ALMERÍA.- Los informes sobre el escenario futuro de las costas y las playas españolas proliferan en los últimos meses. El cambio climático se hace cada vez más evidente y noticias como que en el Ártico se han llegado a superar este verano los 35 grados centígrados han disparado las alarmas en todo el mundo.
Almería, una de las provincias españolas con más kilómetros de costa, con cerca de 200, que recorren el litoral desde Adra hasta Pulpí, sería una de las zonas más afectadas por la subida del nivel del mar
que, en los escenarios más prudentes, se cuantifica en medio metro y en
los más dramáticos se llega a hablar de entre dos y medio y tres
metros.
La invasión del mar
En cualquiera de los casos, y en una proyección a finales de este siglo, cientos de kilómetros cuadrados de playas y zonas costeras quedarían bajo las aguas. Los efectos incluso se proyectan más allá de la pérdida de playas ya que afectarían incluso a la calidad de las aguas de acuíferos próximos a las costas, como los del Poniente e incluso los de Adra.
En cualquiera de los casos, y en una proyección a finales de este siglo, cientos de kilómetros cuadrados de playas y zonas costeras quedarían bajo las aguas. Los efectos incluso se proyectan más allá de la pérdida de playas ya que afectarían incluso a la calidad de las aguas de acuíferos próximos a las costas, como los del Poniente e incluso los de Adra.
El fenómeno de la regresión de la costa y la pérdida de playas ya fue advertido en un informe del Ministerio para la Transición Ecológica hace más de un año y ahora está siendo ratificado por instituciones como el Panel Internacional de Cambio Climático o la Fundación ABANCA
(Afundación), que han elaborado mapas virtuales de cómo quedarían
puntos concretos de la costa española y almeriense con esos cambios
anunciados.
Cambio de escenario
El análisis de Abanca, por ejemplo, dibuja una costa de Vera en el año 2100 a partir de la situación actual (ver foto en esta página), imagen que muestra una zona urbanizada que se parecería más a una imagen de Venecia, desaparecidas las playas y con el mar rodeando los edificios de las principales urbanizaciones veratenses.
El análisis de Abanca, por ejemplo, dibuja una costa de Vera en el año 2100 a partir de la situación actual (ver foto en esta página), imagen que muestra una zona urbanizada que se parecería más a una imagen de Venecia, desaparecidas las playas y con el mar rodeando los edificios de las principales urbanizaciones veratenses.
El periódico ABC también ha hecho sus proyecciones y ofrece imágenes de los cambios esperables en zonas como el Cabo de Gata, la zona de invernaderos de San Agustín en El Ejido o la localidad de Adra;
en todos los casos las playas prácticamente desaparecen o retroceden
muchos metros hacia el interior. Parte del puerto de Adra, por ejemplo,
quedaría sumergido bajo las aguas del mar.
Un ‘pueblo isla’
Curiosa la imagen de San Miguel de Cabo de Gata que, de no mediar una acción mucho más decidida contra el cambio climático que las respuestas que se están dando en los últimos años, se convertiría en una especie de isla de viviendas rodeada por el agua y unida a tierra por un estrecho pasillo a modo de istmo.
Curiosa la imagen de San Miguel de Cabo de Gata que, de no mediar una acción mucho más decidida contra el cambio climático que las respuestas que se están dando en los últimos años, se convertiría en una especie de isla de viviendas rodeada por el agua y unida a tierra por un estrecho pasillo a modo de istmo.
Es la tónica general en las costas españolas, según los estudios realizados por Climate Central, organización formada por científicos y periodistas. La Fundación Abanca asegura que no se trata de sembrar la alarma, sino de “informar sobre la urgencia y la importancia de conservar unos mares y un planeta saludable para las generaciones actuales y futuras”.
Según
el Mitma y también el Panel Internacional de Cambio Climático, los
efectos del calentamiento global y la elevación del nivel del mar no se
limitarían a la pérdida de playas, sino que incluyen la menor
disponibilidad de agua dulce, la mayor frecuencia en la aparición de
fenómenos meteorológicos adversos como sequías o ciclones, según recoge La Voz de Almería.
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