MADRID.- Turistas que llegan en masa, propietarios que alquilan sus pisos a esos
turistas para obtener más rentabilidad, alquileres que suben de precio y
vecinos que se tienen que ir a otras zonas porque no pueden pagar las
rentas. El esquema básico con el que funciona la turistificación
es bien conocido y ha sido descrito en muchos estudios, pero tres
investigadores de la Universidad de Sevilla se han propuesto ir más
allá: ¿cómo influye Airbnb en el precio de los alquileres?, se pregunta hoy El País.
La respuesta que han hallado es que en las localidades costeras
andaluzas la web de alquileres turísticos explica un 13,69% de las
rentas que se piden. O dicho de otra forma: “Si no existiera Airbnb,
probablemente el precio sería casi un 14% más barato”, resume Luis Ángel
Hierro, uno de los autores del estudio junto con David Patiño y Daniel
Rodríguez-Pérez de Arenaza.
Airbnb, sun-and-beach tourism and residential rental prices. The case of the coast of Andalusia
(Airbnb, el turismo de sol y playa y los precios de alquiler
residencia. El caso de la costa de Andalucía) forma parte del número de
diciembre de la publicación Current Issues in Tourism, que está disponible en la web y saldrá próximamente en formato físico.
El artículo, indica Hierro al teléfono, ha tenido buena recepción en
la comunidad investigadora porque hasta ahora la mayoría de estudios
similares se enfocaban en grandes urbes muy turistificadas.
“Lo que aparentemente se podría pensar que está concentrado en
determinadas ciudades no es tal”, indica el economista.
En efecto, su
investigación ha contemplado 54 de los 61 municipios costeros andaluces
(en siete no había datos suficientes) en los que se ha relacionado el
precio de los arrendamientos residenciales con siete variables: rentas
medias, número de ofertas en Airbnb, apartamentos turísticos con
licencia, plazas hoteleras, número de segundas residencias, contratos
temporales de trabajadores foráneos e inmigración.
Esas localidades
concentran casi el 63% de la capacidad de alojamiento que ofrece Airbnb
en toda Andalucía.
Sin influencia de la inmigración
La primera limitación que encontró el estudio fue metodológica.
Puesto que no hay series temporales de la oferta de Airbnb, los
investigadores no pudieron analizar la variación de precio y el impacto
de la oferta turística sobre esos cambios. Pero cruzando datos sí midió
cuánta relación tiene cada uno de los aspectos estudiados con el precio
de los alquileres (que a falta de estadísticas oficiales, se tomó de los
anuncios publicados en el portal Idealista).
Algunas conclusiones son llamativas: por ejemplo, los apartamentos
turísticos con licencia apenas parecen incidir, algo que los autores
achacan a que esos inmuebles no pueden variar entre uso residencial y
turístico (como sucede con muchos pisos de Airbnb) y apenas afectan al
parque convencional de viviendas.
Tampoco la presencia de trabajadores
temporales (fundamentalmente inmigrantes que realizan labores agrícolas
en Almería y otras zonas de la costa andaluza) parece influir.
Un "problema global"
Más fuerte es, en cambio, la relación con las segundas residencias.
Las casas censadas en una zona como viviendas no habituales de sus
propietarios explican un 11,48% de las rentas de alquiler ya que
“reducirían la oferta de arrendamiento residencial y contribuirían a
subir los precios”, según el estudio.
También se halló un vínculo
“significativo” con el número de plazas hoteleras (que también podrían
estar quitando espacio a bloques residenciales), mientras que la
relación con la renta media de los habitantes de los municipios
fue mucho menor de lo que los investigadores esperaban. En esos casos,
“la actividad turística podría estar distorsionando el funcionamiento
normal del mercado de alquiler residencial”, sostienen.
Es decir, que
normalmente los alquileres son más caros en los municipios donde los
habitantes pueden pagar más, pero cuando los precios dependen también de
lo que pueden pagar los turistas, esa lógica se altera.
El estudio concluye con un llamamiento de los autores a profundizar
este tipo de investigaciones ya que la “naturaleza global” del fenómeno y
“el impacto de Airbnb en los precios inmobiliarios sitúan el problema
más allá del campo microeconómico”.
Prueba de ello es que su estudio sea
consistente en todo el litoral andaluz, con grandes centros de turismo
de sol y playa como la Costa del Sol, y las conclusiones a las que han
llegado. ¿Es para tanto un 13,69%? “Si lo calculas sobre un alquiler de
500 euros, son casi 70 euros al mes, que es una cantidad considerable”,
reflexiona Hierro. “El salario mínimo ha subido 50 euros y estamos
tirando cohetes”.
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