Pues en este paréntesis que ha coincidido con el verano, los hay que han optado por la discreción, como es el caso de los empresarios José Amate y Juan Antonio Galán, que están prácticamente desaparecidos. Mientras otros como el alcalde Juan Enciso y su ex interventor José Alemán, se dejan ver más, pero con importantes matices.
Galán ha tenido tiempo de comer con algunas personas en restaurantes prestigiosos de El Ejido, y a todos ellos les ha jurado una y otra vez que es inocente, que todo tiene una explicación. En concreto, les ha contado de dónde viene el dinero que presuntamente iba a mandar a Costa Rica y para qué era, y todo eso era –insiste- perfectamente legal.
Quien ha estado por Almerimar es su hija imputada, Yolanda, quien por cierto –alguien debería avisárselo- se ha dejado abierta de par en par una de las puertas que dan acceso a la terrada del ático –la del ficus- que tiene en una urbanización promovida por su padre. Quizá salió con prisas.
Enciso comenzó con una escalada de inauguraciones desde que salió de la cárcel, pero desde el abucheo en las fiestas de San Isidro y las preguntas incómodas que le hacen los periodistas que no trabajan en El Ejido, ha preferido reducir su presencia pública.
Un ejemplo de esto son las fiestas de los distintos núcleos ejidenses, siendo el último caso el de Balerma, donde acudió como alcalde a la misa pero no se quedó a la procesión. Seguro que sus afines encuentran alguna explicación –alguna cita ineludible, claro- para este gesto, pero cuando ya es reiterado suena más bien a no querer exponerse demasiado directamente a unos vecinos cuya reacción no está convencido de tener controlada.
Además de las visitas a su cortijo –el famoso de la máquina quitanieves, ese del que saca su propio vino para paladares exquisitos- cuentan que anda aprendiendo a jugar al golf. Lo cuentan también quienes han comido con él en estos días –que no son los mismos que comparten mesa en las fiestas de Balerma, socialistas y PAL, de nuevo juntos a ración limpia- y que han escuchado de su propia boca que es inocente, y que todo se aclarará, que sólo hace falta tener algo más de paciencia, que se levante el secreto del sumario. Cuentan además que lo dice con un gesto en la cara de absoluto convencimiento en su inocencia, pero que no entra en dar más detalles y por supuesto, no entra en defender ni culpar a nadie del resto de imputados.
El que más está dando la nota, como es habitual es Alemán. Lo suyo es de nota. Ha vuelto por donde solía, es decir, por Almerimar, a dárselas del más chulo del barrio.
Hay que tener en cuenta que si nuestros cálculos no fallan, y contemplando los datos que maneja el fiscal de la Operación Poniente, tras depositar la fianza que le permite estar en la calle, le quedan cuatro millones de euros limpios de polvo y paja, y eso da una seguridad…
Lo primero que hizo cuando salió de la prisión de El Acebuche, fue dormir en casa, pero al día siguiente ya estaba a lo suyo. De copas por Almerimar anda casi a todas horas –nocturnas, se entiende- que se le busque, acompañado de su inseparable rubia de bote, la que lleva nueve o diez meses cobrando del Ayuntamiento de El Ejido sin trabajar mientras los trabajadores de Elsur trabajan sin cobrar.
Y entre copa y copa, a las que sólo alguien como el socialista también imputado Serafín Balaguer le puede seguir, cuenta que lo del Acebuche han sido unas vacaciones pagadas, que allí tienes de todo pagando, incluso tías.
Éste no anda proclamando su inocencia a los cuatro vientos, no sólo porque nadie –empezando por él mismo- se la creería, sino porque “Pepe” es “ansí”, a él le gusta eso, ir de listo, y hasta se ofende si alguien duda que es el muñidor (basta recordar esa conversación intervenida por la Policía Judicial en la que hablando con otra persona sobre la presunta corrupción de unos políticos responde algo así como “si a su lado yo parezco un pardillo”, y se pone a echar cuentas de cuando habría sacado él de ese negociete).
Sólo le falta publicar en su periódico –ahora cerrado por vacaciones- sus planes para irse a Marbella, a la misma clínica de todos los años, esa que tan bien promocionaba Carmen Sevilla, y volver en septiembre dispuesto a comerse el mundo.
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