jueves, 2 de enero de 2025

La espera ha sido dura / Guillermo Herrera *


Cada vez que leo el ‘Aullido’ desgarrador de Allen Ginsberg se me caen las lágrimas y empiezo a sudar, porque me identifico totalmente con su experiencia de visiones místicas y vibraciones cósmicas. Yo soy español, pero siento y entiendo el sueño americano como si hubiera nacido allí.

La generación ‘Beat’ se rebeló contra la miseria de la condición humana, y sufrió una locura divina. Tiraron sus relojes desde el tejado para emitir su voto por una eternidad fuera del tiempo. Estudiaron a Plotino de Alejandría, a Edgar Allan Poe y a San Juan de la Cruz, entre otros. Conducían campo a través para tener una visión y conocer la Eternidad.

Ginsberg fue considerado un profeta como Walt Whitman, compartiendo una visión trascendental de la poesía. Este legado no sólo se manifestó en su estilo y temas, sino también en su papel como figura central de un movimiento literario. 

Así como Whitman fue una influencia fundamental para la cultura, Ginsberg se convirtió en una de las voces más influyentes de la generación Beat y de la contracultura de los años 60.

AULLIDO

En última instancia, ‘Aullido’ se revela como una afirmación de la experiencia humana en todas sus formas, por más caóticas o marginales que sean. El grito de esperanza en el ‘Aullido’ de Allen Ginsberg se refleja en la nota final del poema, donde exclama: "Todo es santo, todos son santos, todos los lugares son santos, todo día está en la eternidad, todo ser humano es un ángel." 

Esta frase literal expresa una afirmación profunda de la experiencia humana y una visión esperanzadora, a pesar de las imágenes desgarradoras y críticas presentes en el resto del poema. Ginsberg concluye su obra con esta declaración que eleva lo mundano a lo sagrado, transmitiendo un mensaje de trascendencia y unidad universal.

El mundo es santo. El alma es santa. La piel es santa. La nariz es santa. Todo es santo. Todo el mundo es santo. Todo lugar es santo. Todo día pertenece a la eternidad. Todo ser humano es un ángel. El vagabundo es tan santo como el serafín. El demente es santo, como santa eres tú, alma mía. La máquina de escribir es santa, el poema es santo, la voz es santa, los oyentes son santos, el éxtasis es santo.”

Santas las soledades de rascacielos y aceras. Santas las cafeterías atestadas por millones. Santos los misteriosos ríos de lágrimas que corren bajo las calles. Santo el rebaño extenso de la clase media. Santos los pastores dementes de la rebelión. Santo el tiempo en la eternidad, santa la eternidad en el tiempo, santos los relojes en el espacio, santa la cuarta dimensión. 

Santo el mar, santo el desierto, santa la vía férrea, santa la locomotora, santas las visiones santas, las alucinaciones, santos los milagros, santo el globo ocular, santo el abismo. Santo el perdón. Misericordia, caridad, fe. Santo nuestro cuerpo, nuestro sufrimiento, nuestra magnanimidad. Santa la sobrenatural extra-brillante e inteligente bondad del alma.”

Visiones, presagios, alucinaciones, milagros y éxtasis arrastrados todos por el río americano. Sueños, adoraciones, iluminaciones, religiones. Todo el cargamento de sensiblera bazofia. 

Adelantaos sobre el río. Flipes y crucifixiones, todo arrastrado por la corriente. Globos, epifanías, desesperaciones, nuevos amores. Loca generación, abajo sobre las rocas del tiempo. Auténtica risa sagrada en el río. Lo vieron todo. Los ojos enloquecidos. 

Los sagrados alaridos. Se despidieron. Saltaron desde el tejado, hacia la soledad, agitando el brazo, con flores en las manos. Al río, a la calle.”

LOCURA

He visto los mejores cerebros de mi generación destruidos por la locura, famélicos, histéricos, desnudos, arrastrándose de madrugada por las calles de los negros en busca de un colérico picotazo...

  • que se acurrucaban amedrentados en ropa interior en habitaciones sin afeitar, quemando su dinero en papeleras y escuchando el sonido del terror a través de la pared...

  • un perdido batallón de conversadores platónicos saltando las barandillas terminales de las escaleras contra incendios, desde las ventanas...

  • sufriendo sudores orientales y crujidos de hueso tangerinos y migrañas de la China bajo el síndrome de abstinencia en una escuálida habitación amueblada...

  • que vagaban sin tino a media noche en el cercado de los ferrocarriles preguntándose dónde ir, y partían, sin dejar atrás corazones destrozados...

  • que estudiaban a Plotino de Alejandría, a Edgar Allan Poe, a San Juan de la Cruz, a la telepatía y a la Kábala porque el cosmos vibraba instintivamente a sus pies…

  • que vagaban perezosos, hambrientos y solos a través de Houston en busca de jazz o de sopa...

  • que desaparecieron en los volcanes de Méjico dejando tras de ellos tan sólo la sombra de sus vaqueros y la lava y la ceniza de la poesía esparcida en la chimenea...

  • que reaparecieron en la Costa Oeste con barba y en pantalones cortos con grandes ojos pacifistas eróticos con su piel morena distribuyendo incomprensibles panfletos...

  • que distribuían panfletos sollozando y desnudándose mientras las sirenas les perseguían con sus aullidos...

  • que se derrumbaban sollozando en blancos gimnasios desnudos y trémulos ante la maquinaria de otros esqueletos...

  • que iban tambaleándose hacia las oficinas de desempleo...

  • que lloraban ante el encanto de las calles con sus carritos llenos de cebollas y mala música...

  • que se sentaban sobre cajas inspirando la oscuridad bajo el puente, y se levantaban para construir clavicordios en sus áticos...

  • que tiraron sus relojes desde el tejado para emitir su voto por una eternidad fuera del tiempo...

  • que cantaban desesperados desde sus ventanas y se caían por la ventanilla del metro…

  • que conducían campo a través durante setenta y dos horas para averiguar si yo había tenido una visión o tú habías tenido una visión para conocer la Eternidad...

  • que se postraban de hinojos en desesperanzadas catedrales rezando por su mutua salvación...

  • que el alma iluminó su cabello durante un segundo...

  • que exigieron juicios de cordura acusando a la radio de hipnotismo…

AMÉRICA

América te lo he dado todo y ahora no soy nada. América dos dólares y veintisiete centavos 17 de enero de 1956. No puedo soportar mi propia mente. América, ¿cuándo pondremos fin a la guerra de la Humanidad? 

Vete a que te den con tu bomba atómica. No me siento bien no me molestes. América, ¿cuándo serás angélica? ¿Cuándo te quitarás las vestiduras? ¿Cuándo serás capaz de mirarte a través de la tumba?

América, ¿por qué están tus bibliotecas llenas dé lágrimas? América, ¿cuándo enviarás tus huevos a la India? ¿Cuándo puedo entrar en el supermercado y comprar lo que necesite sólo por mi bonita cara? Tu maquinaria es demasiado para mí. Me haces desear ser un santo. Debe haber otra manera de zanjar esta discusión.

MOLOCH

¿Qué esfinge de cemento y aluminio reventó sus cráneos y devoró sus cerebros y su imaginación? Moloch. Soledad. Inmundicia. Fealdad. Latas de basura y dólares inalcanzables. Niños chillando bajo las escaleras. Muchachos sollozando en los ejércitos. Ancianos llorando en los parques.

Pesadilla de Moloch. Moloch el sin amor. Moloch mental. Moloch, juez inmisericorde de los hombres. Moloch, prisión incomprensible. Moloch, cárcel desalmada de tibias cruzadas y Congreso de aflicciones. Moloch cuyos edificios son veredictos. Moloch, la vasta piedra de la guerra. Moloch, los anonadados gobiernos. Moloch, cuya mente es pura maquinaria. Moloch, cuya sangre es el fluir del dinero. Moloch, cuyos dedos son diez ejércitos. Moloch, cuyo pecho es una dinamo caníbal. Moloch, cuyo oído es una humeante tumba.

Moloch cuyos ojos son un millar de ventanas cegadas. Moloch, cuyos rascacielos se yerguen en las largas avenidas como inacabables Jehovahs. Moloch cuyas fábricas sueñan y croan en la niebla. Moloch cuyas chimeneas y antenas coronan las ciudades.

Moloch cuyo amor es petróleo y piedra sin medida. Moloch cuya alma es electricidad y bancos. Moloch cuya pobreza es el espectro del genio. Moloch cuyo sino es una nube de hidrógeno asexuado. Moloch cuyo nombre es la Mente.

Moloch en cuyo seno me aposento en soledad. Moloch en cuyo seno sueño ángeles. Demente en el seno de Moloch. Desamado en el seno de Moloch.

Moloch que penetró en mi alma tempranamente. Moloch en cuyo seno soy una conciencia sin cuerpo. Moloch que me aterrorizó sacándome de mi éxtasis natural. Moloch a quien abandono. Despertad en el seno de Moloch. La Luz cae del cielo en torrentes.

Apartamentos robóticos, suburbios invisibles, tesorerías esqueléticas, capitales ciegos, industrias demoníacas, naciones espectrales, manicomios invencibles, penes de granito, bombas monstruosas. Ellos se quebraron las espaldas elevando a Moloch hasta el paraíso.

 

 

(*) Periodista

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