domingo, 4 de julio de 2010

Enciso debe salir de la política sin demora / Apunte de Argárico

Almería sigue concitando el principal interés político de Andalucía a causa de la 'Operación Poniente'. No hay día que no se sepa un nuevo matiz del sumario dentro de todo lo que aún se ignora públicamente y puede volver del revés la política almeriense y andaluza -ya la está poniendo a raíz de filtraciones- para cierta regeneración del sistema. Ahora ya no vale hacerse el sordo y mirar hacia Motril, urge un pacto a tres para que una 'dictadura' corrompida como la del PAL resulte inviable por falta de ambiente.

Se infiere sólo de lo conocido que el tal Enciso es un sujeto peligroso para el sistema democrático -ya apuntó maneras de extrema derecha inculta e ignorante hace diez años cuando los sucesos de El Ejido- pero no lo son menos quienes desde formas más suaves y embaucadoras, con ostensibles títulos universitarios incluso, han alimentado a su conveniencia este monstruo, que ahora hay que sacar del escenario para evitar que se haga fuerte en el municipio un tipo de política más siciliana todavía como reacción a la osadía de la Justicia y hace diez años a la fuerte presencia de inmigrantes por las calles fuera de su horario laboral porque la explotación sí la veía bien el gachó.

PP y PSOE (con o sin la ayuda de Martín Soler) deben dar una salida política normalizada a la situación, que pasa, indefectiblemente, por la salida de Enciso del sillón de la alcaldía y de la política almeriense para siempre jamás. No caben pactos para las medias tintas en espera de sentencias, firmes o no. El sistema no debe tolerar los excesos de sujetos sin moral política ni respeto a minorías ni valores democráticos. Y ahí está la ineludible responsabilidad de los dos grandes partidos y también de IU+Los Verdes cuando no del conjunto de la sociedad civil local.

Javier Arenas y Martín Soler son los directamente responsables del conveniente y urgente ostracismo de Enciso, con años en el poder tras una conducta truculenta en épocas electorales y creído de impunidad por facilitar sus votos al PP y PSOE en las elecciones no locales, según el tiempo de una alianza u otra. Estamos ante un tramposo que subvierte, además, las reglas del juego democrático y que luego, por añadidura, no admite tipo alguno de control social y mucho menos popular, por lo que debe ser repudiado por el propio sistema ante la metástasis que le engendra.

El Ejido es hoy la gran vergüenza de la política española y un ejemplo señero de su criminalización creciente y banalización, hasta la inoperancia y la desesperación. El Estado ha comenzado la purga por la Fiscalía y tribunales de justicia y ahora toca a las formaciones políticas extirpar el carcinoma que de años viene creciendo en El Ejido con el silencio, cuando no complicidad, de casi todos los obligados a exigir cirugía de urgencia. No se puede esperar más.

También la Junta de Andalucía debe asumir su responsabilidad política y dar a entender al PAL, sobre todo a las gentes de buena fe que todavía integran sus filas, que el mejor servicio a la sociedad de El Ejido es sacudirse a ese sátrapa, convicto y confeso, aprovechando su salto al escenario judicial, con independencia de cual sea luego su suerte en ese ámbito, y la concienciación foránea de todo lo que estaba pasado en el municipio bajo la dirección política de un tipo así.

No cabe la excusa de mantener o conquistar la Diputación para justificar la falta de una acción determinante. Ese chantaje del PAL y, por extensión, de Enciso debe acabar junto con estrategias caducas y dañinas para la democracia almeriense y su salud. Y quien se empeñe en mantenerlas, de uno u otro bando, debiera correr la misma suerte política que Enciso por la reprobación de las bases de su correspondiente formación. Aquí Martín Soler es el primero que debe tocar balón y cuanto más tiempo tarde -como muy bien se está viendo por el daño gratuito a su propio partido-, su futuro político será mucho más incierto y personalmente creo que bastante peor de lo que pueda imaginarse.

Hay quien piensa, aunque a mi no me consta ni una cosa ni la otra, que el verdadero jefe de la mafia almeriense no es Enciso sino alguien de mucho mayor calado intelectual y una ambición sin límites.

Pero espero que el levantamiento del secreto del sumario arroje luz sobre ese particular aunque lo que sí intuyo por la actitud general de los medios de comunicación almerienses -excepciones hechas de Onda Cero y este humilde confidencial- es que su poder en la sombra les hace tentarse la ropa y dar la sensación de estar a lo que diga ese Dom, con independencia de la coyuntura política devenida desde Sevilla. Ese caciquismo a la almeriense no es nuevo pero ya no tiene cabida en una sociedad occidental del siglo XX como debe ser la nuestra y los medios deben ser valientes con el simple desarrollo de su misión más elemental.


Coincido en lo general, pues, con los columnistas Pepe Fernández y Pedro Manuel de la Cruz en la conveniencia de una rápida y limpia salida de la situación sin más demora ni la excusa del parón veraniego, en favor del interés general. Pero voy más allá: las mafias, a Sicilia, y los capos, a El Acebuche sino a Alcalá-Meco.

Ya está bien de soportar cleptócratas en la política española y almeriense sin que los jueces se tomen en serio su papel dentro del sistema y sean, de una vez por todas, inflexibles con quienes lo burlan o convierten en simple caricatura.

No conozco a la magistrada Monserrat Peña pero desde aquí felicito a su pareja por la raza de hembra que ha tenido la suerte de encontrar. Confío en que al final no se arrugue también y elija el camino fácil del traslado porque sería un síntoma de haber arrojado la toalla ante el poder de estas mafias locales de medio pelo.

1 comentario:

  1. ¿Por qué no habla Enciso?, tal vez por lo mismo que "EL HOMBRE DE LA ROSA......MARCHITA" está callado, casi escondido y preocupado por su futuro político, judicial, personal, etc. Se trata de políticos con malas artes, que han sabido ganarse la enemistad de los suyos a costa de contentar a unos pocos de sus adversarios. Ambos personajes hablaban entre sí de "yogures caducados" y de pitos; caducados si, pero pitar, cada vez pitan menos. Y al diputado, antes de recibir la patada en el PITA, es decir, en el trasero, le sugieren presentar la dimisión irrevocable.

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