Una feria es para divertirse, pasarlo bien, encontrarte a ese vecino o viejo amigo que no ves en muchos meses o años y que, de repente, te encuentras en la cola de una taquilla de atracción cutre. Una feria es ese lugar que a un niño siempre le parece perfecto, porque reúne todas esas cosas que le encantan, pero hasta cuando los niños lo ven como algo destartalado, incómodo, molestos por los olores de alcantarillas en el recinto o por la aventura en la que se convierte llegar a ese alejado lugar, -no hablemos de la vuelta-, la cosa ya pinta mal.
Se suponía que ésta, la de 2010, debía ser una feria especial para Almería por eso de estrenar recinto propio, por aquello de que el año que viene hay elecciones municipales y había que poner toda la carne en el asador, pero el caos es monumental. El recinto ferial se reduce a una zona urbanizada con asfalto y cemento, calles anchas y carente de todo tipo de infraestructuras que garanticen la comodidad del visitante.
En Almería, si quieres llegar a la feria en coches tienes que ponerte a temblar. El lugar de emplazamiento puede ser el adecuado, pero si no hay accesos a la altura del flujo de personas que esperas recibir le quitas el 40% del encanto, y si tienes que pagar 5 euros por una plaza de aparcamiento tras tardar más de una hora y media en recorrer unos tres kilómetros la cosa se pone peor y pierdes otro 20% de ese ya escaso encanto.
Si las prisas por terminar, los trabajos a marchas forzadas con noches y festivos poniendo farolas, te obligan a dejar cosas sin hacer, aparentemente puedes tener un recinto ferial soñado, pero realmente paseas sobre una chapuza de varias hectáreas, es decir, que aquí restas otro 10%.
Resulta gracioso que todo el plan de accesos es nada menos que un mapa hacia un cuello de botella de proporciones descomunales y todo porque los alrededores del recinto no están urbanizados y en vez de tener cuatro accesos (autovía, Goleta, Jaul y Río Andarax) sólo tienes dos y que coinciden en una misma rotonda.Y así no tienes un plan, sino un problema.
Lejos de poder solucionarlo dando acceso a zonas alternativas de aparcamiento desde el mismo camino que va hacia el Club de Natación Almería o por la nueva carretera que discurre por el río Andarax junto al parque de litoral que la semana próxima inaugura el presidente de la Junta de Andalucía, por ejemplo dando acceso por una parte y salida por la otra para generar un flujo sin interrupciones, el Ayuntamiento de Almería ha cerrado todos esos caminos no sea que la gente vea antes de tiempo la obra que ha pagado el gobierno de la Comunidad, un espacio verde que deja al propio recinto ferial como algo insignificante.
Pero así son las cosas en Almería. Mientras miles de coches intentan acceder a aparcamientos insuficientes del Estadio de los Juegos,- que ya se queda pequeño en los partidos del Almería y eso que nunca llenan ni mitad de las gradas-, en la parte sur del recinto había otro, enorme y medio vacío, y junto a éste una enorme extensión de terrenos que podría haberse utilizado como aparcamiento auxiliar al que acceder por las carreteras de La Vega o por la misma nueva, ancha y asfaltada carretera del río. Pero no.
Había que complicarlo todo y en lo que sí repara el Ayuntamiento es en poner vigilantes para que nadie acceda a esa zona y así nadie descubra que allí, tras los invernaderos, junto al cauce del río, hay un enorme parque perfectamente urbanizado que va desde el propio recinto ferial hasta el mismísimo puente del río, pero si como decía Schiller los dioses mismos luchan en vano contra la estupidez, poco pueden hacer los vecinos de Almería para que la coherencia se apodere de los responsables de la Feria de Almería.
Y sí, la feria es para disfrutarla, pero parece que los hay empeñados en que acudir al recinto sea motivo más que justificado para acordarte del alcalde de la ciudad y de todos y cada uno de sus antepasados.
Otro día, si les apetece, hablamos de porqué no hay apenas casetas en la Feria de Almería. Por qué hay más barracas de patatas que atracciones para los chavales o de la necesidad, que no entiendo, de cobrarle a un ciudadano cinco euros por una plaza de aparcamiento que debería ser gratis como muestras de buena de voluntad por eso de que el recinto ferial, digamos que por nuevo, es muy deficiente en servicios y, sobre todo, porque la situación económica en general no es la de un señor concejal.
Se suponía que ésta, la de 2010, debía ser una feria especial para Almería por eso de estrenar recinto propio, por aquello de que el año que viene hay elecciones municipales y había que poner toda la carne en el asador, pero el caos es monumental. El recinto ferial se reduce a una zona urbanizada con asfalto y cemento, calles anchas y carente de todo tipo de infraestructuras que garanticen la comodidad del visitante.
En Almería, si quieres llegar a la feria en coches tienes que ponerte a temblar. El lugar de emplazamiento puede ser el adecuado, pero si no hay accesos a la altura del flujo de personas que esperas recibir le quitas el 40% del encanto, y si tienes que pagar 5 euros por una plaza de aparcamiento tras tardar más de una hora y media en recorrer unos tres kilómetros la cosa se pone peor y pierdes otro 20% de ese ya escaso encanto.
Si las prisas por terminar, los trabajos a marchas forzadas con noches y festivos poniendo farolas, te obligan a dejar cosas sin hacer, aparentemente puedes tener un recinto ferial soñado, pero realmente paseas sobre una chapuza de varias hectáreas, es decir, que aquí restas otro 10%.
Resulta gracioso que todo el plan de accesos es nada menos que un mapa hacia un cuello de botella de proporciones descomunales y todo porque los alrededores del recinto no están urbanizados y en vez de tener cuatro accesos (autovía, Goleta, Jaul y Río Andarax) sólo tienes dos y que coinciden en una misma rotonda.Y así no tienes un plan, sino un problema.
Lejos de poder solucionarlo dando acceso a zonas alternativas de aparcamiento desde el mismo camino que va hacia el Club de Natación Almería o por la nueva carretera que discurre por el río Andarax junto al parque de litoral que la semana próxima inaugura el presidente de la Junta de Andalucía, por ejemplo dando acceso por una parte y salida por la otra para generar un flujo sin interrupciones, el Ayuntamiento de Almería ha cerrado todos esos caminos no sea que la gente vea antes de tiempo la obra que ha pagado el gobierno de la Comunidad, un espacio verde que deja al propio recinto ferial como algo insignificante.
Pero así son las cosas en Almería. Mientras miles de coches intentan acceder a aparcamientos insuficientes del Estadio de los Juegos,- que ya se queda pequeño en los partidos del Almería y eso que nunca llenan ni mitad de las gradas-, en la parte sur del recinto había otro, enorme y medio vacío, y junto a éste una enorme extensión de terrenos que podría haberse utilizado como aparcamiento auxiliar al que acceder por las carreteras de La Vega o por la misma nueva, ancha y asfaltada carretera del río. Pero no.
Había que complicarlo todo y en lo que sí repara el Ayuntamiento es en poner vigilantes para que nadie acceda a esa zona y así nadie descubra que allí, tras los invernaderos, junto al cauce del río, hay un enorme parque perfectamente urbanizado que va desde el propio recinto ferial hasta el mismísimo puente del río, pero si como decía Schiller los dioses mismos luchan en vano contra la estupidez, poco pueden hacer los vecinos de Almería para que la coherencia se apodere de los responsables de la Feria de Almería.
Y sí, la feria es para disfrutarla, pero parece que los hay empeñados en que acudir al recinto sea motivo más que justificado para acordarte del alcalde de la ciudad y de todos y cada uno de sus antepasados.
Otro día, si les apetece, hablamos de porqué no hay apenas casetas en la Feria de Almería. Por qué hay más barracas de patatas que atracciones para los chavales o de la necesidad, que no entiendo, de cobrarle a un ciudadano cinco euros por una plaza de aparcamiento que debería ser gratis como muestras de buena de voluntad por eso de que el recinto ferial, digamos que por nuevo, es muy deficiente en servicios y, sobre todo, porque la situación económica en general no es la de un señor concejal.
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