
a menos crecimiento que hará difícil recuperar esa objetivo de más de
veinte millones de ocupados antes del 2020.
Durante los seis primeros
años de este siglo, los del crecimiento, la Seguridad Social, los
afiliados crecieron en 3,5 millones de personas. Los seis años
siguientes (2007-13) la recesión eliminó tres millones de afiliados.
Durante los cinco años siguientes (2013-18) se han recuperado 2,5
millones de afiliaciones netas, a razón de medio millón al año, una
cifra importante pero insuficiente. Sobre todo si las expectativas
apuntan que reaparece el miedo al futuro y por tanto la renuncia a
contratar con estabilidad.
El Gobierno sostiene que ha iniciado una campaña intensa contra el
fraude en la contratación y contra la precariedad. Que la inspección
trabaja a fondo y descubre bolsas de fraude y mala práctica. Pues muy
bien; pero quizá podría empezar por la propia casa, por la sanidad y la
educación públicas donde los ahorros de costes se logran a base de
precarizar.
El Ministerio ha recurrido a los aspecto más ambles de los datos de
empleo, argumentan que agosto es demasiado coyuntural y que el dato
interanual sigue siendo muy positivo. Es cierto, pero el viendo ha
cambiado de signo y lo que antes empujaba al crecimiento ahora es
contrario: hay riesgos geopolíticos, debilidad en el comercio
internacional, agotamiento de la política monetaria, confusión en la
política fiscal… en resumen mayor resistencia a la recuperación antes de
sanar los efectos de la recesión.
Rajoy fiaba la recuperación (o el mantenimiento) del voto a la
economía; Sánchez ha desdeñado (hasta ahora) el discurso económico pero
se va a dar de bruces con la economía, con las expectativas
insatisfechas y los riesgos de pérdida de competitividad por causas
propias y ajenas, locales y externas.
Puestos a buscar causas y excusas
se puede argumentar que es por el calor… para salir del paso; pero no
sirve, llegarán los fríos sin que ello suponga recuperación; los
problemas vienen de otros lados.
(*) Periodista y politólogo
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