Este inmunomodulador podría ayudar a disminuir rápidamente la carga viral de todos los infectados, parar la cadena de contagios y, por tanto, disminuir el pico de la segunda ola, detalla a 20minutos José María Benlloch, profesor de investigación del CSIC y director del Instituto de Instrumentación para Imagen Molecular (I3M) de la Universitat Politécnica de València (UPV).
"Se podría dar unas dosis no muy altas que subieran el nivel de vitamina D de toda la población como profilaxis. Habría que llegar a un acuerdo de qué cantidad es razonable y prudente, y que la gente tomara estos suplementos", explica.
La propuesta de Benlloch, que también defiende la necesidad de antivirales para hacer frente a la COVID-19, apuesta por la vitamina D como una opción preventiva y terapéutica. De hecho, los médicos llevan meses con esta sustancia en el punto de mira y su posible uso como tratamiento. Es el caso de un proyecto piloto en el Hospital Reina Sofía de Córdoba, liderado por el doctor José Manuel Quesada, que ha conseguido resultados esperanzadores al reducir la necesidad de ingreso de los pacientes en UCI.
No obstante, Benlloch no solo apunta a la vitamina D como alternativa para tratar la COVID-19 y evitar su difusión, sino que recalca la importancia de disponer de antivirales "accesibles, eficaces y baratos" para reducir el impacto de la pandemia. Para sustentar esta postura, se refiere a un trabajo publicado por un grupo de investigadores del CSIC y la UPV que revela que estos fármacos podrían "reducir significativamente la incidencia" de esta enfermedad.
Para llegar a esta conclusión, los autores desarrollaron un modelo de red aleatoria computacional para estudiar la dinámica de transmisión de la COVID-19 en España, para aplicarlo con posterioridad a la simulación de cuatro escenarios en los que se dispondría de antivirales con distintos grados de eficacia. Así, constataron que, cuanto más eficiente era este tipo de fármacos, mejor era la evolución de la pandemia, apunta Benlloch.
"Lo ideal sería encontrar un antiviral muy potente, barato y disponible en las farmacias que no tuviera efectos secundarios. Si tras ser diagnosticado en el ambulatorio pudiera ir a comprarlo y si se administrase también a los contactos estrechos, se pararía la cadena, el pico de la ola sería mucho más bajo y se suavizaría muchísimo la curva", afirma el director del I3M.
Sin embargo, en la actualidad no hay ningún antiviral disponible para tratar el coronavirus. "El único aprobado es el Remdesivir y tiene un uso completamente diferente al que plantea el trabajo, pues es un inyectable que se administra en los hospitales. Lo que queremos es actuar justamente antes de llegar a estos centros", remarca. En esta línea, apunta el profesor del CSIC que lo necesario es verificar la eficacia de fármacos ya existentes y presentes en el mercado. Para eso, son necesarios ensayos clínicos con los posibles candidatos, que pueden comenzar "antes de final de año".
Uno de los escenarios incluidos en el trabajo del CSIC y la UPV es precisamente la situación actual, esto es, sin ningún antiviral. El resultado: el número de contagios seguirá creciendo durante noviembre hasta alcanzar su pico hacia finales de mes, mientras el número de hospitalizados continuará aumentando hasta los primeros días de diciembre y la cifra de muertes hasta principios de 2021.
Sin embargo, Benlloch llama la atención sobre esta previsión y resalta que, aunque parece aproximarse a la realidad, los cálculos fueron hechos en junio, sin tener en cuenta algunas de las restricciones adoptadas para contener la propagación del virus, como el toque de queda o los confinamientos perimetrales. Por eso, considera que es probable que no se cumplan sus predicciones. "Iba a haber una segunda ola que podía ser incluso más importante que la primera, que ya fue devastadora, si no se tomaba ninguna medida. Como sí se han tomado, confiemos en que no sea tan grave", desea.
"Estas medidas han conseguido que la segunda ola no sea tan aguda como estaba previsto. En las comunidades donde se aplicaron antes las restricciones, como Cataluña o Madrid, ya se ha visto que funcionan, la curva ha empezado a bajar y se ha suavizado el impacto. Si se aplicaran los antivirales, todavía descenderían más. Probablemente, con la suma de varias acciones, se podría contener", asegura el científico.
En cuanto al futuro, en función de cómo evolucione esta segunda ola, el mismo modelo puede utilizarse para calcular los efectos y la evolución de una hipotética tercera ola, "que ojalá no se produzca", dice Benlloch. Además, en este momento, este grupo de expertos está empleando el programa para estudiar los efectos que pueden tener las distintas vacunas, que esperan que esté listo para publicar en los próximos días.
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