El estudio, que analiza el cambio de los flujos migratorios en la UE con motivo de la crisis, explica que la mitad de las personas que se fueron de España eran ciudadanos comunitarios, mientras que el resto pertenecía a terceros países.
No obstante, mientras España fue el país con más salidas de inmigrantes también se convirtió en el que más trabajadores recibía procedentes de la UE-15, pues el año pasado entraron en el país 48.000 personas.
Pese a las salidas, España sigue siendo el Estado europeo con una mayor proporción de inmigrantes sobre la población activa, con un 15,8% (3.624.000 individuos), equivalente a algo menos de 1 de cada 6 personas en actividad. Francia, con la mitad de inmigrantes (5,4%) tiene una tasa de actividad un 24 por ciento por encima de la española.
En total, a diciembre de 2009 vivían en la UE 17,2 millones de personas inmigrantes, lo que significa que uno de cada 14 habitantes del espacio comunitario no han nacido en él. Además, ocho de cada 10 de estos extranjeros residen en Alemania, España, Reino Unido, Francia e Italia.
En cuanto a las migraciones, el trabajo señala que una de cada 53 personas activas de los antiguos países miembros de la UE se desplaza para trabajar a otros países comunitarios, proporción que en el caso de los nuevos integrantes, alcanza a una de cada 16 personas económicamente activas.
En términos generales, el trabajo concluye que la crisis económica ha "ralentizado marcadamente" los movimientos migratorios en el entorno europeo, porque mientras el número de extranjeros en activo creció un 10,2% en 2008, el año pasado sólo se incrementó un dos por ciento.
Este "estancamiento" en el número de activos nacionales hizo que la participación de los inmigrantes continuara ascendiendo, pasando de un 6,5 por ciento del total de personas económicamente activas en 2007 al 7,2 por ciento, conforme los datos de Adecco.
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