ALMERÍA.- El Grupo Ecologista Mediterráneo (GEM)
ha presentado este jueves una propuesta de actuación para la
"deconstrucción" del polémico hotel situado en la playa de El
Algarrobico, en Carboneras por la que, una vez que se
dictamine su destrucción, los residuos que genere puedan ser
aprovechados y reciclados, de forma que las estructuras sirvan para la
creación de arrecifes artificiales en el Parque Natural de Cabo de
Gata-Níjar.
Según ha explicado el portavoz del GEM, Antonio Fernández, el
objetivo de la propuesta, que ha sido remitida al Ayuntamiento de
Carboneras, la Junta de Andalucía y Gobierno central, es evitar la
demolición del inmueble de una veintena de plantas y 411 habitaciones
promovido por Azata a favor de un procedimiento que permita "desmontar"
el hotel y "reciclar" sus residuos.
En este sentido, la organización encargó el pasado verano al
gabinete de ambientólogos Lymgis un estudio preliminar no evaluado
económicamente para obtener una primera aproximación a la gestión de
residuos que generaría el hotel en una intervención denominada "demolición verde".
Dicho estudio apunta que la actuación permitiría obtener unas 200
estructuras estandarizadas que servirían para conformar arrecifes
artificiales.
Así, desde la perspectiva sostenible que ofrece el GEM, una
actuación de estas características daría lugar a varios "beneficios",
entre los que han destacado la generación de puestos de trabajo en las
obras para acabar con el hotel, el fomento de recursos pesqueros
mediante arrecifes artificiales y las posibilidades turísticas de los
mismos.
Según los cálculos del grupo, de unos 30 a 40 empleos por tiempo
limitado que conllevaría la demolición, se podrían obtener hasta 300 por
más tiempo en caso de que se apostara por la "deconstrucción" del
edificio. Esta experiencia supondría además, según plantean, la
posibilidad de formar nueva mano de obra destinada a este tipo de
actuaciones, en las que también se plantea el uso de profesionales
cualificados.
Además de la creación de un mayor número de puestos de trabajo, la
entidad conservacionista señala que la creación de arrecifes
artificiales fomentaría los recursos pesqueros de la zona y, a su vez,
protegería el lugar ante la pesca de arrastre, mucho más dañina. No
obstante, Fernández ha especificado que la localización correcta de los
arrecifes así como sus dimensiones y los materiales "reciclados" a
emplear deben también someterse a estudio.
A largo plazo, la organización apuesta también por la creación de esta "ciudades submarinas" para especies acuáticas como método para fomentar el turismo, ya que, según consideran, las expediciones de buceo tienen una "gran potencialidad" y "bastantes seguidores", con lo que puede contribuir a diversificar la actividad turística de la zona.
La organización ha explicado que, aunque el estudio desarrollado
no está acompañado de una valoración económica, la actuación podría
acarrear un coste ligeramente superior al estimado por la organización
Greenpeace, que abogaba en un primer momento por la demolición. En este
sentido, el estudio encargado por el Gobierno central a Tragsa valoraba
la demolición del inmueble y restauración de la zona en 7,1 millones de
euros.
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