MADRID.- Radares con radio que detectan amenazas e inhiben las señales, sistemas de captura electrónica, incluso artillería de 35 mm:
las Fuerzas Armadas han probado o están ejercitando distintos métodos
para defenderse de la amenaza que suponen los drones enemigos, ya tengan
éstos misiones de espionaje o sean ofensivos al ir armados con munición
u explosivos, según avanza www.elconfidencialdigital.com.
Confidencial Digital ha podido comprobar que el Instituto
Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA), dependiente del Ministerio de
Defensa, está buscando adquirir el prototipo de un RPA (Remotely Piloted Aircraft, aeronave tripulada por control remoto) “anti RPA”: es decir, que detecte, persiga y neutralice otros drones.
Proteger posiciones o infraestructuras
El INTA, y concretamente el Departamento de Optoelectrónica y Misilística,
están desarrollando dentro del proyecto “Artemisa” un sistema completo
“RPA anti RPA”, es decir, drones dedicados a combatir a otros drones.
El Laboratorio de Guiado y Control de ese departamento está trabajando en un sistema terrestre de detección y seguimiento de aeronaves no tripuladas, y en ese contexto busca que una empresa le proporcione el hardware y el software de un dron que pueda realizar esa misión.
El objetivo del INTA, que desarrolla tecnologías útiles para la defensa, es contar con un sistema para “proteger posiciones o infraestructuras que pudieran ser vulnerables a la acción de aeronaves remotamente pilotadas enemigas”,
y que lo haga utilizando “tecnología láser y de visión artificial para
una correcta localización y posterior seguimiento de estas amenazas RPAS
en el entorno”.
¿Cómo funcionaría el sistema? Según los pliegos del contrato, “con
las técnicas actualmente en desarrollo, es posible la determinación de
la ubicación de la amenaza (apoyando la detección con otros elementos
detectores), y utilizar el reflejo del haz láser
emitido desde la posición a defender, sobre la amenaza, para poder
seguir su trayectoria (incluso en condiciones de dinámicas de movimiento
de alta velocidad). Del mismo modo, este reflejo sobre la amenaza se
pretende utilizar para, una vez ubicada, poder enviar una contramedida hacia la amenaza a fin de interceptarla y, en caso necesario, derribarla”.
Dron de ala rotatoria
El dron a adquirir será de ala rotatoria (con hélices tipo helicóptero), ya que el INTA ya ha comprado también otro prototipo de ala fija.
El sistema tendrá una estación de tierra, que determinará la posición de la amenaza de otro dron que se acerque a una infraestructura o a una unidad militar. Una vez detectada, enviará al dron propio la trayectoria que debe seguir para neutralizar la amenaza del RPA hostil.
La aeronave tripulada remotamente dispondrá de un “autopiloto”
que cuando la técnica esté perfeccionada permitirá que al recibir las
coordenadas iniciales calcule por su cuenta la trayectoria para frenar
al dron enemigo.
Colisión o neutralización con red
La empresa que suministre al INTA el prototipo tendrá que implementar en su dron anti-drones unas funciones que prevean distintos escenarios de “persecución y derribo”.
Las opciones que por ahora se contemplan son que o bien el dron
defensivo derribe al dron intruso, que amenaza una base o a tropas
españolas, colisionando con él, o bien que lo neutralice “mediante red o sistema similar”.
Esa tarea de persecución y neutralización requerirán que el prototipo
de RPA anti RPA “deberá volar a una velocidad idónea para permitir la intercepción en el menor tiempo posible, para evitar una aproximación excesiva
(en la que pueda ocasionar daños) de la amenaza a la posición
defendida”. Sería el caso, por ejemplo, de un dron con explosivos que
terminara explotando cerca de su objetivo.
También deberá estar dotado de “una dinámica de movimientos lo suficientemente ágil para permitir la modificación de su trayectoria,
especialmente en la fase de aproximación terminal, a fin de realizar un
correcto seguimiento de la amenaza” y que el dron enemigo no se escape.
Además de suministrar ese prototipo, la empresa adjudicataria tendrá
que impartir un curso de manejo de la aeronave, de como mínimo 22 horas,
a un grupo de entre dos y cinco operadores.
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