Acabo de descubrir que el PP de Almería es tan antiguo que aún organiza congresos para que los gane 'a la búlgara' el primer garrulo que pasaba por allí en vez de políticos jóvenes y suficientemente preparados, además de grandes alcaldes de cierto perfil moderno y democrático, sin querer yo mencionar en quien estoy pensando por entender que aguarda a la sombra su mejor momento, aún por llegar, y que puedo ayudar involuntariamente a su defenestración desde la envidia del cacique de turno sin liderazgo efectivo, real y constructivo que ofrecer a un mundo que no entiende, ni quiere entender, porque le supera intelectualmente.
Siendo yo un muy joven periodista en prácticas de primer curso de Ciencias de la Información, promoción 1971-76 de la Universidad Complutense, y a punto de comenzar Ciencias Políticas, también en Madrid, estuve tres meses inolvidables en 'La Voz de Almería' del director falangista granadino Pepe Cirre, aún en la calle Cardenal Segura, y teniendo como compañeros-estudiantes a mi siempre muy querido Miguel Ángel Urquiza Cabo, luego de largo recorrido en 'Canal Sur'; y en 'Ideal', nada más y nada menos que al almeriense insigne José Manuel Pérez Tornero, hoy catedrático en la Universidad Autónoma de Barcelona. Todo un 'crack' de mi área de conocimiento universitario. Pululaba también por allí un muy joven entónces Manuel Falces, tristemente desaparecido pronto, por ser hijo de redactor en la Casa. Era el verano de 1972 y alcalde de la ciudad Paco Gómez Angulo, nada menos, porque era valiente y político de una vez, desde una saga familiar hoy muy bien instalada en el PP a nivel nacional. Un saludo desde aquí.
Pues bien, en aquella época también había caciques en Almería, plena Dictadura, pero de mucha más categoría. Recuerdo el respeto casi tembloroso al pronunciar el nombre de Emilio Pérez Manzuco, abogado del Estado y dueño de muchas propiedades en la ciudad, entre ellas la misma sede de mi periódico. O Antonio Moreno Martín, accionista principal de una fábrica de cemento y editor de la revista 'Alborán', toda una alternativa de libertad de expresión al periodismo oficialista almeriense dentro del propio franquismo local. Por eso ese 'arcángel' trasmutado hoy en lo contrario, ni me impresiona, ni me impone ni me asusta. Al contrario, me motiva a seguir en la crítica a todo ente antisocial y antialmeriense. ¡Especuladores de agua a mí, que soy de Murcia!
Y es que me cuentan que algún cacique actual de baja estofa y escasa formación quiere emular a Manzuco-Moreno pero le estorba el poco Periodismo independiente en lo que cree su territorio -toda la provincia de Almería y especialmente la comarca del Poniente-, por lo que intenta, a base de cacahuetes y migajas, comprar la voluntad, incluso la conciencia en algún caso, de colegas dispuestos a aceptar y tragar para poder pagar la hipoteca de su casa y poco más. Y es que corrupción hay en todas las profesiones y en muchos ámbitos del país que nos han robado, unos y otros, como hemos comprobado de sobra a la altura de este año 2012, nada exitoso para el PP y el PSOE por cierto.
Reconozco, tengo que reconocer a la fuerza, la creciente debilidad de mi profesión en este trance que se ha buscado ella misma pese a las honrosas excepciones que conozco y avalo de cara a lo que pueda acontecer, más pronto que tarde, enmedio de la catarsis para la regeneración que se hará necesaria para salir de esta fosa de impudicia, que entiendo es necesario cerrar con todos los impúdicos dentro para conjurar la epidemia que pueda contagiar a los jóvenes periodistas españoles del siglo XXI. Por eso espero esté de acuerdo la Asociación de la Prensa de Almería, hoy una de las más dinámicas del país, y a la que pertenezco precisamente por eso aunque no esté de acuerdo con sus clamorosas omisiones.
No se puede aceptar que los nuevos caciques, que se intentan imponer a la sociedad almeriense con legitimidad trucada de congreso amañado y un pasado lleno de esqueletos en los pozos de Roquetas, cuestionen la libertad de expresión profesional periodística en Internet, emisoras locales humildes o restringidas publicaciones en papel porque le canten las verdades a un señor que aparece con escolta por el Paseo de Almería por todas las que tiene hechas, que no deben ser pocas a tenor del número de guardaespaldas que lleva, al estilo de Capone en el Chicago de los años 30. Su estilo lo define y facilita a cualquiera de mis compañeros el análisis político 'ad hoc' más elemental. Pan comido, vamos.
Este señor que, como quien dice acaba de llegar al escenario, carece de autoridad moral; al contrario, es sospechoso de muchisimas cosas, comenzando por su padrinazgo político del impresentable ex alcalde de El Ejido, el presunto Juan Enciso, otro aspirante a cacique, truncado por la Justicia de un teórico Estado de Derecho y probable antecedente ideológico para otros caciques recalcitrantes que no durarían ni un asalto si un grupo de periodistas profesionales independientes se lo propusiese para demostrarle que no tiene ni media ostia (sin hache). Y eso se hace con riguroso periodismo de investigación sobre el pasado del agresor. No hace falta más para que quede laminado con la que hay montada.
Observo que, con sus pocas luces políticas, nuestro nuevo cacique aparece borracho de poder, rodeado de corifeos sevillanos en la foto triunfal, pensando, seguro, que es ya el más listo del lugar y el resto de almerienses, de acuerdo o no, obligados a seguir por donde él pise y diga para mejor suerte de sus negocios e intereses personales. Por eso está empecinado en acabar con la libertad de prensa y expresión en Almería desde su ignorancia supina del mundo del Periodismo por muy en crisis que esté a nivel de empresa informativa. Lo que no está en crisis, en absoluto, es el ejercicio profesional en libertad de quien no necesita de sus cacahuetes agusanados, ni de nadie, para poder seguir viviendo y trabajando dignamente en esta provincia bendita.
La corona de laurel que se ha puesto en su frente intuyo es efímera dado el proceso histórico en marcha. Ni su partido ni él llegarán sin problemas de calado al año 2015. Como otros caciques no llegaron a la democracia actual. Y antes, otros caciques fueron laminados por la II República y la Guerra Civil.
Como no percibo muy ilustrado a nuestro hombre, presiento que ha leído poca historia contemporánea de Almería y por eso se cree investido por los dioses y un caso único de sabiduría y buen hacer. Su rostro refleja la poca humildad que debiera adornarle dado el escaso bagaje que lleva y el nulo valor añadido que puede aportar a una Almería que necesita otra clase de políticos para sacar de su hastío a una sociedad civil casi inerte por obra del fracaso de una tropa política que intenta perpetuarse a base de silencios cómplices para evitar disgustos mayores.
Conmigo no cuente, señor Amat, porque los periodistas independientes y libres estamos para dar disgustos a quien desprecia la libertad de los demás y, encima, tiene mucho que ocultar. Tome nota y pregunte por mí para que vea que clase de ejemplares guardo en mi galería de trofeos periodísticos de Águilas. Y todos disecados para que no apesten dada su condición de bestias en el sentido bíblico. Espero, a ser posible, no tener que conocerle personalmente porque, a mis años, lo tengo visto casi todo y no es cosa de repetir lo ya sabido con lo que todavía me queda por aprender de la vida y de la buena gente de aquí.
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