sábado, 12 de noviembre de 2011

Jerónimo Molina ve más útil defender el criterio productivo en general respecto a la PAC


SEVILLA.- Jerónimo Molina Herrera (Almería, 1949) asumió el pasado 30 de junio la presidencia de la Federación Andaluza de Empresas Cooperativas Agrarias (Faeca), en sustitución de Antonio Luque, director general de Hojiblanca. Economista con fuertes vínculos en el sector agrario, ha sido gerente de los exportadores hortofrutícolas almerienses y director del Instituto de Estudios Cajamar. Ahora compagina su cargo en Faeca con la vicepresidencia del Observatorio Económico de Andalucía y la Cátedra Cajamar de Economía y Agroalimentación. Lo entrevista 'Diario de Sevilla'

-¿Cuáles son los retos de Faeca?
-Aparte de la defensa de una agricultura competitiva, la integración de las cooperativas. La demanda se ha concentrado y ello nos supone un esfuerzo grande de adaptación. Nos obliga a tener un volumen equivalente al de las empresas con las que trabajamos.

-¿Se va a buen ritmo?

-Nunca se va al ritmo suficiente en nada que suponga cambio. En lo económico y lo técnico no hay dificultad alguna. El único problema es que quienes llevan a cabo esto son las personas. Ahí aparecen las resistencias. Hace falta una base cultural para llevar este proceso a cabo y eso a veces no se da.

-¿Y en este cambio cultural en qué medida se ha avanzado?

-Es donde tenemos que centrar nuestro esfuerzo. No en encargar a una consultora un programa de integración contable o industrial, sino en que la gente lo entienda. Nuestra formación va destinada a rectores de cooperativas para que asuman esa realidad.

-¿Se marca Faeca objetivos o un ritmo de avance? En 2010 el número de cooperativas asociadas descendió un 9%, pero seguía habiendo 679. ¿Demasiadas?

-Son una barbaridad. Ahora bien, ¿cuál es el ritmo adecuado para que baje el número? Eso lo ejecutan las personas y hay vienen las dificultades. ¿Para qué queremos más de 300 cooperativas de aceite? Con tres o cuatro sería más que suficiente.

-¿En qué medida influirá en el proceso la ley de cooperativas que está a punto de entrar en vigor?

-Lo que hace la ley es eliminar restricciones para las cooperativas que quieran usar el voto ponderado o incorporar socios externos que aporten fondos. Abre posibilidades y aquellas empresas con mayor dinamismo y más relacionadas con el mercado verán favorecida su capacidad para seguir avanzando.

-¿No se corre el riesgo de que pierdan su esencia?

-No, porque estas posibilidades son voluntarias. Y, además, si queremos que las cooperativas sigan existiendo tienen que adaptarse. Aquellos países que lo han hecho tienen grandes cooperativas, porque la ley es más laxa o lo que hay son simples acuerdos estatutarios.

-¿Cuál es el escenario soñado?

-Las cooperativas deben ser industrias y comercializadoras. Deben llevar el producto terminado a los supermercados. La diferencia entre que venga a comprar un tomate una empresa externa y lo pongamos nosotros en el lineal supone doblar el precio del producto. La materia prima como tal tiene cada vez menos importancia.

-¿Y en eso en qué punto nos encontramos?

-Unas van delante y otras detrás.

-Pero da la sensación de que las que hacen eso son islas.

-Siempre son islas que se van haciendo más grandes. Es la vanguardia que tira del carro.

-Hablemos de la PAC. ¿Se está enfocando bien desde España y Andalucía la postura de oposición radical a la propuesta de Bruselas?

-Como el documento de partida es tan errático y confuso, parece lógico que la posición inicial sea negar la mayor. No estoy demasiado de acuerdo con los que se centran en mantener cantidades. Es mucho más importante conservar criterios y orientaciones. Y no podemos perdernos en un análisis exclusivamente local. Centrarnos en lo andaluz no es la mejor forma de defender estas cuestiones. Es más interesante defender criterios que cantidades o cuestiones locales.

-Y cuando hablamos de criterios y orientaciones, ¿a qué nos referimos exactamente?

-A mejorar la productividad de la agricultura y a defender estructuras comerciales fuertes. Eso con independencia de la consideración de la agricultura de montaña y las zonas deprimidas. Pero no podemos mezclar los dos criterios porque si no llegamos a una media empobrecedora para ambos.

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