LONDRES.- Ser mayor de edad, mostrar signos de sepsis y tener problemas de
coagulación de la sangre son los factores que más elevan el riesgo de
muerte en las personas que ingresan en un hospital infectadas por el
coronavirus COVID-19.
Esta es la principal conclusión de un estudio de
observación realizado con 191 pacientes con COVID-19: 137 fueron dados
de alta y 54 murieron en centros hospitalarios de Wuhan, China. Los
resultados se publican en la revista The Lancet.
Alrededor de la mitad de los pacientes -91 en total- tenía además condiciones crónicas subyacentes, siendo las más comunes la hipertensión y la diabetes. La media de edad de los fallecidos fue de 69 años frente a los 52 años de las personas que fueron dadas de alta.
Durante el estudio, los investigadores chinos
compararon los registros clínicos, los datos de tratamiento, los
resultados de laboratorio y los datos demográficos entre las personas
que sobrevivieron y las que no, informa la revista en una nota.
Así, observaron el curso clínico de los síntomas,
cómo se va excretando (expulsando) el virus y los cambios en los
resultados de laboratorio durante la hospitalización -por ejemplo,
análisis de sangre, radiografías de tórax y tomografías computarizadas-.
Según este trabajo, concretamente ser de
edad avanzada, tener una alta puntuación en la escala SOFA (mide el
estado del paciente durante su ingreso en unidades de cuidados
intensivos) y tener valores altos en la prueba del dímero D que busca
problemas de coagulación sanguínea son factores que podrían ayudar a los
clínicos a identificar en etapas tempranas a los pacientes con peor
pronóstico.
“La edad avanzada, los signos de sepsis en el momento del ingreso o enfermedades subyacentes
como la hipertensión arterial y la diabetes fueron factores importantes
en la muerte de estos pacientes”, explica Zhibo Liu, del Hospital
Jinyintan de China.
Los peores resultados -agrega este investigador- en las personas de edad pueden deberse, en parte, al debilitamiento del sistema inmunológico relacionado con la edad y al aumento de la inflamación
que podría promover la replicación viral y respuestas más prolongadas a
la inflamación, causando daños duraderos al corazón, el cerebro y otros
órganos.
El estudio describe el cuadro completo de la progresión del coronavirus y concluye que la duración media de la fiebre fue en los pacientes de unos 12 días en aquellos que sobrevivieron, un período similar en los fallecidos.
Sin embargo, la tos puede durar mucho tiempo: el 45 %
de los pacientes aún tenían la tos al ser dado de alta, según este
estudio que también pone de manifiesto que en los supervivientes la
disnea -falta de aliento- cesó después de unos 13 días, pero duró hasta
la muerte en los que no sobrevivieron a la enfermedad del COVID-19.
En relación a la excreción del virus, el trabajo indica que la duración media de esta fue de 20 días en los supervivientes y que el coronavirus fue detectable hasta el final en las personas fallecidas; la excreción prolongada del virus sugiere que los pacientes todavía pueden ser capaces de propagar el COVID-19.
Los autores señalan que la interpretación de sus conclusiones podría ser limitada, entre otros, por el tamaño de la muestra del estudio
y que no todas las pruebas, como la del dímero D, se hicieron a todos
los pacientes. No obstante, recomiendan no dar el alta a los pacientes
hasta que la prueba del coronavirus no sea negativa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario